Tu eres dirigido por el subconsciente

Tú eres dirigido por el subconsciente. En las últimas publicaciones hemos estudiado el poder de la mente, ¿por qué nos cuesta crecer emocionalmente? Y descubrimos que es muy importante entender cómo funcionan el cerebro y la mente, porque si no lo sabemos, no podremos crecer emocionalmente ni tener relaciones saludables.

Está comprobado que el cerebro es el órgano que Dios nos dio para que tengamos relaciones saludables y para poder conectarnos con otros seres humanos. Ya hemos estudiado que la mente tiene dos dimensiones: la consciente y la subconsciente. Hoy nos enfocaremos en la subconsciente.

Tu subconsciente te dirige. ¿Esto qué quiere decir? La neurociencia ha comprobado que el 95% de todas tus decisiones de todos los días vienen de tu subconsciente, no del consciente. Esto implica que no estás consciente de las decisiones que estás tomando, pues su origen radica en el subconsciente, lo cual es impresionante, ya que el subconsciente está relacionado con toda la programación y experiencias que has tenido en tu vida. No importa si son positivas o negativas, están almacenadas en tu subconsciente, en tu memoria y, a través de la amígdala del cerebro, la cual regula las emociones, tú te expresas, conectas y tomas decisiones con relación a la experiencia que has elegido. Lo ilustro con la historia de una paciente que me dice: Pastor, usted no conoce mi vida, voy a contarle, cuando yo tenía 5 años de edad mi mamá me enseñó a hacer pupusas y cuando estas se me quemaban, mi madre me las pegaba en la cara porque decía que yo tenía que aprender a que no se quemaran, pues nosotros dependíamos y vivíamos de la venta de las pupusas; a los 5 años yo ya trabajaba y era la criada de mi mamá; cuando yo hacía algo que no le gustaba a ella, ella le pedía a mis dos hermanos que me cargaran, ellos me levantaban, ponían palitos calientes en el piso y me ponían encima de los palitos para que yo me quemara; ese fue el tipo de castigo, de maltrato que yo recibía de mi madre.

Invitamos a la madre a terapia y vino también. La madre me dice: usted no sabe toda la historia, el padre de esa niña me dijo que me amaba con toda su vida, tuvo relaciones sexuales conmigo, quedé embarazada y después que la niña nació él me abandonó, se fue con una muchacha joven; mi hija salió con la misma cara del padre y cada vez que la veía me venían recuerdos de odio, el recuerdo de ese hombre malvado que me dejó por aquella joven y todo lo que yo quería hacer era desquitarme con ella y, hacerle lo que no pude hacerle a ese malvado que me dejó.

Esa niña estaba sufriendo por la experiencia traumática que esta madre había tenido en el pasado y todo eso estaba allí en el subconsciente. Las decisiones que ella estaba tomando con respecto a su hija, eran decisiones basadas en esa experiencia que tuvo con esa persona y la niña no tenía la culpa. Pero, el subconsciente, ese piloto automático que estaba dirigiendo la vida de esa madre, la llevaba a descargar todo su odio, toda su ira sobre esa niña infeliz.

El subconsciente es algo extraordinario porque todo lo que hemos experimentado está allí guardado. Y tal vez estés pensando “el subconsciente es un fastidio”, pero no, Dios creó al humano con un subconsciente para que éste pueda sobrevivir en la vida. Imagínate que todo lo que tú has experimentado, ya sea positivo o negativo, todos los traumas y situaciones difíciles, estén en el consciente, en tu presente, no podrías sobrevivir. Dios permite que todas las experiencias difíciles estén en el subconsciente y que éste se encargue de automatizar, regular, de procesar todo eso de forma automática, sin que nosotros tengamos que estar conscientes de las reacciones que estamos teniendo. Por ejemplo, cuando yo aprendí a manejar fue difícil para mí. Yo le insistía a mi padre que me dejara manejar, que yo sabía cómo hacerlo, pero él me decía que tomara en cuenta que era un auto de cambio, que hundiera el croche y lo sacara lentamente para que el auto pudiera avanzar. Yo era apenas un adolescente, creía que sabía todo. Me subí al carro, lo encendí, hundí el croche y cuando lo solté, el carro saltó y se quedó en el mismo lugar. Pero, poco a poco, mi papá me fue enseñando hasta que pude aprender a manejar. No era fácil al principio porque tenía que sacar el croche de una forma, acelerar de cierta forma, frenar con el pie derecho, mantener la vista al frente.  Pero, ¿cómo es posible que hoy en día pueda manejar, hacer todas esas cosas y no estar consciente de todo lo que estoy haciendo? Simplemente porque todo ese mecanismo, ese aprendizaje, fue registrado en el subconsciente y éste se encarga de que yo trabaje y funcione, haga lo que tengo que hacer de forma efectiva porque todo lo hace automáticamente.

¿Cómo podemos aplicar todo esto en nuestra vida? Tal vez eres una persona que no puede controlar su ira debido a experiencias difíciles que has tenido en tu pasado; Tal vez viviste una experiencia de violencia doméstica y el comportamiento que aprendiste, que quedó registrado en tu subconsciente, allá, en donde veías a tu padre golpeando, pisoteando, maltratando a tu madre, es el mismo comportamiento que hoy estás llevando a cabo en tu vida, en tu matrimonio, con tus hijos. ¿Por qué? Porque es el comportamiento aprendido, la experiencia que has tenido y que está en tu subconsciente, que automáticamente, como si vivieras en piloto automático, estás repitiendo el mismo comportamiento malsano que aprendiste en tu infancia.

Tal vez eres una persona penosa, tímida, y eso es por alguna experiencia. Automáticamente tu subconsciente te lleva a comportarte de esa forma y no estás consciente de que lo estás haciendo, simplemente es algo aprendido en el pasado.

Yo te desafío a que continúes leyendo nuestras publicaciones, pues vamos a continuar disfrutando y aprendiendo sobre cómo funciona el subconsciente y cómo podemos crecer en nuestras relaciones familiares, mejorar nuestras relaciones con amigos, hermanos de iglesia y, cómo tener inteligencia emocional.

Dios te llama para que ames a tu prójimo como a ti mismo. Dios te llama a ti para que aprendas a amar. Es un mandamiento

Con nosotros vas a aprender cómo crecer emocionalmente para que puedas reflejar la imagen relacional del Dios que te ha creado.

Dios te bendiga.

El Poder de la Mente

El poder de la mente

Hemos estado estudiando la historia del Pueblo de Israel y por qué solamente dos hombres de los que salieron de Egipto entraron a la Tierra prometida. Hemos visto cómo ellos tenían dificultades con su naturaleza pecaminosa y no permitieron que el Espíritu de Dios transformara sus vidas. Pero, también, fuimos más allá y descubrimos la importancia de crecer emocionalmente. Tu crecimiento espiritual debe estar conectado a tu crecimiento emocional. No puedes crecer espiritualmente si no creces emocionalmente.

La pregunta es, ¿por qué me cuesta crecer emocionalmente? Yo quiero crecer emocionalmente, quiero ser diferente, tratar mejor a mi esposa(o), tener una mejor relación con mis hijos, tener relaciones saludables con mis compañeros de trabajo y mis hermanos de Iglesia. Pero ¿por qué me cuesta? ¿En dónde está el problema? Vamos a analizar en dónde está.

