¿Cómo hacer las paces con tu pasado? (Parte 2)

En nuestro último post estuvimos hablando sobre cómo nuestro pasado puede afectarnos y cómo nuestra mente lo procesa, no solo en la forma en la que percibimos las cosas, sino también físicamente a través de síntomas que pueden llegar a afectar nuestra vida diaria.

La prisa del día a día en la que estamos acostumbrados a vivir no nos deja darnos cuenta de que muchas cosas que estamos sintiendo en realidad están ligadas a cosas que estamos arrastrando de nuestro pasado, provocando emociones y estrés en el presente de nuestras vidas.

También hablamos sobre por qué deberíamos dejar atrás el pasado. Es lo mejor que podemos hacer si queremos tener un cuerpo y una mente sana. Pero ¿Cómo podemos empezar a hacer las paces con nuestro pasado para que finalmente podamos dejarlo ir y tener la paz interior que anhelamos alcanzar? Aquí te presentamos siete pasos que pueden ayudarte a lograrlo:

  1. Autoaceptación y autocompasión

Tú no eres tu trauma y tu trauma no te define. Dondequiera que te encuentres en tu proceso de sanar, acepta que ahí es donde estás por ahora, y sé amable y paciente contigo mismo(a) a medida que avanzas. Trátate a ti mismo(a) de la misma manera como tratarías a un niño pequeño, teniendo compasión por la parte más vulnerable de ti mismo(a) y por lo que ha vivido. Practica tratarte a ti mismo(a) con bondad amorosa y el respeto que te mereces.

  1. practica el perdon

Si bien aferrarse a la ira puede servir para protegernos del dolor que se encuentra yace debajo, esta con el tiempo termina lastimándonos e impidiendo que seamos libres y vivamos la vida que merecemos. Si te aferras a la culpa, la culpa o la vergüenza, perdónate por ser humano y vulnerable, no es tu culpa. Si alguien te ha lastimado o traicionado, perdonarlo(a) no significa que tengas que perdonar sus acciones o aceptar su comportamiento, sino que debes decidir que ya no tiene poder sobre ti o tu futuro.

  1. Busca apoyo

Aislarse y retraerse es común después de sufrir un evento traumático, pero es importante mantenerse conectado con las personas y a buscar a alguien seguro que pueda apoyarte y ayudarte a sentirte acompañado(a). Habla con tu médico de cabecera sobre los servicios disponibles en tu comunidad o busca el apoyo de un terapeuta, pastor o un grupo de apoyo, ya sea en persona o en línea.

  1. Expresa tus sentimientos

Tus sentimientos son válidos e importantes. Cuando te comprometas a hacer el trabajo de sentir y procesar tus sentimientos, comenzarás a dejar ir el trauma de tu cuerpo y mente. Trabajar con un terapeuta avalado con licencia es una de las formas más efectivas de hacerlo, y pueden brindar acceso a tratamientos basados ​​en la evidencia, incluyendo la Terapia Cognitiva Conductual (TCC), para replantear los pensamientos y patrones de pensamiento problemáticos, la Terapia de Reprocesamiento del movimiento ocular y la desensibilización (EMDR por sus siglas en inglés), en donde los recuerdos se procesan sin necesidad de revivir la experiencia traumática, y la Experiencia Somática, una terapia basada en el cuerpo para ayudar a liberar el trauma retenido en el cuerpo.

  1. Lleva un diario

Tienes el poder de reescribir tu historia y determinar a dónde vas a ir, partiendo desde donde estás ahora. Documentar tu viaje de curación puede ayudarte a procesar pensamientos y sentimientos y también a profundizar tu trabajo terapéutico.

  1. Practica el autocuidado

Cuidar bien de tu salud física apoyará tu salud mental y emocional. Empieza por comer alimentos saludables y nutritivos, descansa suficientes horas y haz tiempo para hacer ejercicio. El trauma se almacena en el cuerpo, por lo que es importante hacer ejercicio periódico para ayudar a restaurar el equilibrio y, al mismo tiempo, el ejercicio vigoroso en el que la frecuencia cardíaca se eleva durante incluso 20 minutos al día ayudará a disminuir la ansiedad y mejorará tu estado de ánimo y tus sentimientos generales de bienestar.

La respiración enfocada, también conocida como respiración consciente, puede ayudarte a mantenerte anclado en el momento presente, devolviendo tu atención a tu cuerpo cuando la mente vaga por el pasado o se proyecta hacia el futuro.

Las afirmaciones y el diálogo interno positivo también son beneficiosas. Recuérdate a ti mismo(a) que, al superar los desafíos del pasado, puedes enfrentarte a lo que sea que la vida ponga en tu camino. Eres más fuerte de lo que crees y, habiendo sobrevivido al pasado, ahora puedes tomar el control del futuro.

  1. Ten una relación íntima con Dios

Cuando tomamos la mano de Dios y caminamos con Él, nos volvemos más y más conscientes de las cosas buenas y malas que hemos hecho en nuestras vidas, entendemos lo que hemos aprendido, comenzamos a vivir y apreciar el presente y dejar atrás el pasado. Cuando tenemos una relación íntima con Dios, entonces le pedimos perdón y Él ve nuestro verdadero corazón y nuestras verdaderas intenciones, si somos honestos al pedir Su perdón. Luego, cuando recibimos Su perdón, comenzamos a perdonarnos a nosotros mismos ya perdonar a quienes nos han hecho daño o perjudicado.

De esta manera, nuestras heridas pueden comenzar a sanar, nuestro presente comienza a ser una nueva oportunidad para que podamos comenzar de nuevo y pensar en nuestro futuro.

Son herramientas muy poderosas que podemos usar si queremos comenzar a dejar atrás el pasado y sanar desde adentro. Nuestro bienestar es importante, por eso tenemos que empezar a cuidar nuestro presente para que podamos disfrutarlo y, para tener éxito en esto, tenemos que empezar a hacer las paces con nuestro pasado.

¿Conoces algún otro camino que podamos tomar para empezar a hacer las paces con nuestro pasado? ¿Te han ayudado estos pasos? Deja tus respuestas en la sección de comentarios. Dios te bendiga.

Referencias

Van der Kolk, BA (2014). El cuerpo lleva la cuenta: Cerebro, mente y cuerpo en la curación del trauma.  Vikingo.

¿Qué es identidad? – Ministrando con una identidad quebrantada

El 31 de agosto del 2004, a las 5:00 am, un empleado de Burger King en Richmond Hill, Georgia, encontró a Kyle inconsciente, desnudo y tirado detrás de un contenedor de basura del restaurante. El cráneo de Kyle tenía varios traumas por los golpes que había recibido. Fue llevado de emergencia al hospital St. Joseph’s/Candler en Savannah. Él no tengo su documento de identidad y fue ingresado en el hospital como “Burger King Doe”. Kyle fue diagnosticado con una amnesia severa. No recordaba nada de su identidad. Con el tiempo, grabó su nombre, era Benjamín. Pero, no recordaba nada más. No tenía recuerdos sobre su número de seguro social, nada con relación a su familia, trasfondo, empleo.Toda su vida se habia borrado en un parpadeo. No había reportado ningún carro robado, hoteles del área no tienen grabaciones en las que se le pudiese observar a él. Dos semanas después, fue trasladado al Memorial Health University Medical Center.

 

Este caso tomó el nombre a nivel nacional y comenzó un verso en varios programas de televisión con la esperanza de que alguien reclamara quién era él. El FBI intervino sin tener ninguna suerte. El Dr. Phill hizo todo un programa televisivo con él. Y también lanzó una investigación privada para encontrar quién era este hombre, pero sin obtener ningún resultado. Solo una enfermera que en algún momento había atendido a Kyle lo identificó, lo llevó a su casa y lo empezó a ayudar. Kyle no podía trabajar y recibir asistencia social porque no tenía identificación alguna. Se hicieron muchas peticiones al estado para que se le hiciera un nuevo seguro social, pero todo fue en vano. Por muchos años estuvo como un indigente.

 

En el año 2015, un genealogista forense empezó a conseguir pistas sobre la familia de Kyle y ubicó a varios de sus familiares en las Carolinas. Él era descendiente de un hombre del siglo XIX llamado Braham Lovely Pwell. En septiembre del 2015, se anunció que se había encontrado a los familiares de Kyle y que su nombre era William Burgess Powell, nacido el 29 de agosto del 1948.

