Blog

maltratar

No hay excusas para maltratar a otras persona

Facebook
Twitter
LinkedIn

No hay excusas para maltratar otras personas. Repasemos la historia del Pueblo de Israel. Dios lo saca de Egipto con Su mano poderosa, lo lleva a través del desierto y, una travesía que debió haber tomado días, se convierte en una que dura 40 años. Llega un momento en esa travesía en el que Dios le dice al Pueblo de Israel: “¿hasta cuándo van a darles vueltas a las mismas montañas, a seguir?, ¿hasta cuándo?, ¿hasta cuándo van a estar en los mismos problemas?

Esto aplica también a nuestras vidas. En nuestras relaciones, Dios nos dice lo mismo: “¿hasta cuándo vas a estar en los mismos problemas, en las mismas montañas, críticas, situaciones, comportamientos malsanos, que destruyen las relaciones, el matrimonio, las familias, ¿hasta cuándo? Dios nos está pidiendo que marchemos, que alcancemos su sueño, que alcancemos el ideal. Y hoy, yo quiero profundizar en esta línea de pensamiento.

La pregunta es, si Dios tenía como sueño llevar a su pueblo a la Tierra prometida y el Pueblo de Israel salió después de más de 400 años de Egipto con la mano poderosa de Dios, ¿por qué toda esa generación que salió de Egipto, hombres, murieron en el desierto y solamente Josué y Caleb entraron a la Tierra prometida?, ¿en dónde estuvo el problema? Y aquí vamos a estudiarlo con detenimiento, el porqué del problema, ¿por qué ellos no entraron?, ¿por qué quedaron muertos en el desierto?

Es el mismo problema que tú y yo tenemos: ¿por qué presentamos los problemas que hoy tenemos en nuestros matrimonios y familias?, ¿por qué hacemos las cosas que no queremos hacer?

Su vida y su naturaleza pecaminosa

Analizando el porqué del problema, lo primero que nos viene a la mente es que actuamos como lo hacemos por la naturaleza pecaminosa que tenemos. Es cierto, en salmos 51:5 dice “en pecado me concibió mi madre”. Es decir, que desde que estábamos en el vientre de nuestras madres, somos pecadores y actuamos como actuamos por la naturaleza pecaminosa que tenemos.

El Pueblo de Israel salió libre de Egipto con la mano poderosa de Dios. A pesar de que ellos fueron liberados de Egipto, en sus mentes, ellos seguían siendo esclavos. Estaban en servidumbre. No experimentaron el poder de Dios, ni la transformación que ocurre cuando nos exponemos o permitimos que el poder de Dios transforme nuestras vidas.

Su vida y su naturaleza pecaminosa los llevaban a actuar de la forma en la que lo hacían. Y lo mismo ocurre en nuestras vidas. Aquí estamos, hemos sido liberados por la mano del Dios Todopoderoso, hemos sido liberados de Egipto, que hoy es el mundo. Dios nos ha traído a Su Reino, hemos experimentado el bautismo, hemos participado de la Santa Cena. Pero, a pesar de que hemos hecho todas estas cosas, a pesar de que hemos sido liberados por el poder de Cristo Jesús, aún seguimos cometiendo y repitiendo los mismos problemas que hemos estado teniendo. Y, ¿por qué lo hacemos?: producto de nuestra naturaleza pecaminosa.

Ahora, lo lindo de todo esto es que no hay excusas para decir: yo maltrato a mi esposo o esposa, a mis hijos, o actúo de esta manera con mi familia porque soy pecador desde el vientre de mi madre. Porque no, el pecado no se puede justificar. Dios liberó al Pueblo de Israel de Egipto, lo liberó de la esclavitud para que ellos fueran libres y experimentaran Su presencia; Y te ha liberado a ti para que también la experimentes y para que experimentes una transformación, una nueva vida. Es decir, no hay excusas para maltratar o hablar airadamente a un esposo o esposa, para dejar de amar, para tener los comportamientos malsanos, destructivos que tú pudieras estar teniendo. Porque, si hubiese excusas, Jesús no habría venido a morir por nosotros.

En el pecado no hay excusas. Tu mal comportamiento no tiene excusa, porque Jesús vino a morir por nuestros pecados en la Cruz del Calvario para que hoy nosotros pudiéramos alcanzar una nueva vida, una nueva mente, para que pudiéramos ser transformados. No hay excusas.

Como terapeuta muchas veces me encuentro con personas que llegan a mi oficina diciendo: Pastor, es que yo actúo de esta forma por el pasado que he tenido. Es verdad, el pasado puede tener una gran influencia. Yo actúo como actúo porque es lo que he hecho durante toda mi vida. Todo eso puede ser verdad, pero no hay excusas. Dios quiere transformarte. Dios quiere hacerte una nueva criatura.

Hay una anécdota que todos conocemos, la del escorpión con la ranita: Estaba lloviendo en el pantano y la ranita deseaba cruzar al otro lado, y el escorpión le dice que quiere cruzar también al otro lado: permíteme subirme en tu espalda y así poder ir contigo al otro lado, porque aquí en donde estoy las cosas no están muy bien; Y la ranita dudaba, le dijo: ¿tú crees que yo soy tonta? Si te dejo subir en mi espalda, tú me vas a picar y ambos moriremos ahogados…

El escorpión le dice: yo no te voy a picar, porque si lo hago ambos moriremos, por lo que la ranita accedió, lo dejó subir en su espalda y, cuando estaban a mitad del lago, el escorpión picó a la ranita. Esta le preguntó que por qué lo había hecho si le había prometido que no lo haría. El escorpión responde: es que sentí dentro de mí algo que no pude controlar y fue por eso por lo que te piqué. Entonces ambos murieron ahogados.

Esa anécdota nos demuestra que tenemos una naturaleza pecaminosa que, sin darnos cuenta, inconscientemente, nos lleva a hacer lo que hacemos.

Pablo decía, en Romanos 7, “lo bueno que quiero hacer no lo hago, y lo malo que no quiero hacer, eso hago”. Hay muchos matrimonios y familias que tienen esta experiencia y están luchando en sus relaciones; Esposos que no quieren maltratar o hablarle de una forma negativa a su esposa, de una forma que está destruyendo a sus hijos; Esposos y esposas que están luchando con esa naturaleza y dicen que lo bueno que quieren hacer no lo hacen y lo malo que no quieren hacer, eso hacen.

No hay excusas!! Dios te ha hecho una nueva persona

Yo tengo buenas nuevas para ti: ese Dios que liberó al Pueblo de Israel de las garras de Faraón, es el mismo Dios que hoy está en tu familia, en tu vida, en tu relación matrimonial. Ese Dios te quiere dar paz, liberación y victoria.

Es posible vencer, no importa la condición pecaminosa que tengas, ni el pecado que hayas cometido en el pasado, en dónde hayas estado, Dios te puede liberar, dar la victoria, puedes tener una nueva mente, puedes aprender a amar a tu esposo o esposa, a tu familia y a tus hijos. Puedes ser una nueva criatura en Cristo Jesús, porque todo lo puedes en Cristo que te fortalece (Filipenses 4:13).

Hoy te desafío a que confíes en el Dios que instituyó el matrimonio y la familia. Ese Dios te quiere bendecir, liberar y hacer de ti una nueva criatura. Que la experiencia que ocurrió en el pasado con el pueblo de Israel no ocurra en tu vida. Deseo que hoy tú puedas aprender a triunfar en Cristo Jesús.

 

Dios te bendiga y te guarde.

 

 


Shopping Basket

Póngase en contacto

Suscríbase a nuestro boletín