¿En dónde estuvo el problema del Pueblo de Israel? A ellos les costaba crecer emocionalmente. He llegado a la conclusión de que a nosotros nos cuesta por falta de conocimiento. ¿Esto qué quiere decir? Que a menos de que se conozca cómo trabaja la mente no vamos a poder crecer emocionalmente.

Dios nos creó de una forma increíble. Cada parte del cuerpo tiene una función: los brazos, ojos, pies, manos. A menos de que se aprenda cómo funciona cada parte del cuerpo, practique, y se usen con eficiencia y sabiduría, no van a poder funcionar correctamente, vamos a tener limitaciones. Por eso aprendemos a mover los brazos, manos, piernas y pies. Y, lo hacemos de una forma inconsciente.

Dios nos dio un órgano que nos permite conectarnos y tener relaciones saludables con otras personas. Es el cerebro. Dios lo puso en nuestro cuerpo para permitirnos conectarnos y tener relaciones saludables con otras personas. La neurociencia hoy comprueba esto. Comprueba que el cerebro es el órgano creado para conectarnos con otros seres humanos, crecer emocionalmente y tener inteligencia emocional.

Luego de 2 o 3 años de haber llegado a los Estados Unidos, mi familia y yo decidimos comprarnos un Cadillac. Estábamos los 5, pues tengo 2 hermanos. Estábamos en Filadelfia y decidimos comprarlo. No era del año. Era 4 años más antiguo que el último modelo, pero era estupendo. Tenía amortiguadores eléctricos, no se sentía nada. Estábamos acostumbrados a andar en autos viejitos Toyota, Honda, pero ahora con el Cadillac, sentíamos que flotábamos en las nubes. No podíamos creer lo que pasaba cuando manejábamos ese carro tan sofisticado y tan eficiente. Pero, llegó el día en el que teníamos que ponerle combustible y estaba casi vacío el tanque. Nos subimos los 5 en el auto, porque queríamos vivir por primera vez la experiencia de echarle combustible. Cuando llegamos a la estación, empezamos a buscar en dónde estaba el botón para abrir la puertecita para poder echarle combustible y empezamos a comparar, buscando en donde los Toyotas y los Hondas tenían la puertecita. Eran los autos que habíamos tenido antes. Así que empezamos a frustrarnos y a mirarnos. Buscamos en el manual. Estaba en inglés y no sabíamos nada de inglés. No entendíamos.

En eso llega la persona encargada de expender el combustible y nos dice: ¿por qué están parados ahí y no le ponen combustible al carro? Hay una fila de carros esperando que ustedes terminen para poder poner combustible. Nosotros con nuestro idioma, tratando de explicarle que no podíamos abrir la puerta. La persona nos dijo: esto es muy fácil, no es complicado, lo que tienen que hacer es empujar la puertecita y ella se abre sola. Estábamos muy sorprendidos, ¡no sabíamos!

Teníamos un gran carro, sofisticado y bueno, pero de nada servía el carro si no sabíamos cómo ponerle combustible, pues si no, no anda. Lo mismo pasa con nosotros. Si no sabemos cómo funciona nuestro cerebro, nuestra mente, cómo operar esta maquinaria que Dios ha puesto en nuestro cuerpo, no vamos a poder crecer, ni conectarnos, ni cambiar esos hábitos, patrones, conductas malsanas que tenemos.

Hay poder en la mente. Un poder increíble. Es más, ella controla todo el cuerpo. Hoy en día, hay científicos que dividen la mente en dos áreas: mente consciente y mente subconsciente. Esas son las dos dimensiones de la mente. Freud divide la mente en una tercera dimensión. Pero, vamos a concentrarnos solo en la división entre mente consciente y mente subconsciente.

La mente consciente es todo lo que tú recuerdas hoy, tu memoria, tu presente, el ahora, la memoria a corto plazo. Tiene un papel sumamente importante. Por ejemplo, ella procesa 40bits por segundo, y ahí es donde está el pensamiento positivo, la identidad, la creatividad. Todo eso está en la mente consciente. Pero, la mente subconsciente es la parte importante.

Si comparamos la mente con un témpano de hielo, esa parte de arriba en la superficie es solo el 10% de su totalidad. La parte grande no se ve, está debajo de la superficie. En el cerebro y la mente ocurre lo mismo. La mente consciente es lo que ocurre en el presente, es la punta del iceberg. Lo más importante para nosotros está en el subconsciente, en la base del iceberg. Lo que determina lo que somos, cómo nos comportamos, está en el subconsciente porque ahí se guardan todos los recuerdos traumáticos, emotivos, todas las cosas que están influyendo en mi comportamiento. Todo está guardado allí. Esto determina cómo vamos a reaccionar ante determinada situación, lo cual es fascinante.

Termino con esta historia: mi papá tenía una moto y estábamos en Cuba y yo tenía alrededor de 8 años cuando un día la moto se deslizó, nosotros salimos despedidos para un lado y la moto para otro. Yo tengo un recuerdo muy claro de que mi cabeza quedó a pocos centímetros de la rueda gigante de un camión, lo cual fue un trauma para mí. Desde ese momento yo no me he podido subir más a una moto. ¿Por qué? Fíjense, esto es lo grande del subconsciente: este se prepara de antemano, ayuda a recordar las cosas difíciles que te han ocurrido y de forma subconsciente, te prepara, evita que repitas o que te expongas a problemas, emergencias y situaciones que causaron problemas en tu vida. Cada vez que pienso en subirme en una moto, el subconsciente me dice: acuérdate de lo que te pasó. Y no he podido hacerlo nuevamente.

Es importante que descubras el poder de la mente. Especialmente del subconsciente.

Seguiremos analizando cómo el 95% de todos los comportamientos y decisiones que tomamos diariamente vienen del subconsciente, de todas las experiencias que tenemos almacenadas, grabadas por la vida en nuestra mente.

Yo te invito a que continúes leyendo nuestras publicaciones y disfrutes, entiendas y descubras cómo crecer emocionalmente, para que puedas tener relaciones saludables. Y también te invito a visitar mi página www.drduany.org para que puedas aprender mucho más.

 

Dios te bendiga.

No hay crecimiento espiritual sin crecimiento emocional

¿Cómo podemos crecer emocionalmente, sanar, amar a Dios y a nuestro prójimo?

La tarea más importante que tenemos como seres humanos es aprender a amar a Dios y a nuestro prójimo. No hay nada más importante en este mundo que aprender a amar. Hemos estado estudiando cómo el Pueblo de Israel, esa generación que salió de Egipto, quedó muerta en el desierto y solo entraron dos hombres a la Tierra prometida: Josué y Caleb. Esto sucedió simplemente porque no permitieron que el poder de Dios cambiara sus vidas, pero más que eso, no crecieron emocionalmente.

Ya hemos estudiado las diferentes etapas en las que una persona puede estar emocionalmente. Y hoy quiero seguir profundizando en este tema. Y quiero comenzar con el siguiente planteamiento: es imposible ser espiritualmente maduro mientras se permanece emocionalmente inmaduro. Es imposible. Al mismo tiempo que yo crezco espiritualmente, debo crecer emocionalmente, porque el Espíritu que produce el crecimiento espiritual es el mismo Espíritu que produce el crecimiento emocional.