 

Ahora imagina si esto te ocurre a ti, que toda tu identidad fuera borrada; que un sábado llegues a tu iglesia a ministrar y que ocurra algo dramático y que pierdas todo el conocimiento de quién eres; que tuvieras una crisis de identidad en la que pierdes el sentido de lo que fue tu pasado, tu presente y futuro. Imagínate si eso te ocurrirá por 9 años. Esto es exactamente lo que Satanás quiere hacer con nosotros. Satanás quiere distorsionar nuestra identidad, quebrantarla. Satanás no puede destruir a Dios, pero ¿cómo ataca y destruye lo que Dios ha creado? Atacando la identidad de sus criaturas, ya que, si él les distorsiona la identidad, destruye la esencia de lo que ellos son en realidad, especialmente cuando hablamos de la identidad pastoral.

 

Estamos viviendo en tiempos sin precedentes. La pandemia ha cambiado nuestra historia, ha influido en nuestra identidad como personas, cristianos y profesionales. Nunca el ministerio pastoral ha sido tan dificil como lo es hoy en dia. El ministerio pastoral hoy requiere que usted sea un CEO, consejero, coach, mediador de conflictos, teólogo, esposo, padre, amigo, líder comunitario, predicador, productor de programas online, experto en las redes sociales, porque es en donde se tiene que hacer el ministerio para poder alcanzar a los feligreses.

 

Nunca en la historia del ministerio pastoral el pastor ha tenido que usar tantos sombreros para poder ministrar a la sociedad de su tiempo. Esto es sin contar las otras responsabilidades que vienen en forma de presiones o exigencias de parte de los miembros y la administración. Todo esto ha creado una gran confusión en el rol y la identidad del pastor.

 

Craig Barnes dice, “sólo en las últimas dos generaciones el pastor se ha visto obligado a soportar una carga adicional que está lejos de ser ligera: confusión sobre lo que significa ser pastor” [1] .

 

Muchos pastores están experimentando una crisis de identidad. No tienen claridad sobre quiénes son o qué requiere su función. Esta falta de claridad perjudica tanto a los pastores como a sus congregaciones. Los pastores de hoy están pastoreando sobre lo que llamamos una identidad quebrantada.

 

En esta serie de blogs dedicados al ministerio pastoral quiero abordar el concepto de identidad, el impacto del estrés en la identidad y al final hablaremos sobre cómo liderar con una identidad quebrantada.

¿Qué es identidad?

 

Para poder entender lo que quiero decir con pastores ministrando con una identidad quebrantada necesitamos entender lo que es la identidad y cómo esta trabaja.

 

En su forma más simple, podemos decir que “ identidad” es la forma como las personas se ven a sí mismas en varios contextos. Es a partir de este concepto, que las personas tienen de sí mismos, que actúan, reaccionan y se comportan.

 

Los sicólogos teoristas en identidad Peter Burke y Jan Stets, la definen a través de ese conjunto de significados que definen qué es uno cuando ocupa un rol en particular en la sociedad, es el miembro de un grupo en particular, o reclama características particulares que lo identifican a él como una persona única . [2]
 

Dios nos ha dado una identidad en Cristo que día a día moldeamos en nuestra jornada hacia el cielo. Si en el proceso de formación ignoramos lo que Dios dice acerca de quiénes somos, entonces podemos esperar confusión y crisis existencial.

 

Inmediatamente después de nuestro nacimiento, se nos dio una identidad. La formación de ella, sin embargo, es un proceso más largo y está bajo la influencia de muchos factores como vamos a ver en este seminario. Es interesante ver que cuando Jesús tenía aproximadamente treinta años, el Padre habló de Su identidad en Su bautismo, justo antes de entrar de lleno en su ministerio pastoral. De la misma manera, la identidad en Cristo debe preceder y apoyar nuestro llamado a Cristo.

 

Es en este sentido en donde Satanás nos desafía a cada uno de nosotros, como lo hizo con nuestro Señor para que tengamos una crisis. Los primeros ataques del diablo contra Jesús fueron dirigidos a Su identidad: «Si eres el Hijo de Dios». Esto, debido a que una vez que aceptamos la identidad falsa que Satanás quiere imponernos, nuestro desempeño en el ministerio se verá nublado.

 

Tu guion de vida influye en tu identidad. Tu quion de vida fue formado en los primeros cinco años de tu existencia y estuvo bajo la influencia de los mandatos, las órdenes, la dinámica emocional y el entorno sicosocial en el cual creciste en tu familia de origen.

 

Tu guion de vida es el fundamento de lo que eres como persona y lo que te define.

 

Tu identidad puede ser consciente o inconsciente , pero la verdad es que esta es muy predominante en tu comportamiento. Tu comportamiento, tus emociones y reacciones emanan del sentido que tienes de identidad porque son parte del guion de vida que llevas almacenado en tu inconsciente.

 

Nuestra homogeneidad se desarrolla en tres niveles. Primero, los pastores tienen una identidad personal. Este tipo está centralizado en quienes somos en Cristo, como hijos de Dios y mayordomos de Su reino. Segundo, los pastores tienen identidad de rol relacionada con sus trabajos o responsabilidades. Es decir, un pastor tiene una identidad pastoral. la homogeneidad pastoral es definida por la palabra de Dios, pero puede ser influenciada por su guion de vida, el contexto en el cual se desenvuelve y su cultura. Tercero, el pastor tiene una identidad social que se desarrolla alrededor de las personas que le rodean.

 

Mirándolo desde esta perspectiva, podemos decir que el pastor tiene múltiples identidades, pero hay una que es el fundamento de las otras y que él pudiera tener. Esa identidad es la que recibe en Cristo Jesús; es un ser humano creado por Dios, redimido y ciudadano de Su reino.

[1] M. Craig Barnes, El Pastor como Menor: Textos y Subtextos en la Vida Ministerial (Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans, 2009), 4.

[2] 2 Peter J. Burke y Jan E. Stets, Identity Theory (Nueva York, NY: Oxford University Press, 2009),

 

Cómo hacer las paces con tu pasado (Parte 1)

Hablemos de un tema que es muy importante en la vida humana: hacer las paces con tu pasado. Ya que cuando se maneja adecuadamente se puede superar, pero, cuando se maneja de forma incorrecta, puede poner en peligro las relaciones hasta el punto en que pueden llegar a terminarse y lastimar a las personas. Hablamos de nuestro pasado.

 

Todos hemos tenido experiencias que nos han marcado para bien o para mal. Tenemos buenos recuerdos impresos en nuestros mentes, momentos, personas, lugares, pero todos tenemos malos recuerdos también. Incluso podrían ser recuerdos traumáticos. Hay personas que pasan por experiencias que ni siquiera podemos imaginar, quienes han tenido vidas difíciles y necesitan pasar estas experiencias del pasado para poder superarlas y tener una vida feliz.

 

Pero, primero, veamos cómo funciona nuestra mente en estos escenarios.

 

¿Cómo procesa tu mente las experiencias traumáticas?

 

Cuando un evento abruma nuestra capacidad para sobrellevar la situación, ya sea física, mental o emocionalmente, experimentamos un trauma que puede hacernos sentir inseguros, indefensos y luchando con recuerdos, emociones y ansiedades perturbadoras.

 

El trauma cambia la forma en la que percibimos y experimentamos el mundo y puede tener un efecto duradero en el cerebro y en el comportamiento de personas que anteriormente no tenían una condición de salud mental o incluso predisposición a tener problemas de salud mental. [1] . Para los sobrevivientes de traumas, después de que termina un evento perturbador o angustiante, el cerebro continúa reaccionando al factor estresante original, manteniéndolos en un estado constante de hipervigilancia. Es como si la mente fuera un soldado preparado para la batalla, en alerta máxima listo para enfrentar a un enemigo, aunque la guerra ya haya terminado.

 

Este escenario trae consigo muchos síntomas que no son fáciles de manejar. Puede que los notemos o no, pero lo cierto es que podrían estar ahí sin que tengamos la capacidad de relacionarlos con lo que estamos sintiendo por dentro, lo que tenemos en la mente y las experiencias con las que nos hemos enfrentado.