Veamos la vida de los discípulos de Jesús. Él estuvo con ellos por 3 años y si se analiza la vida de todos ellos, especialmente la de Pedro al que le llamaban el Hijo del trueno, tenían problemas en su crecimiento emocional, no sabían cómo expresar sus emociones a pesar de estar cerca de Jesús. Y yo me dirijo a ese líder, padre de familia, que va todos los Sábados a la iglesia, cree en Dios, que ha experimentado una conversión: puede que sientas que tienes crecimiento espiritual y que en realidad no lo tengas, pues este tiene que ser proporcional a tu crecimiento emocional. No puedes estar el Sábado en la mañana en la iglesia orando, cantando, alabando el nombre del Señor y luego en la tarde maldecir con tus labios, usar tu lengua para criticar, para censurar, no saber controlar tus emociones, porque entonces, ¿en dónde está el Espíritu de Dios? Porque el Espíritu que te ayuda a tener un corazón lleno de amor hacia Dios es el mismo Espíritu que te ayuda a tener un corazón lleno de amor hacia tu prójimo. “Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros” (Juan 13:34).

Aún momentos antes de su crucifixión, cuando Jesús estaba con sus discípulos en el huerto de Getsemaní fue apresado, Pedro tomó su espada y cortó la oreja del que estaba allí. Muestra de que Pedro no sabía manejar sus emociones, no había logrado crecer emocionalmente.

Tal vez ese pudiera ser tu caso y por eso luchas; Estás tratando; Vas a la iglesia, oras, pides al Señor que te ayude a cambiar, porque tu esposa(o) te dice que la forma en la que le hablas no es correcta, no tienes una buena relación con tus hijos y ves que tu familia no es saludable, porque no has descubierto este aspecto que es tan importante en la vida de todo ser humano.

La forma en la que crezco espiritualmente debe ser la misma en la que debo crecer emocionalmente. La Biblia dice en Efesios 4:13-17: “hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios para ser un hombre de plena madurez hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Es decir, Pablo le está diciendo a la iglesia de Éfeso: necesitamos alcanzar una madurez, una estatura; “Esto para que ya no seamos niños sacudidos a la deriva, y llevados a dondequiera por todo viento de doctrina, por estratagema de hombre que para engañar emplean con astucia las artimañas del error”. Es decir, hubo una etapa en tu vida en la que te comportaste como un niño, espiritualmente y emocionalmente hablando, pero se espera que madures, que crezcas, que desarrolles esa mente de Cristo que te lleva a reflejar la imagen de Dios en tus relaciones.

El versículo culmina diciendo que siguiendo la verdad con amor crezcamos. Aquí está la palabra “crece”, nuevamente. Crezcamos espiritualmente y emocionalmente, en todo, hacia Aquel que es la cabeza, Cristo. En el versículo 16 encontramos: de parte de Él todo el cuerpo, bien concertado, bien entrelazado por la cohesión que aportan todas las coyunturas, recibe su crecimiento de acuerdo con la actividad dada a cada uno de los miembros para ir edificándose en amor. Dios espera que crezcamos, que maduremos. Y, ¿qué quiere decir maduro?: completo, íntegro, perfecto, bien desarrollado.

En 1 de Corintios 13:11, Pablo, hablando sobre la excelencia del amor dice: cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño, pero cuando llegué a ser hombre, dejé lo que era de niño. Aquí está uno de los problemas que pudiéramos estar teniendo. Estamos en la iglesia y llevamos años participando del rito de la Santa Cena, alabando al Señor, yendo a la iglesia con nuestra familia, pero seguimos comportándonos como niños, seguimos peleando, seguimos con las mismas costumbres y hábitos malsanos que teníamos cuando estábamos fuera del Reino de Dios. Y Pablo nos dice: hubo una época en tu vida cuando fuiste niño, pero cuando te encuentras Con Cristo Jesús, cuando el Espíritu de Dios toma control de tu mente, se espera un crecimiento, un cambio, que alcances una estatura, que seas transformado.

Esa transformación que viene a hacer el Espíritu en tu mente es una transformación espiritual y emocional en donde Él la renueva, te ayuda a pensar, a manejarla y a hacerla como la de Cristo. Porque en donde está el Espíritu de Dios, no puede estar el odio, el rencor, las emociones negativas, que te llevan a pecar, a destruir la vida de las personas que están a tu lado.

Gálatas 5: 22-23 nos habla de ese fruto del Espíritu que recibes cuando ese Espíritu viene a hacer la transformación espiritual y emocional en tu vida. Recordemos que estos frutos son el amor, el gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, mansedumbre, templanza, dominio propio. Es decir, que el dominio que tú necesitas para reflejar la inteligencia emocional que Dios te ha dado es parte de los frutos del Espíritu.

Si estás luchando en tu vida, con una mente que no ha sido transformada, con emociones que no has podido controlar, si sientes que no tienes relaciones saludables con tu esposo(a), hijos, comunidad, es hora de que te detengas y le pidas al Señor: transfórmame, transforma mi mente, quiero tener dominio propio. Es hora de que lo invites a que venga a hacer una obra especial en tu corazón.

Que Dios te bendiga y te guarde y que estas líneas te ayuden a crecer, a dejar de actuar como un niño emocionalmente hablando y comiences a alcanzar la madurez en Cristo Jesús

No puedes sanar sin aprender a amar

[vc_row][vc_column][vc_column_text]¿Por qué fracasó el pueblo de Israel?, ¿por qué de esa generación que salió de Egipto, lograron entrar solo 2 personas: Josué y Caleb? El pueblo de Israel fracasó por la naturaleza pecaminosa que tenía. Y tal vez, la razón por la que tú llevas una vida de fracasos en tu relación matrimonial o en tu familia es por la naturaleza pecaminosa que tienes. Aprender a amar te dará más estabilidad.

A pesar de que tenemos esta naturaleza, consideramos que no es excusa para no poder lograr nuestros sueños o tener familias saludables, porque el mismo Dios que liberó al pueblo de Israel de las garras de Faraón, es el mismo Dios que hoy está presente en nuestras vidas y nos libera de las garras de Satanás para que podamos experimentar una nueva transformación y una nueva vida en Cristo Jesús. En este articulo hablaremos de la importancia de aprender a amar para poder sanar.

Madurar emocionalmente para aprender a amar

Estudiemos este tema un poco más a fondo. Hay un factor que muchas veces no tomamos en cuenta dentro del estudio del crecimiento espiritual y es la naturaleza pecaminosa. Esto tiene que ver con que muchas veces no crecemos espiritualmente porque no crecemos emocionalmente. Tu crecimiento emocional influye en gran medida en cómo te comportas con tu familia y en tus relaciones.

Esto quiere decir que, si quieres aprender a amar, necesitas aprender algo: amar es algo que se aprende y tu capacidad para manejar tus emociones, tu inteligencia emocional, tiene mucha relación con cómo vas a aprender a amar, cómo vas a expresar ese amor hacia tu esposa o esposo, tus hijos, tu familia.

Muchas veces no crecemos porque no maduramos emocionalmente. Y este era el problema del pueblo de Israel. Ellos fueron liberados de Egipto. Dios estaba presente, pero ellos nunca crecieron emocionalmente. ¿Esto qué quiere decir? Vamos a analizarlo. Cada vez que ellos tenían un problema, estrés o una crisis en sus vidas, ¿Cómo manejaban sus emociones?

La palabra de Dios tiene muchos ejemplos que muestran que ellos perdían el control. En el primer momento, ellos tendían a querer murmurar en contra de Moisés, de los líderes del pueblo de Dios y en contra de Dios mismo. Tomaban piedras para eliminar, matar, acabar con los líderes del pueblo de Dios porque no estaban satisfechos con la forma en la que Dios había estado conduciendo sus vidas. Y hoy, muchas veces, ocurre lo mismo en muchas relaciones; Los miembros de la familia discuten, pelean, pierden el control porque no tienen la capacidad emocional para controlar sus emociones. Por eso hay muchas familias en crisis.

Yo, como terapeuta, tengo muchos casos de personas que vienen a consulta destruidas diciendo: mi esposo(a) me dijo palabras que me han herido emocionalmente, mi esposo(a) hizo cosas que no puedo repetir aquí. Esto se debe a que ese esposo o esa esposa no supo manejar sus emociones.

Crecer espiritualmente para sanar

Muchas veces no crecemos espiritualmente porque no crecemos emocionalmente. Una persona puede tener 50 años, pero comportarse como un niño o un adolescente emocional, porque su crecimiento emocional no es proporcional al crecimiento biológico. Hay muchas personas que están confundidas en este aspecto y en mi consulta me encuentro con muchos casos, en los que las personas no entienden la importancia de crecer emocionalmente.

Tu crecimiento emocional no será proporcional a tu crecimiento, a menos que tú, intencionalmente, te propongas crecer, madurar, cambiar tu forma de pensar, reflejar la mente de Cristo. De otra forma, no lograrás crecer emocionalmente. Y es por esto que en tu relación como esposo o esposa manifiesta comportamientos que te sorprenden y te preguntas ¿de dónde salen estas cosas?, ¿por qué lo bueno que quiero hacer no lo hago y entonces lo malo que quiero hacer, eso termino haciendo ?

Eso ocurre, simplemente, porque no ha crecido emocionalmente. Y como no lo has hecho, no sabes cómo manejar tus emociones, no tienes inteligencia emocional, no entiendes las emociones de tu esposa, esposo, hijos, y terminas gritando, manifestando emociones negativas de una forma que Dios no quiere. Simplemente porque no ha crecido emocionalmente.

Tu crecimiento emocional sí debe ser proporcional a tu crecimiento espiritual. Lo que quiere decir que de la misma forma en la que crece espiritualmente necesita crecer emocionalmente. El mismo Espíritu que produce el crecimiento espiritual, es el mismo que produce el crecimiento emocional.

Tal vez llevas muchos años en el Reino de Dios y conoces la Biblia completamente. Tal vez estás casado(a) y tienes una familia, pero nada de esto va a tener valor o relevancia a menos que crezca emocionalmente. No se concibe una persona que crezca espiritualmente y que no crezca emocionalmente porque el mismo espíritu que produce ambos crecimientos debe estar presente.

Los frutos del espíritu en nuestra vida

Si vamos al libro de Efesios, notaremos que Pablo habla del fruto del Espíritu: amor, gozo y paz. Esos frutos los producen el Espíritu Santo. Esto significa que no debe suceder que vayas a la iglesia, cantes, lea la Biblia y al regresar a tu casa maltrates a tu esposo o esposa, a tus hijos, les hables de forma indebida, no tengas paciencia, tolerancia, dominio propio. Porque, el mismo Espíritu que te lleva a adorar, a tener la presencia de Dios en tu vida, es el mismo que te ayuda a controlar tus emociones.

Debido a esta confusión, hemos decidido presentar este mensaje “Amar se aprende”.

La Universidad de Yale ha comprobado y tiene muchos artículos que muestran que el 80% del éxito de las personas está basado en la capacidad y en la inteligencia emocional que se tiene.

Tal vez estás luchando con tu familia, con tu matrimonio, quieres un matrimonio saludable, quieres aprender a amar a Dios ya otras personas, pero ves que en medio de esa lucha fracasa, como el pueblo de Israel, te rindes porque no sabes cómo hacerlo .

Hoy te desafío a aprender algo nuevo: si quieres aprender a amar necesitas crecer, madurar emocionalmente, alcanzar la estatura de Cristo, su mente. Esto quiere decir que necesita alcanzar y desarrollar las emociones que Jesús experimentó. Eso es tener la mente de Cristo. Tú lo puedes lograr. También te desafío a que intencionalmente comiences a crecer emocionalmente. Y con este tema vamos a mostrarte cómo crecer y desarrollar la inteligencia emocional.

A través de estas líneas, te queremos ayudar a alcanzarlo. También puedes adquirir el libro “Amar se aprende” en este enlace. 

También puedes adquirirlo en Amazon.

Tú puedes aprender a amar y así transformar a las futuras generaciones.

Dios te bendiga.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

No hay excusas para maltratar a otras persona

No hay excusas para maltratar otras personas. Repasemos la historia del Pueblo de Israel. Dios lo saca de Egipto con Su mano poderosa, lo lleva a través del desierto y, una travesía que debió haber tomado días, se convierte en una que dura 40 años. Llega un momento en esa travesía en el que Dios le dice al Pueblo de Israel: “¿hasta cuándo van a darles vueltas a las mismas montañas, a seguir?, ¿hasta cuándo?, ¿hasta cuándo van a estar en los mismos problemas?

Esto aplica también a nuestras vidas. En nuestras relaciones, Dios nos dice lo mismo: “¿hasta cuándo vas a estar en los mismos problemas, en las mismas montañas, críticas, situaciones, comportamientos malsanos, que destruyen las relaciones, el matrimonio, las familias, ¿hasta cuándo? Dios nos está pidiendo que marchemos, que alcancemos su sueño, que alcancemos el ideal. Y hoy, yo quiero profundizar en esta línea de pensamiento.

La pregunta es, si Dios tenía como sueño llevar a su pueblo a la Tierra prometida y el Pueblo de Israel salió después de más de 400 años de Egipto con la mano poderosa de Dios, ¿por qué toda esa generación que salió de Egipto, hombres, murieron en el desierto y solamente Josué y Caleb entraron a la Tierra prometida?, ¿en dónde estuvo el problema? Y aquí vamos a estudiarlo con detenimiento, el porqué del problema, ¿por qué ellos no entraron?, ¿por qué quedaron muertos en el desierto?

Es el mismo problema que tú y yo tenemos: ¿por qué presentamos los problemas que hoy tenemos en nuestros matrimonios y familias?, ¿por qué hacemos las cosas que no queremos hacer?

Su vida y su naturaleza pecaminosa

Analizando el porqué del problema, lo primero que nos viene a la mente es que actuamos como lo hacemos por la naturaleza pecaminosa que tenemos. Es cierto, en salmos 51:5 dice “en pecado me concibió mi madre”. Es decir, que desde que estábamos en el vientre de nuestras madres, somos pecadores y actuamos como actuamos por la naturaleza pecaminosa que tenemos.

El Pueblo de Israel salió libre de Egipto con la mano poderosa de Dios. A pesar de que ellos fueron liberados de Egipto, en sus mentes, ellos seguían siendo esclavos. Estaban en servidumbre. No experimentaron el poder de Dios, ni la transformación que ocurre cuando nos exponemos o permitimos que el poder de Dios transforme nuestras vidas.