 

Los síntomas del trauma pueden incluir: pensamientos intrusivos, ira e irritabilidad, ansiedad y depresión, culpa o vergüenza, aislamiento o alejamiento de los demás, disociación, sentimientos de tristeza o desesperanza, sentirse desconectado(a) o entumecido(a), entre otros . Existen otros síntomas que pueden mostrarse físicamente en nuestro cuerpo debido a lo que sentimos en nuestra mente, tales como: reacciones inmunológicas, síntomas digestivos, afecciones de la piel, entre otros.

 

El trauma psicológico hace que el cerebro active sistemas de alarma y defensas mentales para protegerse a sí mismo de la amenaza percibida. El centro de respuesta emocional del cerebro, la amígdala, está conectado al sistema nervioso simpático, el cual es responsable de nuestra respuesta de lucha, huida o parálisis.

 

Cuando la amígdala se activa en respuesta a un trauma, nos prepara para escapar o enfrentar la amenaza o el ataque. La corteza prefrontal, la parte del cerebro responsable de regular la atención, la conciencia y el razonamiento, se ve obstaculizada por una respuesta al trauma, lo que genera dificultades para prestar atención y tomar decisiones. También se ve afectado el hipocampo, la parte del cerebro asociada a la memoria y el aprendizaje, que a menudo conduce a tener problemas de memoria y aprendizaje.

 

¿Por qué deberías dejar atrás el pasado?

 

Estar en un estado constante de miedo, hipervigilancia o hiperactivación consumiendo una gran cantidad de energía y concentración, lo que puede llevar al agotamiento físico y mental, y se manifiesta como problemas de salud física. Llevar en nosotros un trauma puede afectar nuestra capacidad de confiar en los demás y, por lo tanto, construir y mantener relaciones saludables, lo que incluye tener una relación íntima satisfactoria con una persona. Mientras vivamos en el pasado, y no podamos hacer las paces, nuestros recuerdos seguirán impulsando comportamientos que sabotean nuestras vidas y frenaran nuestra libertad personal y la vida que merecemos.

 

La buena noticia es que al hacer las paces con nuetro pasado, el cerebro puede reconfigurarse para curarse correctamente del trauma. Esta maleabilidad del cerebro se llama neuroplasticidad , que es la capacidad de crecer y crear nuevas conexiones saludables y reemplazar los patrones maladaptativos que mantienen la mente en respuesta al trauma. Con el tratamiento y el apoyo adecuado, se puede sanar el pasado, recuperar el control de la vida y aprender a sentirse seguro(a) mental, física y emocionalmente.

 

Cuando te haces las paces con tu pasado, tus relaciones interpersonales mejorarán; en primer lugar, contigo mismo(a) a medida que recupera la confianza y aumenta la confianza en ti mismo(a), y también con las personas que son importantes para ti. Te desapareciste más inspirado(a) y comprometido(a)con la vida; en última instancia, vivirás la vida con mayor creatividad, alegría, significado y propósito.

 

¿Has experimentado alguna situación traumática en tu vida? ¿necesitas hacer las paces con tu pasado? ¿Te sientes identificado(a) con algunos de estos síntomas? ¿Sabías cómo la forma en que procesamos nuestras experiencias pasadas puede tener un impacto en la forma en que funcionan nuestro cerebro y nuestro cuerpo? Comparte tus respuestas con nosotros en la sección de comentarios, para que todos podamos enriquecer nuestras experiencias al tratar con estos problemas. Dios te bendiga.

[1] Asociación Americana de Psicología, https://www.apa.org/news/press/releases/2007/05/brain-function

¿Cómo experimentar un nuevo comienzo?

El año 2020 quedará plasmado en la historia probablemente como uno de los años más difíciles de nuestras vidas. Damos gracias a Dios de que este año terrible por fin ha terminado; y ahora tenemos un nuevo año, un nuevo comienzo, una nueva página para escribir una nueva historia.

 

¿Cómo podría alguien que ha perdido a un ser querido en la batalla contra el COVID-19 experimentar un nuevo comienzo? ¿Cómo podría alguien que ha perdido su seguridad financiera debido a que la pandemia le ha arrebatado su trabajo tener un nuevo comienzo? ¿Cómo podría alguien que ha experimentado algún trauma y todavía tiene recuerdos dolorosos volver a levantarse y caminar por la alfombra roja de un nuevo comienzo? ¿Es posible experimentar un nuevo comienzo en este nuevo año, o esta idea de un nuevo comienzo es una mera ilusión?

 

La solución para estas preguntas difíciles es muy compleja. Quizás esta sea la razón por la cual las personas se sienten estancadas y no pueden experimentar un nuevo comienzo, aun cuando están “celebrando” un año nuevo. Ellos están buscando tener un cierre, para poder tener un nuevo comienzo, pero no saben cómo encontrarlo luego de haber sufrido alguna pérdida.

 

La psicología Pop habla sobre el cierre como una respuesta para recuperarse de una pérdida y encaminarse hacia un nuevo comienzo. El cierre es un proceso, una interacción, información o práctica que le permite a una persona sentir que una experiencia traumática, perturbadora o confusa se ha resuelto. Lo que constituye al cierre varía de persona a persona y depende en gran parte del contexto que rodea al evento estresante que se ha experimentado. Este término tiene su origen en la psicología Gestalt. Este tipo de psicoterapia habla sobre el cierre como una forma de sanar. Su teoría argumenta que la mente busca el cierre para lidiar con el dolor emocional.

 

Hoy, este concepto de cierre se ha transformado en una panacea para lidiar con el dolor emocional. Algunos profesionales de la salud mental argumentan que el cierre podría ser un mito y que realmente no se puede alcanzar, a menos que experimentemos amnesia.[1] La mente mantiene un registro de todas nuestras experiencias, especialmente las emocionales y esas experiencias nunca se borrarán. En este caso, ¿cómo podrías experimentar el cierre cuando el recuerdo todavía está grabado en tu mente? Quizás el cierre no es la mejor palabra para describir lo que realmente sucede en nuestras mentes cuando tratamos de tener un nuevo comienzo.

 

Ashley Bush, en su libro “Esperanza y sanidad para trascender la pérdida” (Hope and Healing for Trascending Loss), argumenta que “a los estadounidenses les gustan los finales felices. Nos gustan las cosas que tienen un corte preciso”.[2] En lo profundo de nuestros corazones queremos convencernos a nosotros mismos de que el dolor tiene un final porque fuimos creados por Dios para una vida con finales felices. En realidad, estamos cosechando las consecuencias del pecado (Romanos 6:23), y el dolor no terminará hasta que esta tierra tenga su cierre o final; y que la tierra nueva creada por Dios traiga un nuevo comienzo para nuestras vidas (Apocalipsis 21:1-4).

 

Por esta razón, tenemos que aceptar el hecho de que el dolor que podamos experimentar hoy no terminará hasta que Cristo regrese (Apocalipsis 21:4). No podemos controlar el dolor; sin embargo, podemos controlar el sufrimiento. El dolor podría cambiar a través de la sanidad, no solo del cierre. El proceso de sanar es diferente al proceso de cierre, aunque a veces ambos términos se utilizan para expresar los mismos procesos. “Él sana a los quebrantados de corazón y sana sus heridas” (Salmo 147:3). La Biblia habla sobre sanar nuestras heridas emocionales y nos promete que un día experimentaremos el cierre final de nuestro dolor y sufrimiento, y experimentaremos una nueva creación, un nuevo comienzo (1 Corintios 15:51:53).

 

A continuación, verás algunos consejos que puedes tomar en cuenta mientras aprendes a experimentar un nuevo comienzo este año.

 

No busques tener un cierre, sino sanar (Salmo 34:18). Puedes sanar sin tener un cierre; aunque puede que tengas que llevar en ti algún dolor al entrar en un nuevo año. Un día, Dios dará un cierre al dolor de este mundo. Por ahora, permítele a Dios sanar tu mente.

 

Acepta la pérdida que has experimentado en el pasado y date un tiempo para vivir tu duelo (Juan 16:22). No trates de ignorar el dolor “celebrando” mientras tratas de conseguir la ilusión de un cierre.

 

Busca el perdón (Colosenses 3:13). El perdón es el comienzo para sanar. Solo el Espíritu Santo puede producir esta experiencia en tu corazón.

 

Busca a un amigo(a), pastor, o un consejero que sabes que te escuchará y validará tus emociones y caminará contigo por el valle del dolor y la aflicción.

 

Aprende a vivir de ahora en adelante con las preguntas que no tienen respuestas. No tienes que entender todo lo que Dios te permite experimentar en este mundo para poder experimentar sanidad emocional.

 

Pon tu esperanza en un nuevo comienzo sin tratar de borrar tu pasado. Dios puede ayudarte a sanar tus heridas y tener la esperanza de un mejor mañana (Jeremías 29:11).

 

Libérate de los pensamientos negativos. No te conviertas en una víctima de tu pasado (Filipenses 4:8-9).

 

[1] Berns, Nancy (2011). Closure: The Rush to End Grief and What it Costs us. Philadelphia, Pa. Temple University.

[2] Bush, Ashley, D. (2016). Hope & Healing for Transcending Loss: Daily Meditations for Those Who are Grieving. Newburyport, MA. Conari Press.

¿En dónde está el gozo en tu navidad?

Continuando con el post anterior. Estudiábamos la vida de Job, las difíciles calamidades que tuvo que enfrentar y por las cuales perdió todo lo que tenía de la noche a la mañana. Pero él encontró en Dios su “goel”, su Redentor, ayudador y defensor. Se sostuvo de Él y logró ver luz en medio de la oscuridad, pudiendo así recuperar el gozo.

 

¿Qué es un “goel”?

 

¿Recuerdas lo que es un “goel”? Hay otros versículos en los que se menciona esta palabra. Por ejemplo, en Levítico 25:23-34, vemos que cuando había una familia que caía en desgracia financiera por haber hecho malos negocios o malos tratos económicos, existía un “ goel” , un redentor, un defensor, un rescatador que, desinteresadamente, pagaba con su dinero lo perdido por aquella familia: “Si se empobrece tu hermano y vende parte de su propiedad, su pariente más cercano vendrá y rescatará lo vendido por su hermano” (vs. 25). Éste era un rescatador financiero .

 

Otro caso lo encontramos en Números 35:19. Aquí, cuando una familia sufrió un daño de muerte causado por algún extraño, tenía su “ goel” , su redentor, su defensor, un « vengador de la sangre » que se encargaría de dar muerte al agresor: “El mismo vengador de la sangre dar muerte al asesino: en cuanto lo encuentre, lo matará”(19) . Podemos decir que este “goel” era el protector de la familia .

 

Y ahora, en Deuteronomio 25:5-10, también vemos aparecer otro “ goel” . Esta porción bíblica relata lo que se conoce como “La ley del levirato”. La misma decía que cuando moría el esposo de una mujer y no le dejaba descendencia (hijos), el hermano del difunto esposo –aquí aparece el “ goel ”–, debía casarse con la viuda para darle un hijo, el cual no llevaría el nombre del padre sino de aquel que había muerto, para que de esta forma se perpetuara el nombre del difunto. Aquí el “goel” libraba del abandono por la viudez y la falta de herencia .

 

La ley del levirato tenía que ver con el “Goel”. Esta historia se ve en la vida de Ruth la Moabita. Ruth lo perdió todo, estaba en miseria. No tenía esperanza. Pero ella tenia un goel . Ese fue Boz, quien vino a su rescate, un hombre millonario de su tierra. Se hizo con ella y transformó su vida para siempre.

 

Lo que es capaz de hacer tu “goel” en la navidad

 

Un “ goel” te rescata en las finanzas, te rescata de los violentos, de la tristeza de la viudez, de la falta de herencia y de la vergüenza. De éste es de quien Job dice: “Yo sé que mi Goel vive”. Mi Rescatador vive y es Aquel que pagó el precio para que yo sea libre.

 

Job ve a su goel , su hermano mayor, a través de los ojos de la fe, naciendo en este mundo en un pesebre; Cargando sobre sus hombros nuestras enfermedades. Job vio a su goel modificando por sus dolores; Siendo herido por sus rebeliones, molido por sus pecados. El castigo de la paz de Job fue sobre su goel y por las llagas de su goel Job fue sanado. Job no solo vio a su goel cargando el peso del precio de su sufrimiento, sino que también lo vio levantarse del polvo; Lo vio saliendo victorioso de la tumba de entre los muertos. ¿Entiendes por qué Job no se rindió ante su sufrimiento? ¿En dónde estaba el gozo en la navidad de Job? El gozo estaba en su goelque tomaría su lugar y nacería en un pesebre en Belén.

 

¿Dónde está el gozo en tu navidad?

¿Dónde está el gozo en tu navidad? No está en los regalos, las decoraciones, festividades y celebraciones, porque ninguna de esas cosas puede solucionar el problema del pecado con el cual cargamos. El gozo está en conocer personalmente a tu goel , quien nació en un pesebre y es la razón de la navidad. No puede haber gozo si no tienes un goel en tu vida los regalos, las fiestas y decoraciones porque no pueden hacer lo que tu goel puede hacer por ti.

 

Un detalle más: la seguridad de Job en su goel – redentor era tan grande que llegó a la conclusión de que si él moría en medio de su sufrimiento y enfermedad, él tenía la plena seguridad de que su goel vendría un día a buscarlo a él personalmente; lo levantaría de la tumba de entre los muertos y él, con sus propios, miraría a su goel .

 

Hoy, el gozo de nuestra navidad no está simplemente grabado en que nuestro goel –redentor nació en Belén de Judea solamente, sino que ese mismo goel que nació en Belén muy pronto regresará en gloria y majestad para llevarnos a vivir eternamente con Él. Yo sé que mi goel vive. Y, aunque yo muera en el día de mañana, en medio del dolor de este mundo, mi seguridad está en que mi goel vendrá a buscarme para rescatarme de un mundo de sufrimiento y llevarme a su Reino de Paz. ¿Dónde está el gozo en mi navidad? Está en mi goel – redentor.

 

Yo tengo un Héroe que también se lanzó a los rieles del sufrimiento de mi vida para cubrirme y no permitir que Satanás me destruya. Mi gozo y esperanza es mi goel.

 

Si estoy enfermo, mi goel se llama Dios-Rafa – El Dios que sana mis enfermedades.

 

Si estoy atado a una adicción que no me deja ser libre, mi goel es Dios-Nisi – El Señor es mi bandera y me da la victoria sobre la adicción.

 

Si no tengo un empleo y dinero para pagar las cuentas, mi goel se llama Dios-Jireh- El Señor proveerá.

 

Si me siento solo y abandonado por los demás, mi goel se llama Emanuel – Dios con nosotros.

 

Si siento que nadie presta atención a mi sufrir, mi goel se llama El-Roy – El Dios que me ve. No existe una circunstancia de mi vida que escape de los ojos de mi Dios.

 

Si no tengo paz en mi vida por las tribulaciones, mi goel es Shalon – El Señor es mi paz.

 

Si me siento desesperado en medio de mi sufrir, mi goel es Shammah – El Señor está presente en medio de mi problema.

 

Hoy te invito a que comiences esta navidad con el gozo, la seguridad de que tu goel nació en Belén y pronto viene a salvarte. Deja que Él traiga la luz a tu vida, esa luz que alumbra en medio de la oscuridad y el dolor. Tu goel está allí para ti, para rescatarte y redimirte.

Duelo colectivo: cuando nos afligimos como nación

Este año ha sido un momento en el que todos hemos perdido algo en nuestras vidas. Estamos experimentando lo que llamamos duelo colectivo . ¿Qué significa? El duelo colectivo sucede cuando una comunidad, sociedad, pueblo o una nación experimenta cambios extremos o pérdida. Esta ha sido nuestra experiencia durante el 2020 con el Covid-19.

Muchas personas están lidiando con pérdidas individuales este año, tales como enfermedades, muerte, desempleo, pérdida de la libertad, del sentido de previsibilidad, control, justicia, y la pérdida de la creencia de que podemos proteger a los que amamos. Pero, incluso si no ha perdido ninguna de estas cosas que mencionamos, como una comunidad estamos experimentando duelo colectivo porque cuando nuestro prójimo sufre, nosotros también sufrimos y sentimos dolor, ya que somos seres humanos y sentimos el impacto del dolor de las demás personas.