Su vida y su naturaleza pecaminosa los llevaban a actuar de la forma en la que lo hacían. Y lo mismo ocurre en nuestras vidas. Aquí estamos, hemos sido liberados por la mano del Dios Todopoderoso, hemos sido liberados de Egipto, que hoy es el mundo. Dios nos ha traído a Su Reino, hemos experimentado el bautismo, hemos participado de la Santa Cena. Pero, a pesar de que hemos hecho todas estas cosas, a pesar de que hemos sido liberados por el poder de Cristo Jesús, aún seguimos cometiendo y repitiendo los mismos problemas que hemos estado teniendo. Y, ¿por qué lo hacemos?: producto de nuestra naturaleza pecaminosa.

Ahora, lo lindo de todo esto es que no hay excusas para decir: yo maltrato a mi esposo o esposa, a mis hijos, o actúo de esta manera con mi familia porque soy pecador desde el vientre de mi madre. Porque no, el pecado no se puede justificar. Dios liberó al Pueblo de Israel de Egipto, lo liberó de la esclavitud para que ellos fueran libres y experimentaran Su presencia; Y te ha liberado a ti para que también la experimentes y para que experimentes una transformación, una nueva vida. Es decir, no hay excusas para maltratar o hablar airadamente a un esposo o esposa, para dejar de amar, para tener los comportamientos malsanos, destructivos que tú pudieras estar teniendo. Porque, si hubiese excusas, Jesús no habría venido a morir por nosotros.

En el pecado no hay excusas. Tu mal comportamiento no tiene excusa, porque Jesús vino a morir por nuestros pecados en la Cruz del Calvario para que hoy nosotros pudiéramos alcanzar una nueva vida, una nueva mente, para que pudiéramos ser transformados. No hay excusas.

Como terapeuta muchas veces me encuentro con personas que llegan a mi oficina diciendo: Pastor, es que yo actúo de esta forma por el pasado que he tenido. Es verdad, el pasado puede tener una gran influencia. Yo actúo como actúo porque es lo que he hecho durante toda mi vida. Todo eso puede ser verdad, pero no hay excusas. Dios quiere transformarte. Dios quiere hacerte una nueva criatura.

Hay una anécdota que todos conocemos, la del escorpión con la ranita: Estaba lloviendo en el pantano y la ranita deseaba cruzar al otro lado, y el escorpión le dice que quiere cruzar también al otro lado: permíteme subirme en tu espalda y así poder ir contigo al otro lado, porque aquí en donde estoy las cosas no están muy bien; Y la ranita dudaba, le dijo: ¿tú crees que yo soy tonta? Si te dejo subir en mi espalda, tú me vas a picar y ambos moriremos ahogados…

El escorpión le dice: yo no te voy a picar, porque si lo hago ambos moriremos, por lo que la ranita accedió, lo dejó subir en su espalda y, cuando estaban a mitad del lago, el escorpión picó a la ranita. Esta le preguntó que por qué lo había hecho si le había prometido que no lo haría. El escorpión responde: es que sentí dentro de mí algo que no pude controlar y fue por eso por lo que te piqué. Entonces ambos murieron ahogados.

Esa anécdota nos demuestra que tenemos una naturaleza pecaminosa que, sin darnos cuenta, inconscientemente, nos lleva a hacer lo que hacemos.

Pablo decía, en Romanos 7, “lo bueno que quiero hacer no lo hago, y lo malo que no quiero hacer, eso hago”. Hay muchos matrimonios y familias que tienen esta experiencia y están luchando en sus relaciones; Esposos que no quieren maltratar o hablarle de una forma negativa a su esposa, de una forma que está destruyendo a sus hijos; Esposos y esposas que están luchando con esa naturaleza y dicen que lo bueno que quieren hacer no lo hacen y lo malo que no quieren hacer, eso hacen.

No hay excusas!! Dios te ha hecho una nueva persona

Yo tengo buenas nuevas para ti: ese Dios que liberó al Pueblo de Israel de las garras de Faraón, es el mismo Dios que hoy está en tu familia, en tu vida, en tu relación matrimonial. Ese Dios te quiere dar paz, liberación y victoria.

Es posible vencer, no importa la condición pecaminosa que tengas, ni el pecado que hayas cometido en el pasado, en dónde hayas estado, Dios te puede liberar, dar la victoria, puedes tener una nueva mente, puedes aprender a amar a tu esposo o esposa, a tu familia y a tus hijos. Puedes ser una nueva criatura en Cristo Jesús, porque todo lo puedes en Cristo que te fortalece (Filipenses 4:13).

Hoy te desafío a que confíes en el Dios que instituyó el matrimonio y la familia. Ese Dios te quiere bendecir, liberar y hacer de ti una nueva criatura. Que la experiencia que ocurrió en el pasado con el pueblo de Israel no ocurra en tu vida. Deseo que hoy tú puedas aprender a triunfar en Cristo Jesús.

 

Dios te bendiga y te guarde.

 

 

Aprendiendo a amar

Yo pensaba que sabía amar. Estaba casado con mi hermosa esposa, Zoraida, y estaba listo para hacerla feliz por el resto de su vida. Tenía la confianza de que haber crecido en un hogar Adventista era más que suficiente para hacer de mí un buen esposo.

Sin embargo, cuando la Luna de miel llegó a su fin, empecé a ver todas las imperfecciones de mi esposa y de repente empecé a maltratarla de formas en las que nunca pensé que lo haría. Las buenas conductas que quería practicar con ella, no las ponía en práctica, y las malas conductas que nunca pensé que mostraría, las mostré. Tuve el mismo problema que Pablo describe en Romanos 7:19, “porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”.

¿Cuál era el problema? La respuesta que normalmente usamos para este asunto es que somos pecadores y que tenemos una naturaleza pecaminosa, lo cual es correcto, pero no era una excusa que yo podía usar para justificar mi comportamiento negativo. Otro aspecto consistía en que no sabemos cómo amar. Pero ¿cómo podía decir que no sabía cómo amar si había estado enamorado casi toda mi vida? No es lo mismo decir que estamos enamorados a que sabemos cómo amar. Me refiero al amor Ágape. Ese amor divino que es sacrificado e incondicional. El amor descrito en la Biblia en 1 Corintios 13, que no está gobernado por una emoción, sino por un principio.

Entonces, ¿por qué yo no sabía cómo amar? No lo sabía porque la forma en la que yo demostraba amor estaba conectada con mi falta de crecimiento emocional. Mi crecimiento biológico no era proporcional a mi crecimiento emocional. En otras palabras, yo podía tener 50 años, pero todavía me comportaba como un niño emocionalmente hablando.

La Neurociencia generalmente divide la mente en dos dimensiones: la mente consciente y la subconsciente. La primera, es aquella que está a cargo de tu memoria a corto plazo, todo lo que tienes en el presente. La segunda, es la que comanda tus acciones involuntarias, pensamientos automáticos, emociones, sueños, intuición e impulsos. Lo importante acerca de estos conceptos es que, de acuerdo con la literatura psicológica, la mente subconsciente es la que dirige tu vida. De hecho, 90 por ciento de todas las decisiones que tomas diariamente vienen de tu mente subconsciente.