Que considerar cuando estamos en duelo colectivo

El duelo es natural : se trata sobre mirar a nuestro interior, recalibrarnos y pensar que necesitamos adaptarnos a la situación. 

El duelo es temporal : no hay un proceso lineal para superarlo. En cada individuo pueda pasar mas o menos tiempo.

El duelo es una experiencia individual: todos sufrimos el dolor de forma diferente a los demás.

Síntomas físicos del duelo

  • Fátima
  • Náuseas
  • sistema inmunologico debilitado
  • pérdida o ganancia de peso
  • dolores y molestias
  • insomnio

Etapas del duelo

  1. Aceptacion de que la perdida es una realidad
  2. Entrada a las emociones del duelo
  3. Adquisicion de nuevas habilidades
  4. Reinversion de la energia en nuevas formas

¿Cómo lidiar con el duelo?

  • Enfrenta tus sentimientos
  • Expresa tus sentimientos en una forma tangible
  • No dejes que otra persona te diga cómo sentirte y tampoco te digas a ti mismo(a) cómo sentirte
  • Cuida tu salud fisica
  • Planifica con anticipación cómo se enfrentarán a los “detonadores” del duelo
  • Si el duelo no se va, busca ayuda profesional

¿Cómo reaccionamos ante el trauma emocional?

Las situaciones que vivimos en nuestra infancia nos marcan para bien o para mal. Estas marcas perduran durante toda la vida. Si nuestros padres o familiares nos han causado un trauma emocional, o si pertenecemos a una familia disfuncional, habrá de nosotros el aprovechar dichas experiencias y utilizarlas como impulso para hacernos un cambio en nuestras vidas y no seguir los patrones de conducta que vimos en nuestros hogares de origen.

Incluso, si miramos hacia atrás, hacia nuestro pasado, nuestra infancia, descubriremos alguna situación interpersonal o trauma emocional que afecto directamente en quienes somos hoy en día.

Cómo nos afecta el trauma emocional

De acuerdo con Horney, la ansiedad básica (y, por lo tanto, también la propia neurosis) podría ser el resultado de una variedad de situaciones interpersonales críticas vividas a una temprana edad, entre ellas:

«… la dominación directa o indirecta, la indiferencia, el comportamiento errático, la falta de respeto por las necesidades individuales del niño, la actitud despectiva, el exceso de admiración o la ausencia de ella, la falta de afecto fiable, tener que tomar partido en los desacuerdos de los padres, demasiada o muy poca responsabilidad, la sobreprotección, el aislamiento, la injusticia, la discriminación, las promesas no cumplidas, un ambiente hostil, y así sucesivamente….» (Horney, 1945).

A lo largo de su obra, Horney describe 10 necesidades neuróticas que pueden clasificarse en tres grandes categorías:

  1. Necesidades que nos mueven hacia los otros. 
    Estas necesidades neuróticas provocan que los individuos busquen la afirmación y la aceptación de quienes los rodean. Podrían categorizarse como dependientes, ya que buscan de manera constante y desproporcionada la aprobación y el afecto.
  2. Necesidades que nos mueven lejos de los demás. 
    Su característica principal es el llamado “desapego neurótico”. Estos individuos son a menudo descritos como fríos, indiferentes y distantes. Podrían llegar a categorizarse como esquizoides. Según la propia Horney, “tienen la íntima necesidad de poner una distancia emocional entre ellos y los demás”.
  3. Necesidades que nos mueven en contra de los otros.
    Estas necesidades neuróticas dan lugar a la hostilidad, el comportamiento antisocial y la necesidad de controlar a otras personas. Son individuos a menudo descritos como difíciles, dominantes o tóxicos.

Las tres categorías

Las personas bien adaptadas utilizan las tres categorías de un modo equilibrado, cambiando el enfoque en función de diversos factores internos y externos. Pero, para las personas que crecen en un hogar disfuncional, cuando percibieron que no era seguro expresar sus verdaderas emociones hacia las personas que estaban produciendo esas heridas, las estrategias que usaron para defenderse contra esas personas fue desquitarse expresando su ira contra personas que consideraban más débiles que ellos.

La otra alternativa fue, devaluándose a sí mismos, como una persona sin valor y merecedora del castigo que recibían. Muchas veces esta fue la acción que apoyaron sus padres, quienes les dijeron que todo eso fue hecho para su propio bien  (Miller, 1993).

¿Qué aprendemos de la terapia de Gestalt?

La terapia de Gestalt habla sobre el mecanismo de defensa de retroflector, en el que el retroflector se hace a sí mismo lo que le gustaría hacer a los otros. El retroflector es el peor enemigo de sí mismo.

En lugar de redistribuir sus energías para lograr actuar en el ambiente o promover un cambio en él y manejar la situación de modo que satisfaga cierta necesidad, dirige la actividad hacia sí mismo y se sustituye por el ambiente como blanco de conducta, haciéndose a sí mismo lo que le gustaría hacer a otro. Dirige su energía de forma equivocada, convirtiéndose en el objeto de su acción en lugar de serlo el entorno.

Si este es tu caso, la verdad es que no tenías a alguien que entendiera cómo te sentiste o que te ayudara a validar tus emociones. Te sentiste como un forastero en tierra extraña. Como resultado, reprimiste tus emociones, y, tus heridas permanecieron sin sanar hasta que llegaste a ser adulto.

Transmisión intergeneracional de un trauma emocional

Cuando llegaste a una edad adulta trataste entonces de sanar estas heridas buscando con esperanza, finalmente, establecer una relación con alguien que entendiera y te ayudara a sanar estas heridas. Pero, como el proceso no es algo consciente y además no puedes controlar a la otra persona de la forma en la que te gustaría hacerlo, terminaste sin recibir la sanidad emocional.

Si todo este esfuerzo por recibir la sanidad no es excesivo, tal vez sea porque te rendiste y trataste de resolver el trauma emocional enfocándolo hacia tus niños o personas que ves más débiles que tú y que son fáciles de controlar. Y ahora, sientes que puedes hacerles daño a ellos lo que te hicieron a ti, pero no sientes culpabilidad porque no estás consciente del trauma que tienes. Quizás tratas a tus hijos de la misma forma en la que te trataron a ti, pensando que todo está bien. Como dice el adagio: no puedes arreglar algo hasta que no sepas cómo fue que se rompió.

Si este es tu caso, puede que mientras no reconozcas o entiendas los efectos nocivos de lo que te hicieron tus padres o familiares en tu infancia, estarás destinado(a) a repetir los mismos actos crueles que aprendiste, sin verlos como tal. En su lugar, tratarás de defender o justificar tu comportamiento, como lo hicieron tus padres, alegando que eran necesarios para que crecieras y fueras como ellos. De esta forma se transmiten de generación en generación el trauma emocional que produce disfuncionalidad en nuestras familias.

¿Conoces algún otro mecanismo de defensa de las víctimas de una crianza disfuncional? Compártela con nosotros en la sección de comentarios y así podremos ayudar a otros a reconocer otras manifestaciones de las heridas emocionales. Dios te bendiga

¿Cómo se desarrollan los traumas emocionales en las familias?

Los traumas emocionales están a la orden del día, y es que la familia hoy vive en un campo de batalla. Las situaciones que rodean a la sociedad actualmente, hacen que esto sea así. Muchos profesionales en la actualidad dedican su tiempo al estudio de este fenómeno. Entre ellos está la doctora Joyce Brothers (1984), quien presenta unas estadísticas espantosas:

  • 1,8 millones de mujeres sufren de abuso físico frecuente en sus casas por parte de hombres que un día prometieron que las amarían.
  • Entre 3,4 – 4 millones de niños son maltratados físicamente por sus padres.
  • La autora Susan Forward dice que hay más de 10 millones de americanos que han participado en incesto y vienen de diferentes trasfondos económicos, culturales, raciales, educacionales y religiosos.
  • Se estima que para la edad de 18 años, entre el 60% y el 45% de los niños en este país han sido víctimas de abuso sexual (DeMause, 1991).

Las familias disfuncionales son más propensas a los traumas emocionales

Una familia disfuncional es aquella en la que los conflictos, la mala conducta y muchas veces el abuso por parte de los miembros individuales, se producen continuamente y regularmente. Lo que lleva a otros miembros a acomodarse a tales acciones. Las familias saludables también pasan por crisis, pero después de estas, regresan a su funcionamiento normal.

Para poder entender el proceso a través del cual la dinámica emocional de una familia es transmitida de una generación a otra, necesitamos entender el concepto sistémico de “proceso de transmisión intergeneracional”. Este no es más que la comunicación de valores, hechos, secretos, historias, dinámica emocional y comportamientos disfuncionales; estos pasan de una generación a otra en una familia.

Cuando se transmiten estos aspectos de una forma no elaborada o no procesada, pasan a las siguientes generaciones en dicha forma; y, por lo tanto, perjudica la salud mental y el equilibrio familiar sano. Hoy estudiaremos la influencia que ejerce el proceso de trasmisión intergeneracional en la formación de familias funcionales o disfuncionales; en las características de las familias disfuncionales y cómo se puede romper el ciclo disfuncional en la familia.

¿Cómo se desarrollan los traumas emocionales en las familias?

Existen familias con patrones de comportamiento disfuncional que pasan de generación en generación. Estos patrones pueden ser el alcoholismo, el consumo de drogas, abuso emocional, físico, verbal o sexual; las enfermedades mentales y un estilo parental estrictamente autocrático.

Les contaré la historia de un hombre llamado Pedro. Su historia es muy triste. Lo conocí mientras vivía en Filadelfia. Su esposa, miembro de la iglesia, me llamó un día desesperada diciendo: por favor, pastor, haga algo por mi esposo, es adicto a la heroína. Pedro quería salir de su adicción, pero no admitía que la adicción era una enfermedad. Cuando no tenía dinero para adquirir sus drogas, vendía lo que se le ocurriera de las cosas de su casa con tal de comprar la droga.

Un día lo encontré en una casa abandonada, buscando la droga. Me contó su historia. Su padre fue alcohólico. A muy temprana edad lo introdujo a la bebida. Y, desde ese momento, comenzó la vida sin control de ese adolescente. De la bebida pasó a la marihuana. De la marihuana a la Cocaína, y de esta a la Heroína. Es la historia de un joven que creció en un hogar disfuncional y se perdió en el laberinto de la adicción.

El efecto en los niños

Los efectos tóxicos de las familias disfuncionales no se pueden medir. Los niños son los más afectados en este tipo de familias. Todos estos comportamientos maladaptativos les quitan a los niños la posibilidad de tener una infancia feliz; así como de tener los padres que necesitan para convertirse en adultos funcionales en un futuro. Los patrones de comportamiento se convierten en un «guion familiar».

Existen investigaciones clínicas que comprueban que aun pequeñas heridas emocionales producidas diariamente y la falta de apego de nuestros padres pueden producir traumas emocionales duraderos.

Estas heridas emocionales se produjeron cada vez que esos niños no eran tomados en serio, cuando alguien se burló de ellos; no se les permitió expresar lo que realmente sentían, no fueron respetados como personas que tenían su propia voluntad, y una infinidad de heridas que sufrieron cuando se les dijo: anda, piérdete que no te quiero ver, cállate, vete de aquí, no actúes así… o no seas tan… Todas estas experiencias fueron traumas que infligieron heridas a su estima propia.

Quizás este no sea un tema ajeno para ti; tal vez te identificas con la historia de Pedro porque creciste en un hogar, en una familia disfuncional; quizás no te has dado cuenta de que esas heridas emocionales que aún no han sanado están afectando tu vida y la dinámica de la familia que hoy en día has formado; o quizás te ves a ti mismo(a) repitiéndole a tus hijos esas palabras que tanto te hirieron en tu infancia, y que tus padres te repetían desaprobándote.

La transformación sí es posible en cualquier familia

Aín si ese era el escenario en tu hogar y en tu familia de origen, y, si hoy en día es el escenario de la familia que has formado, tengo buenas noticias para ti: aún los rasgos más profundos de nuestra personalidad que han sido afectados por las situaciones adversas que hemos vivido, pueden ser transformados en el impulso que necesitamos para cambiar, mejorar como personas y ser la mejor versión de nosotros en Cristo Jesús.

¿Quieres conocer más sobre los traumas emocionales y temas similares? Entonces te invito a leer nuestros próximos posts; en los que seguiremos estudiando los efectos y características principales de las familias disfuncionales, para así lograr vencer esta dificultad. Dios te bendiga.

Desarrollando inteligencia emocional en la pandemia

La pandemia de la enfermedad del coronavirus está siendo muy estresante para muchas personas. Es sobrecogedor y escalofriante el miedo y la ansiedad producidos por esta nueva enfermedad y la capacidad que tiene esta para causar destrucción aun desde las familias más pobres a las más ricas.

 

Mucho se ha escrito sobre cómo manejar la crisis y tratar de mejorar nuestra salud mental. Pero, hoy más que nunca, necesitamos algo más que el simple hecho de practicar el distanciamiento social y usar tapabocas. Necesitamos crecer en nuestra inteligencia emocional. Los comportamientos de una persona con alta inteligencia emocional nunca han sido tan importantes como lo son en estos tiempos sin precedentes en los que vivimos.

 

La inteligencia emocional es la capacidad de percibir, expresar, comprender y gestionar las emociones. Y, es importante porque cuanto más comprendamos estos aspectos de nosotros mismos, mejor será nuestra salud espiritual, mental y nuestro desarrollo social en la pandemia.

 

Te pregunto, ¿Las decisiones que tomas como padre, esposo(a), hijo(a), empleado(a) o líder son decisiones generadas por el miedo o la desesperación, o son decisiones que provienen de una persona que tiene inteligencia emocional? La forma como respondes a esta pregunta determinará en dónde terminarás al final de esta pandemia.

 

Es más, estudios realizados por varias universidades del mundo demuestran que el éxito de una persona en varios niveles de la vida tales como el intrapersonal, interpersonal y social, está determinado por el nivel de inteligencia emocional que esta tenga. Estos estudios revelan que el 80 por ciento del éxito está determinado por la inteligencia emocional y solo el 20 por ciento está determinado por la inteligencia racional o el cociente intelectual.

 

¿Cuál es el origen del término inteligencia emocional? Muchos atribuyen el concepto de la inteligencia emocional a Daniel Goleman, pero en realidad este concepto ya había sido elaborado por otros autores antes que Daniel Goleman lo popularizara en su libro Inteligencia Emocional en el año 1995.

 

Se cree que la primera persona que comenzó a desarrollar esta línea de pensamiento sobre inteligencia emocional fue Edward L. Thorndike en 1920. Él utilizó en aquel momento el término inteligencia social para describir la habilidad de comprender y motivar a otras personas. En 1940, David Weshsler describió la influencia de los factores en el comportamiento humano que no estaban determinados por el intelecto y aclaró que las pruebas de inteligencia no estarían completas hasta que no se pudieran describir adecuadamente los factores que influían en el ser humano y sus relaciones, que estaban más allá del intelecto.

 

Desafortunadamente, el trabajo de estos dos autores pasó desapercibido durante mucho tiempo hasta que, en 1983, Howard Gardner, en su libro Inteligencias Múltiples: la teoría de la práctica, introdujo la idea de que los indicadores de inteligencia, como el cociente intelectual, no explican plenamente la capacidad cognitiva, porque no tienen en cuenta ni la “inteligencia interpersonal” (la capacidad para comprender las intenciones, motivaciones y deseos de otras personas) ni la “inteligencia intrapersonal” (la capacidad para comprenderse uno mismo, apreciar los sentimientos, temores y motivaciones propios).4

 

El primer uso del término inteligencia emocional generalmente es atribuido a Wayne Payne, citado en su tesis doctoral “Un estudio de las emociones”: el desarrollo de la inteligencia emocional (1985).5 Sin embargo, esta expresión ya había aparecido antes en textos de Beldoch (1964),6 y Leuner (1966).7 Stanley Greenspan también propuso un modelo de inteligencia emocional en 1989, al igual que Peter Salovey y John D. Mayer.8  Pero, de todos estos autores el que popularizó este concepto fue Daniel Goleman en su libro mencionado previamente.

 

Ahora dejemos atrás el trasfondo histórico de este concepto y hablemos de por qué es importante tener una alta inteligencia emocional en medio de la pandemia.