Nuestra mente subconsciente lleva a cabo ciertas acciones antes de que podamos pensarlas de forma consciente, y, por lo tanto, impactan nuestro libre albedrío. Estas “pequeñas voces” no son más que meros pensamientos que emergen automáticamente en nuestras mentes. Ellos son parte de un libreto de vida interno que nos dice a dónde ir y qué hacer. Este libreto determina la forma en la que interpretamos el mundo y nuestra forma básica de ser. Inconscientemente, hemos ido desarrollando un libreto de vida desde la infancia. Estuvimos bajo la influencia de nuestras figuras de apego, especialmente nuestros padres o las personas más cercanas a nosotros y ahora estamos casi obligados a representar a estos individuos en nuestras vidas. Esto explicaba perfectamente la razón por la cual yo estaba comportándome de mala manera con mi esposa, en formas que herían sus sentimientos. Mi vida era guiada por el guión de vida que había recibido de mis padres.

Un guión de vida es la programación mental que afecta nuestras vidas. Nos da el lenguaje que queremos utilizar y las acciones que vamos a llevar a cabo. No es fácil estar totalmente consciente del libreto de vida que se sigue, pero buscar responder las preguntas complicadas sobre nuestra existencia marca la diferencia entre conformarse con la corriente del “esto es lo que hay” y el verdadero seguimiento del camino a un corazón sano. Hoy en día, todos vivimos un guión de vida influenciado por alguien de nuestro pasado. Esta es la razón principal por la que necesitamos aprender a amar. Estamos reviviendo la misma dinámica emocional que teníamos en nuestras familias y si nuestros padres no tuvieron la intención de enseñarnos cómo amar, probablemente tendremos dificultades para demostrar nuestro amor a otras personas.

Todos vivimos el amor de una forma limitada hasta que aprendemos cómo transformar nuestras vidas y, el hecho de que alguien no ame puede deberse a la falta de conocimiento sobre el amor. Si quisiéramos aprender sobre autos, sin duda lo haríamos a través de un estudio diligente sobre los mismos. Si quisiéramos ser chefs, seguramente aprenderíamos las artes culinarias e incluso trataríamos de tomar unas clases de cocina. Sin embargo, difícilmente nos parecerá obvio que, si queremos dar y recibir amor, deberíamos dedicar, aunque sea un poco más de tiempo, como el mecánico o el chef, a estudiar y aprender a amar. Ningún mecánico o cocinero creería jamás que el mero hecho de solo querer obtener conocimiento en estos temas los hará expertos. Lo mismo sucede con el amor. Es necesario aprender a amar y ser amado.

¿Cómo aprendemos a amar? Primero, necesitamos aprender la autoconsciencia. No podemos cambiar lo que no conocemos. Necesitamos encontrar, con la ayuda del Espíritu Santo, las imperfecciones que tenemos en nuestras vidas que nos alejan de Dios y de los demás. En mi caso, si yo quería aprender cómo amar a Zoraida, necesitaba tomar consciencia de que yo no estaba manejando mi enojo de forma correcta. Necesitaba entender los recuerdos o las experiencias que tenía en mi mente subconsciente que no me permitían expresar mi enojo en una forma santa. Los primeros dos capítulos del libro “Amar se aprende”presentan este tema y proveen ejercicios prácticos para ayudar a los lectores a darle sentido a su pasado y cambiar su comportamiento en el presente.

Segundo, necesitamos aumentar nuestra inteligencia emocional. ¿Cómo crecer en esta área? Reflexionando sobre nuestras emociones y poniéndoles el nombre que les corresponde. Practica empatizar contigo mismo(a) y con los demás. Conoce los factores que te estresan. Sé resiliente. Practica responder en lugar de reaccionar. Aumentar la inteligencia emocional es un proceso de toda la vida, así que no te rindas.

Tercero, necesitamos renovar nuestras mentes. La transformación de las mentes es el trabajo del Espíritu Santo. Al final, la tarea más importante que tenemos como seres humanos es aprender cómo amar a Dios y a los demás. El Apóstol Pablo dijo: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Queremos desafiar a nuestras familias a aprender cómo amar y ser amados. Conduciremos seminarios en iglesias, escuela y organizaciones. Proveeremos recursos para todo aquel que quiere aprender a amar. Queremos invitarte a formar parte de esta iniciativa.

Dios te bendiga

Preguntas para comenzar a amar

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Tiempo de Amar. 36 Preguntas para comenzar a amar.

Una de las formas que puedes utilizar para acercarte mas a alguien y comenzar a amar es usando las 36 preguntas de Arthur Aron. En tan solo 45 minutos tu vida puede ser transformada por el poder del amor. El psicólogo Arthur Aron tuvo éxito en hacer que dos extraños se enamoraran en su laboratorio usando 36 preguntas.

La idea central detrás del estudio de Aron es que la vulnerabilidad mutua desarrolla cercanía entre dos personas; y esa cercanía puede desembocar en una expresión mas elevada de amor y ternura. En realidad, hacerse vulnerable con otra persona es difícil. Es por eso por lo que las 36 Preguntas de Aron son una herramienta muy eficaz para desarrollar cercanía y comenzar a amar.

Te desafío a que uses estas 36 Preguntas de Aron para profundizar tus relaciones y puedas aprender a amar sea tu esposo/a, tus hijos o algún ser querido en tu vida. ¿Por qué no comenzar hoy? Nunca es tarde para aprender a amar. Comparte este ejercicio y déjanos saber cual fue tu experiencia en los comentarios.

Las 36 preguntas para comenzar a amar de Arthur Aron

Recuerda que escuchar con cuidado las respuestas del otro es tan importante como hacer las preguntas.

Set I

  • ¿Si pudieras elegir a cualquier persona del mundo, a quién querrías como invitado en una cena?
  • ¿Te gustaría ser famoso? ¿De qué manera?
  • ¿Algunas veces, antes de hacer una llamada telefónica, practicas lo que vas a decir? ¿Por qué?
  • ¿Qué constituiría para ti un día “perfecto”?
  • ¿Cuándo fue la última vez que cantaste para ti mismo? ¿Y para otra persona?
  • Si fueras capaz de vivir hasta los 90 años y conservar ya sea o la mente o el cuerpo de una persona de 30 años, por los últimos 60 años, ¿cuál preferirías?
  • ¿Tienes una corazonada secreta sobre cómo vas a morir?
  • Nombra tres cosas que tú y tu pareja parecen tener en común.
  • ¿Por qué cosa de tu vida sientes más agradecimiento?
  • ¿Si pudieses cambiar cualquier cosa sobre la forma en la que fuiste criado(a), qué cambiarías?
  • Tómate cuatro minutos y dile a tu pareja la historia de tu vida con la mayor cantidad de detalles que puedas.
  • ¿Si pudieses despertarte mañana habiendo ganado alguna cualidad o habilidad, cuál sería?