 

De acuerdo con Daniel Goleman, la inteligencia emocional conlleva 5 habilidades prácticas que debe desarrollar esa persona que desea crecer en el manejo de sus emociones. Cada una de las 5 Habilidades Prácticas de la Inteligencia Emocional fue a su vez subdividida en diferentes competencias. Veamos estas capacidades aplicadas en el contexto de la pandemia.

 

1)Autoconciencia: implica reconocer los propios estados de ánimo, los recursos y las intuiciones. Esta habilidad es primordial mientras navegamos por la pandemia porque sin la misma no podremos percatarnos de las emociones que experimentamos en la crisis, los recursos con los cuales contamos para afrontar la crisis, y, además, no tendremos las intuiciones necesarias para tomar decisiones sabias.

 

Las competencias emocionales que dependen de la autoconciencia son:

 

– Conciencia emocional: identificar las propias emociones y los efectos que pueden tener en nosotros y aquellos que nos rodean. Por ejemplo, el padre que no tiene conciencia emocional no sabrá identificar las emociones que experimenta su hijo. Y al final, no podrá enseñarle a su hijo a gestionar sus emociones.

 

– Correcta autovaloración: conocer las propias fortalezas y sus limitaciones. Todo ser humano tiene fortalezas y limitaciones. Muchas veces nos enfocamos tanto en las limitaciones que tenemos que descuidamos las fortalezas que nos han llevado hasta donde estamos. En la pandemia, es imperativo hacer una auditoría de las fortalezas y limitaciones que se tienen en las manos. Luego, concentra tu energía en depender de tus fortalezas y déjate influenciar por otras personas que te puedan ayudar en tus limitaciones.

 

– Autoconfianza: un fuerte sentido del propio valor y capacidad. La forma como te mires y te valores te permitirá navegar en aguas turbulentas. Si no confías en ti mismo(a), nadie confiará en ti.

 

2)Autorregulación: la segunda habilidad tiene que ver con la autorregulación. Tal vez no hay habilidad psicológica más esencial que la capacidad de resistir el impulso. ¿Cuántas decisiones has tomado equivocadamente por tu falta de autorregulación? Compras innecesarias, enojos y disgustos que se podrían haber evitado. Hay días en medio de la crisis en los que te levantas sin motivación para hacer nada; Tienes el deseo de quedarte durmiendo. Pero, es la autorregulación la que te mueve a gestionar esos estados de ánimo y a impulsarte a alcanzar las metas que tienes trazadas para ese día.

 

Las competencias emocionales que dependen de la autorregulación son:

 

– Autocontrol: mantener vigiladas las emociones perturbadoras y los impulsos. Hay emociones tóxicas que hay que mantener en constante vigilancia. Resistir ese impulso a perder el control es el fundamento de cualquier tipo de autocontrol emocional, puesto que cada emoción supone un deseo de actuar ante el problema y no siempre ese deseo es la respuesta adecuada.

 

– Confiabilidad: mantener estándares adecuados de honestidad e integridad.

 

– Conciencia: asumir las responsabilidades del propio desempeño laboral. Muchos culpan a la economía o al distanciamiento social por la crisis que tienen en sus familias. La habilidad de la conciencia te ayuda a tomar responsabilidad por lo que debes hacer ante la crisis y a dejar de culpar a otros por lo que no tienes en la vida.

 

– Adaptabilidad: flexibilidad en el manejo de las situaciones de cambio. Todos los que se han abierto paso ante la pandemia han tenido que adaptarse a los cambios. Adaptarse a tener reuniones vía Zoom; Adaptarse a tener que convivir con un ser querido que antes veías solo por horas. Flexibilidad y adaptabilidad son dos elementos que tienen las personas de éxito.

 

– Innovación: sentirse cómodo con la nueva información, las nuevas ideas y situaciones. Mientras muchas compañías han terminado en la quiebra otras han crecido ante la crisis. ¿En dónde está la diferencia? En la competencia de innovación que tienen las personas que están a cargo de esas empresas. Pregúntate, ¿cuánta innovación has traído a tu familia para mejorar tu conexión emocional con tus seres queridos?

 

3)Motivación: se refiere a las tendencias emocionales que guían o facilitan el cumplimiento de las metas establecidas.

 

– Impulso de logro: esfuerzo por mejorar o alcanzar un estándar de excelencia en tu familia.

 

– Compromiso: tiene que ver con desarrollar un compromiso hacia las metas que tiene tu familia.

 

– Iniciativa: disponibilidad para reaccionar ante las oportunidades. Las oportunidades no se pueden desperdiciar. Tu motivación te llevará a estar alerta de esas iniciativas que podrían darle un giro a tu vida o familia.

 

– Optimismo: persistencia en la persecución de los objetivos, a pesar de los obstáculos y retrocesos que puedan presentarse. La pandemia puede haber afectado a tu familia en varias áreas, pero tu optimismo es lo que te permitirá levantarte de las ruinas o la desesperación y continuar hacia las metas que tienes trazadas.

 

 

4)Empatía: la empatía es la otra habilidad que marcará un derrotero de esperanza en la crisis. Hay tantas personas necesitadas en estos momentos a tu alrededor. Personas que buscan a alguien que sienta empatía hacia ellos. La empatía implica tener conciencia de los sentimientos, necesidades y preocupaciones de los otros. La empatía no significa que la otra persona tenga que pensar como uno, sino entender el pensamiento del otro y respetarlo. Lo contrario podría llevarnos al egocentrismo.

 

Las competencias que tienen que ver con la empatía son las siguientes:

 

– Comprensión de los otros: darse cuenta de los sentimientos y perspectivas de los miembros de tu familia. Tal vez tus hijos están exhaustos de las clases online. Un padre inteligente siente comprensión hacia sus hijos y aprovechará esta oportunidad para enseñarles a gestionar sus emociones.

 

– Desarrollar a los otros: estar al tanto de las necesidades de desarrollo de los demás y reforzar sus habilidades. En la terapia matrimonial y familiar enfatizamos este aspecto. Hablamos de descubrir las necesidades que tiene la pareja o hijos y así ayudarlos a crecer. Al final, todos necesitamos del que está a nuestro lado para sobrevivir.

 

– Servicio de orientación: anticipar, reconocer y satisfacer las necesidades reales de tu familia.

 

– Potenciar la diversidad: cultivar las oportunidades de traer diversidad a tu familia. No todo el mundo tiene que ser como tú. Acepta la diversidad de opinión e ideas y tendrás una familia saludable.

 

– Conciencia política: ser capaz de leer las corrientes emocionales de tu familia, así como el poder de las relaciones entre ellos.

 

5)Destrezas sociales: La última habilidad tiene que ver con el ámbito social. Implica ser un experto para inducir respuestas deseadas en los otros miembros de tu familia. Este objetivo depende de las siguientes capacidades emocionales:

 

– Influencia: idear tácticas efectivas de persuasión.

– Comunicación: saber escuchar abiertamente al resto y elaborar mensajes convincentes.

– Manejo de conflictos: saber negociar y resolver los desacuerdos que se presenten dentro de tu relación marital y familiar.

– Liderazgo: capacidad de inspirar y guiar a los miembros de tu familia.

– Catalizador del cambio: iniciador o administrador de las situaciones nuevas.

– Constructor de lazos: alimentar y reforzar las relaciones interpersonales de tu familia.

– Colaboración y cooperación: trabajar con otros miembros de tu familia para alcanzar metas compartidas.

– Capacidades de equipo: ser capaz de crear sinergia para la persecución de metas colectivas en tu familia.

 

¿Cómo has puesto en práctica la inteligencia emocional en medio de la pandemia? Tal vez te sientas decepcionado contigo mismo(a) porque no has gestionado sabiamente tus emociones. Pero recuerda, nunca es tarde para comenzar. Comienza hoy desarrollando cada una de estas habilidades para que puedas manejar tu estrés y angustia en medio de la pandemia. Proverbios 14:29-30 dice: El que tarda en airarse es grande de entendimiento; Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad. El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos.

 

¿Cómo se forma la autoestima?

¿Por qué este post podría cambiar el curso de tu vida? La forma como nos sentimos con respecto a nosotros mismos afecta todos los aspectos de nuestra vida; incluyendo desde nuestro trabajo, el amor o el sexo y nuestro comportamiento como padres, hasta la forma como nos relacionamos con Dios. A eso se le llama autoestima y es clave para sentirnos bien con nosotros mismos y los demás.

¿Por qué es tan importante la autoestima?

La influencia que los acontecimientos de la vida tendrán en nosotros dependerá de la forma cómo nosotros nos vemos a nosotros mismos. Esto quiere decir que la autoestima de una persona puede determinar en gran medida su éxito o su fracaso. 

Si aún no estás convencido(a) de la importancia de aprender y crecer en esta área de tu vida, apartando los problemas de origen biológico; no existe una sola dificultad psicológica, desde la angustia y la depresión, el miedo a la intimidad o al éxito, el abuso de alcohol o de las drogas, el bajo rendimiento en el estudio o en el trabajo; hasta los malos tratos a las mujeres u hombres o la violación de menores, las disfunciones sexuales o la inmadurez emocional, pasando por el suicidio o los crímenes violentos, que no sea atribuible a una autoestima deficiente en el ser humano (Nathaniel Branden).

El psicólogo William James dijo sobre la autoestima: la angustia mental frecuentemente sigue a las personas que se creen insuficientes y sin valor. 

Ahora, después de comenzar a entender la magnitud del problema de la autoestima, ten en cuenta que el 85% de la población del mundo sufre de problemas de autoestima. El 70% de las personas tienen un bajo concepto de sí mismas, diciendo que no son suficientemente buenas, que son feas e inadecuadas. El 45% de los hombres no están contentos con sus cuerpos. 

Pero, ¿Qué es la autoestima?

Veamos qué es la autoestima. Es la manera como te percibes a ti mismo(a). Se trata de la parte emocional de tu mente, valora lo más íntimo de tu ser, es decir, tu valía como persona.” 

“Es el concepto que tienes de ti mismo”. Brian Tracy

“Es ese sentimiento que se encuentra en lo más profundo de tu piel y que habla de tu propio valor”.

Denis Waitley

En otras palabras, como dijo Branden, la autoestima es la suma de la confianza y el respeto por uno mismo; y refleja el juicio implícito que cada uno hace de su habilidad para enfrentar los desafíos de la vida.

¿Cómo desarrollamos nuestra autoestima?

Esta pregunta es importante porque si entendemos la raíz del proceso de formación de nuestra autoestima, podremos trabajar en ella más eficientemente.

La autoestima se desarrolla desde muy temprana edad y nunca deja de evolucionar, cambiar, mejorar o incluso deteriorarse. Es decir, está en continuo movimiento. Además, al ser producto de nuestra condición pecaminosa, no es voluntaria, espontánea o natural; sino que proviene de las condiciones de vida y de lo que cada uno va experimentando en el transcurso de la misma. 

Por ejemplo, a partir de los 5-6 años aproximadamente, es cuando empezamos a formar una idea de lo que significa ser nosotros mismos. Esta idea estará influenciada por el estilo de apego que desarrollen nuestros cuidadores primarios con nosotros. Si ellos desarrollaron un apego seguro, nos sentiremos amados, sentiremos que somos especiales y que tenemos valía.

Pero, cuando nuestros cuidadores primarios no están presentes emocionalmente para darnos amor y aceptación, desarrollamos un apego inseguro; el cual nos lleva a sentirnos indignos, no validados y con falta de valía personal. 

El período de la asolescencia y la formación de la autoestima

Más adelante, en la adolescencia, empezamos a valorarnos en función de la relación que desarrollamos con nuestros pares y de acuerdo a los criterios culturales en el área de la belleza, valor o capacidades intelectuales. 

Y, cuando llegamos a la edad adulta, la autoestima se vive en base a ese guión de vida que desarrollamos en nuestra infancia y que podría estar marcando el curso de nuestras vidas. De esta forma, va creciendo la propia satisfacción o insatisfacción, así como la seguridad e inseguridad ante uno mismo. 

¿Cómo sabes si tienes una autoestima positiva?

Una persona con una autoestima positiva…

  1. Cree con firmeza en ciertos valores y principios, y está dispuesta a defenderlos incluso aunque encuentre oposición. 
  2. No pierde tiempo preocupándose en exceso por lo que le haya ocurrido en el pasado ni por lo que le pueda ocurrir en el futuro. 
  3. Confía plenamente en su capacidad para resolver sus propios problemas, sin dejarse acobardar fácilmente por fracasos y dificultades. Y, cuando realmente lo necesita, está dispuesta a pedir la ayuda de otros.
  4. Como persona, se considera y siente igual que cualquier otro; ni inferior, ni superior; sencillamente, igual en dignidad; y reconoce diferencias en talentos específicos, prestigio profesional o posición económica.
  5. No se deja manipular, aunque está dispuesta a colaborar si le parece apropiado y conveniente.
  6. Es capaz de disfrutar con una gran variedad de actividades.
  7. Es sensible a los sentimientos y necesidades de los demás; respeta las normas sensatas de convivencia generalmente aceptadas, y entiende que no tiene derecho —ni lo desea— a medrar o divertirse a costa de otros.

Una persona que tiene una autoestima negativa tiene las siguientes características:

  • Autocrítica rigorista: tendiente a crear un estado habitual de insatisfacción consigo misma.
  • Hipersensibilidad a la crítica: que le hace sentirse fácilmente atacado y a experimentar resentimientos pertinaces contra sus críticos.
  • Indecisión crónica: no tanto por falta de información, sino por miedo exagerado a equivocarse.
  • Deseo excesivo de complacer: no se atreve a decir «no», por temor a desagradar y perder la benevolencia del peticionario.
  • Perfeccionismo: o autoexigencia de hacer «perfectamente», sin un solo fallo, casi todo cuanto intenta; lo cual puede llevarlo a sentirse muy mal cuando las cosas no salen con la perfección exigida.
  • Culpabilidad neurótica: se condena por conductas que no siempre son objetivamente malas, exagera la magnitud de sus errores y delitos y/o los lamenta indefinidamente, sin llegar a perdonarse por completo
  • Hostilidad flotante: irritabilidad a flor de piel, siempre a punto de estallar aun por cosas de poca importancia; propia del supercrítico a quien todo le sienta mal, todo le disgusta, todo le decepciona, nada le satisface.
  • Tendencias defensivas: un negativo generalizado (todo lo ve negro: su vida, su futuro y, sobre todo, su sí mismo) y una inapetencia generalizada del gozo de vivir y de la vida misma.
  • Críticos con los demás: en ocasiones, una persona que padece de una baja autoestima puede llegar a emplear la crítica hacia otras personas cuando algo sale mal, especialmente cuando se trate de defenderse a uno mismo ante una situación incómoda, con la pretensión de demostrar su inocencia. Incluso, puede que la persona que padece autoestima baja no llegue a ser consciente de su comportamiento y que no lo haga con una mala intención.

¿Qué tipo de autoestima consideras que tienes?

¿Te has puesto a pensar en cómo te percibes a ti mismo(a)? Como dijimos anteriormente, el principal valor que debes darte a ti mismo(a) es el valor que Dios te ha dado; un valor tan grande, que dio a Su único Hijo para que muriera en tu lugar y así poder ofrecerte la vida eterna.

De manera que, no importa si tu familia de origen ha sembrado en ti dudas sobre tu valor como persona; ni si tus amigos o pareja no te hacen sentir como un igual; no importa si tus compañeros de trabajo no reconocen tu arduo trabajo ni tu valor como personal del lugar en el que trabajas; tu valor ante los ojos de Dios es incalculable.

Mira lo bueno que hay en ti, reconoce tus cualidades, tus buenos principios, los conocimientos que tienes; valora los buenos rasgos de tu personalidad, esas cosas buenas que tienes en ti para ofrecer a los demás; mírate al espejo y date cuenta de que eres un ser único, con un propósito, con metas, con sueños. ¡Date el valor que tu propio Creador te ha dado y serás feliz!

¿En el transcurso de tu vida, has hecho algo que te ayudó a mejorar tu autoestima? Compártelo con nosotros en los comentarios, y así, ayudarás a otros a aumentar su autoestima y empezar a recorrer el camino de la felicidad y el valor propio.