Set II

  • ¿Si una bola de cristal pudiera decirte la verdad sobre ti mismo(a), tu vida, el futuro, o cualquier otra cosa, qué querrías saber?
  • ¿Hay alguna cosa que has soñado hacer desde hace mucho tiempo? ¿Por qué no la has hecho todavía?
  • ¿Cuál es tu mayor logro en la vida?
  • ¿Qué valoras más de una amistad?
  • ¿Cuál es tu recuerdo más preciado?
  • ¿Cuál es tu recuerdo más terrible?
  • ¿Si supieras que en un año vas a morir repentinamente, cambiarías algo acerca de la forma en la que vives ahora? ¿Por qué?
  • ¿Qué significa la amistad para ti?
  • ¿Qué roles juegan el amor y el afecto en tu vida?
  • Alterna compartiendo algo que consideres una característica positiva de tu pareja. Comparte un total de cinco ítems.
  • ¿Cuán cercana y cálida es tu familia? ¿Sientes que tu infancia fue más feliz que la infancia de la mayoría de las personas?
  • ¿Cómo te sientes con respecto a tu relación con tu mamá?

Set III

  1. Cada uno elabore tres afirmaciones sobre “nosotros”. Por ejemplo, “a nosotros esta habitación nos hace sentir…”
  2. Completa esta oración: “Desearía tener a alguien con quien pudiera compartir…”
  3. Si tú quisieras convertirte en un amigo(a) cercano de tu pareja, por favor, comparte lo que sería importante que él o ella supiera.
  4. Dile a tu pareja lo que te gusta de él/ella; sé realmente honesto esta vez, diciendo cosas que no podrías decirle a alguien que acabas de conocer.
  5. Comparte con tu pareja un momento vergonzoso en tu vida.
  6. ¿Cuándo fue la última vez que lloraste frente a otra persona? ¿Y estando solo(a)?
  7. Dile a tu pareja algo que ya te gusta sobre él/ella.
  8. ¿Si la hubiese, qué cosa es realmente seria(grave) como para bromear sobre eso?
  9. Si murieras esta misma noche, sin oportunidad de comunicarte con nadie, ¿qué es lo que más lamentarías no haberle dicho a alguien? ¿Por qué no se lo has dicho todavía?
  10. Si tu casa, con todo lo que posees dentro, se incendia y luego de salvar a tus seres queridos y mascotas tienes tiempo para dar una última carrera con seguridad para salvar alguna cosa, ¿qué salvarías? ¿Por qué?
  11. De todas las personas que han muerto de tu familia, ¿cuál muerte consideras la más perturbadora? ¿Por qué?
  12. Comparte un problema personal y pídele a tu pareja que te aconseje sobre como él/ella lo manejaría. También, pídele que reflexione y te diga cómo le parece que te sientes sobre ese problema que has elegido expresar.

Comparte este ejercicio para comenzar a amar y déjanos saber cual fue tu experiencia en los comentarios.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Amar se aprende – El libro ya está en Amazon

Si yo quiero aprender cualquier arte en este mundo debo hacer tres cosas: primero, conocer la teoría del arte que deseo aprender; pero, la verdad es que no basta con conocer la teoría del arte. Por ejemplo, si yo conozco la teoría del piano, pero no aprendo a tocar, de nada vale la teoría. Segundo, debo practicar. Debo conocer la teoría y ponerla en practica estudiando todos los días. Es por eso que «Amar se aprende»

Yo toco el piano y recuerdo cómo mis padres me enviaban a tomar clases de piano todas las semanas. Hasta que se dieron cuenta de que yo me iba a jugar con mis amigos y no iba a las clases de piano. Como castigo, mis padres me empezaron a enviar todos los días a estudiar piano a casa de la profesora. Fue esa práctica diaria lo que hizo que yo tocara el piano hoy.

Lo tercero que se debe hacer, es convertir ese arte en parte de la vida. No basta con conocer la teoría y ponerla en práctica; se debe también tomar ese arte como lo más importante en la vida. Hasta que yo no desarrollé pasión por la música no me convertí en un pianista. Yo vivía la música, no había que pedirme que estudiara. El tocar el piano se había convertido en parte de mi ser.

Amar se aprende, como cualquier arte

Lo mismo ocurre con el amor. Todo aquel que nace en este mundo debe aprender el arte de amar. Para aprender este arte, se debe conocer la teoría del amor, ponerlo en práctica y vivir para amar a Dios y a los demás. El libro: Amar se Aprende: Cómo amar y ser amado, es una guía para vivir el amor. Descubrir las creencias limitantes que te impiden experimentar el amor a su plenitud. Puedes conseguir el libro en Amazon: Oprime Aquí.

No puedo respirar – Declaración contra la discriminación racial

[vc_row][vc_column][vc_column_text]¡No puedo respirar, no puedo respirar! es una declaración contra la discriminación racial. Es el clamor no solo de un George Floyd, quien pedía auxilio segundos antes de su muerte, sino de millones de personas en el mundo que son discriminados por su raza, ideas o creencias.  Esas son las voces finales de Eric Garner y muchos otros que han muerto en manos de la injusticia y la discriminación social.

¿Cómo podemos explicar que en el siglo XXI aún estemos peleando contra la discriminación en nuestra sociedad? ¿Cómo es posible que exista tanto racismo después de tantos artículos, videos y conversaciones sobre cómo esto afecta al ser humano? ¿Cómo es posible que aún no hayamos encontrado una solución a un problema tan degradante como este? ¿Será que algún día tendremos respuesta al clamor agonizante de esos que son víctimas de la discriminación racial?

No hay respuesta que pueda calmar la voz de los que sufren por discriminación racial. Creo que el mismo compromiso que hizo este país para poner un hombre en la luna en los años ’60, cuando el movimiento de derechos humanos estaba en su apogeo, se debe hacer para erradicar la discriminación racial. En 1980, la Organización Mundial de la Salud declaró erradicada la viruela. Esto se hizo realidad por un esfuerzo mancomunado de expertos de todo el mundo. Si la humanidad se ha unido para alcanzar logros incalculables, se ha esforzado para erradicar enfermedades destructivas como la viruela y muchas otras, ¿cómo es posible que aún no se haya erradicado la enfermedad crónica del racismo, que afecta a millones de personas discriminadas en el planeta?

En este blog no pretendo minimizar las respuestas a preguntas complejas como estas, pero si deseo alzar mi voz y tratar de proponer soluciones a un problema que parece no terminar. Albert Einstein dijo que, si tuviera una hora para salvar al mundo, lo resolvería de esta manera: pasaría cincuenta y cinco minutos definiendo el problema y solo cinco minutos encontrando la solución. La verdadera lección del enfoque de Einstein para esta técnica de resolución de problemas es que debemos pasar mucho más tiempo asegurándonos de haber definido el problema de manera adecuada y completa, y menos tiempo buscando soluciones prácticas.

no puedo respirar

Uno de los problemas latentes que experimenta nuestra sociedad es que los cambios que se han intentado hacer para erradicar el racismo como enfermedad crónica han sido cambios de primer orden. En la terapia sistémica se habla de dos tipos de cambios: cambios de primer orden y cambios de segundo orden. El cambio de primer orden se refiere a un cambio evolutivo y de adaptación, en el cual se cambian las características del sistema, pero su naturaleza fundamental sigue siendo la misma. En el cambio de segundo orden se experimenta un cambio revolucionario y fundamental, en el cual se altera en forma significativa la naturaleza del sistema.

Los cambios de primer orden para erradicar el racismo son: hablar de mejores condiciones de trabajo, más programas gubernamentales para las minorías, más protestas en las calles para demandar justicia y cambios en el conocimiento sobre el racismo existente. Todos estos cambios de primer orden son importantes, pero nunca traerán el cambio que demandan las voces de hombres y mujeres que a diario dicen “no puedo respirar”.

Si quisiéramos ver cambios que puedan erradicar de una vez la discriminación racial, debemos volcarnos a promover cambios de segundo orden; cambios que sacudan los cimientos de nuestras creencias y perspectivas sobre la vida. Necesitamos ver cambios en la actitud de las personas, cambios en la cosmovisión del ser humano.

Si queremos tener una sociedad diferente en contra de cualquier discriminación racial, los cambios de segundo orden que debemos ver deben comenzar en el hogar. La discriminación racial se erradica en el hogar. El tratar de erradicar la discriminación racial en las calles o en las urnas gubernamentales es buscar soluciones usando cambios de primer orden.

Ese policía que colocó su rodilla en el cuello de  George Floyd aprendió en su hogar que las minorías son inferiores a él a través de los comentarios que hacían sus padres sobre las minorías: la línea que él vio desde muy pequeño que los dividas de la minorías; las burlas, sarcasmo y comentarios déspotas que ese joven aprendió luego con sus amigos en la escuela. Todo esto fue influyendo en el carácter que esa persona desarrolló y que terminó llevándolo a cometer un acto criminal.

Y no solo eso, estoy muy seguro de que esas creencias que ese policía recibió en su hogar, que lo convirtieron en un racista, no fueron simplemente influidas por sus padres, sino que es muy probable que hayan corrido por generaciones en su familia, porque nadie tuvo nunca el valor de levantarse y romper esa maldición generacional de desigualdad e injusticia.

Si te unes a mí para buscar cambios de segundo orden debemos hablar de padres que les enseñan a sus hijos que todos somos miembros de una familia, la familia de Dios. Tenemos un mismo Creador que nos creó a todos por igual. Todos cargamos con la misma sangre. Debemos ver a las familias abrigando personas con diferencias culturales o étnicas que permitan romper las barreras de desigualdad.

Los cambios de segundo orden comienzan en las iglesias. Sí, las iglesias, porque incluso, a pesar de todo el conocimiento que tenemos sobre el racismo, seguimos luchando con divisiones dentro de círculos religiosos que reflejan la continuidad de un problema sin resolver. Debemos predicar más de este asunto. Enseñar más y confrontar más la injusticia.

Los cambios de segundo orden comienzan en las escuelas. Escuelas que no toleren ninguna discriminación racial; escuelas que miren a todos los estudiantes por igual y no discriminen a la minoría. Estoy hablando sobre cambios en el corazón, no cambios de la boca para fuera.

Jesús ejemplificó estos cambios de segundo orden cuando se sentó a hablar con la mujer samaritana, rompiendo los paradigmas que existían en su sociedad sobre este grupo étnico. A Él no le importó lo que dijeran otras personas; o le importó su reputación. Él simplemente alzo su voz y desafió las creencias existentes sobre la discriminación racial y se unió a los que dicen “no puedo respirar”. El cambio que trajo Jesús fue tan influyente en sus días, que muchos samaritanos le siguieron y sus discípulos aprendieron a ver a los marginados de una forma diferente. Jesús prestamente, sanó gentiles y alabó su fe (Mateo 8: 5-13; 15: 22-28) y enseñó a su iglesia a hacer lo mismo (Hechos 10-11). El ministerio del apóstol Pablo fue para los gentiles. Lo inclusivo del mensaje de Jesús se resume en Gálatas 3:28: «Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. »

Tristemente, muchos han torcido las enseñanzas de la Biblia para tratar de justificar los temores y prejuicios humanos. Algunos consideran que la «maldición de Ham» es una excusa para odiar a los afrodescendientes. Otros insisten en que los judíos fueron responsables de la muerte de Jesús y merecen nuestro escarnio. Ambos puntos de vista son evidentemente falsos. La Biblia nos dice que el juicio de Dios no se basa en las apariencias, sino en lo que está dentro del hombre (1 Samuel 16:7), y quienes juzgan según las apariencias lo hacen con intenciones inicuas (Santiago 2:4). En cambio, debemos tratarnos unos a otros con amor (Santiago 2:8), independientemente de la etnia (Hechos 10:34-35) y la posición social (Santiago 2:1-5). El amor cristiano niega todos los prejuicios y la Biblia condena el racismo.

Te desafío a alzar tu voz contra toda discriminación racial y unirte a muchos que tratan de decir con lágrimas en los ojos “no puedo respirar”. De la misma forma como la voz de la sangre de Abel clama a Dios desde la tierra (Genesis 4:10), los actos inicuos de injusticia y desigualdad siguen clamando ante el trono de la gracia por justicia y equidad. Un día Dios hará justicia y traerá venganza. La pregunta que te hago es la siguiente: ¿de qué lado estarás tú? ¿Estarás del lado de los que rompieron los paradigmas para unirse a la voz de los marginados y de los que sufrían o simplemente te dejarás llevar por la corriente humanista que trata de justificar la indolencia humana? Alza hoy tu voz y únete a los que dicen “no puedo respirar”. Me gustaría que compartas conmigo los cambios que propones para ayudar a eliminar cualquier discriminación.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Tus creencias limitantes detiene tu progreso emocional

Tus creencias limitantes detiene tu progreso en esta vida. Veamos este concepto aplicado al pueblo de Israel. Los hombres Israelitas que salieron de Egipto nacieron en esclavitud producto de las generaciones anteriores que habían estado en esclavitud por 400 años. ¿Te puedes imaginar el guion de vida que tenían los israelitas cuando salieron de Egipto? ¿Las creencias limitantes que le impidieron alcanzar el sueño de entrar a la tierra prometida?

Cuando los doce espías regresaron de inspeccionar la tierra prometida, diez de ellos reflejaron en sus comentarios el guion de vida que cargaban en sus subconscientes. Sus creencias limitantes los llevaron a decir: no podemos conquistar la tierra prometida, no lo vamos a lograr. Somos esclavos, no tenemos valor, no somos importantes. Lucimos como saltamontes al lado de los gigantes cananeos. Todo esto es un reflejo de un guion de vida cargado con una baja autoestima. El resultado ustedes lo conocen. Las creencias limitantes de toda esa generación de hombres que salieron de Egipto los llevaron a un auto sabotaje que resultó en el final de sus vidas en el desierto cuando estaban a solo pasos de alcanzar sus sueños.

Por otro lado, Josué y Caleb demostraron que ellos habían crecido emocionalmente y habían reescrito su guion de vida. El guion de estos dos hombres fue reescrito con creencias empoderadas. Ellos habían visto la mano de Dios guiando sus pasos. Creyeron en sus promesas y prestaron atención a la Palabra de Dios. Aunque habían nacido en esclavitud ellos decidieron no dejar que su pasado decidiera su destino y se levantaron para reescribir su guion de vida rechazando las creencias limitantes con las que habían nacido y sustituyéndolas con la verdad de Dios que les decía esta tierra es de ustedes. Hoy tu te puedes levantar y reescribir tu guion de vida con la ayuda del Espíritu Santo. El llamado es a tener la mente de Cristo. Tu lo puedes lograr porque todo lo puedes en Cristo que te fortalece. Fil. 4:13