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Puedes reescribir tu historia

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Como pastores, es importante poder reescribir tu historia para poder enfrentarnos a una realidad que no es fácil de abordar, pues somos llamados a ministrar en la realidad de hoy día. Una realidad que se ha vuelto cada vez más y más compleja, con componentes tecnológicos y sociales sin precedentes y que agregan más presiones, más escenarios, más ideologías. Todos estos elementos, relativamente nuevos, representan desafíos para el pastor que le desafiarían a ministrar teniendo que cargar con sus propias luchas de supervivencia en estos tiempos adversos.

 

Entonces, esta es la pregunta que nos hacemos ante una crisis como la que estamos enfrentando, ¿Cómo sobrevivir? ¿Cómo levantarnos? ¿Cómo cumplir con el llamado que Dios nos ha hecho? ¿Cómo rescatar a mi familia y ayudar a mi iglesia cuando yo estoy tan quebrantado como ellos?

 

Todos tenemos una historia, una historia triste. Todos estamos heridos. Tenemos heridas emocionales, físicas o espirituales.

 

Me gusta la pregunta que hace Henri Nouwen en su libro “El Sanador Herido (The Wounded Healer)”. La pregunta principal no es «¿Cómo podemos ocultar nuestras heridas por miedo a la vergüenza?» Sino «¿Cómo podemos poner nuestras heridas al servicio de los demás?»

 

Esto es contrario a todo lo que se nos ha enseñado en el seminario en los últimos años. Hemos sido alterados para esconder nuestras heridas, lo que nos produce vergüenza. Y se nos ha motivado a presentarnos como seres infalibles que están por encima del dolor de aquellos que servimos. Decimos, “mi familia no puede saber que sufro porque tengo que estar fuerte para ellos. Mis feligreses no pueden saber mi historia de dolor y vergüenza porque voy a perder influencia en ellos. Mis líderes en la Conferencia no pueden saber que tengo problemas en mi salud mental, que estoy deprimido, ansioso, con ataques de pánico. Tengo que ocultar mi historia, mis heridas”.

 

Hoy yo te desafío con ese concepto y presento algo revolucionario. puedes reescribir tu historia de vergüenza. Mi historia de heridas, traumas, agotamiento y problemas en mi salud mental no necesita ser escondida. Mi historia no tiene que continuar siendo  de vergüenza puedes reescribir tu historia. Jesús murió en la cruz para que aquello que me produjo vergüenza pueda ser usado por Dios como una fuente de sanidad para los que me rodean.

 

Jesús es el sanador de heridas humanas enviado por Dios: por sus heridas somos sanados. El sufrimiento y la muerte de Jesús trajeron alegría y vida. Su humillación presentó gloria; su rechazo presentó una comunidad de amor y gracia. Como seguidores de Jesús, también podemos permitir que nuestras heridas sean una fuente de sanidad para otros.

 

De la misma forma como el Padre envió a Jesús con una misión para que a través de sus heridas otros puedan recibir sanidad, Jesús nos envía, como dice Juan 20:21, para que a través de nuestras heridas otros puedan salir de la vergüenza producida por sus historias, heridas y pueden alcanzar la sanidad.

 

Encontré una vieja leyenda en el Talmud que puede ayudarnos a entender este concepto:

 

El rabino Yoshua ben Levi se encontró con el profeta Elías mientras estaba de pie a la entrada de la cueva del rabino Simeron ben Yohai. . . Le preguntó a Elías: «¿Cuándo vendrá el Mesías?»

Elías respondió: «Ve y pregúntale tú mismo». «¿En dónde está Él?»

«Sentado a las puertas de la ciudad». «¿Cómo voy a reconocerlo?»

«Él está sentado entre los pobres, cubierto de heridas. Los pobres que están a su lado desatan todas sus heridas al mismo tiempo y luego las vuelven a vendar. Pero Él las desata una a una y las vuelve a vendar, diciendo: ‘Quizás alguien necesita de mí: y si es así, debo estar siempre listo para no demorarme ni un momento en ayudar a otros vendar sus heridas.»

 

El Mesías, nos dice la vieja leyenda, está sentado entre los pobres, vendando sus heridas una a la vez, siempre listo para el momento que pueda ser llamado a servir. Lo mismo ocurre con nosotros.

 

Dios nos ha enviado para primero trabajar con nuestras heridas, con una identidad quebrantada, y reescribir tu historia para luego poder ayudar a otros a vendar sus heridas.

 

¿Cuál es el proceso para vender mis heridas y estar listo para ayudar a otros a vender las suyas? Hago la pregunta porque no puedes ayudar a otros a sanar sus heridas si primero no has trabajado con tus heridas personales.

 

Redescubre tu identidad

 

Primero, es necesario redescubrir tu identidad porque, producto de las crisis traídas por el COVID 19, traumas y agotamiento experimentado, es probable que se nos haya nublado la visión de quiénes somos en realidad y para qué hemos sido creados. Tal vez tus heridas y tu identidad quebrantada no te dejan ver las heridas de los que están a tu lado. Por eso, necesitas redescubrir tu identidad y preguntarte “¿Cuál es mi razón de existencia?” La respuesta a esta pregunta existencial define el derrotero de tu vida.

 

Tu identidad no está en lo que tú haces, posees o tu popularidad. Esas son identidades falsas quebrantadas que Satanás quiere que asimiles. Tu identidad está en lo que eres, no en lo que haces. Eres un ser humano, creado a la imagen de Dios para recibir y dar amor. Esa es tu identidad. Es así de sencillo. No es algo complejo. Tu identidad debe estar basada en el amor que Dios siente por ti.

 

Cuando llegas a entender esta realidad eres completamente libre. Libre de la presión de tener que probar que eres bueno y posees algo que ofrecer para ser aceptado por los líderes de la Conferencia o tu iglesia; libre de la presión de probar que tiene algo valioso para los demás; libre de la presión de querer impresionar para ser aceptado por los demás. Eres libre para vivir en el amor de Dios.

 

Cuando entiendas tu identidad personal entonces entenderás tu identidad profesional y social. Y, la Biblia usa diferentes imágenes para describir tu identidad profesional. Eres un pastor de ovejas, eres un sacerdote, un profeta, un ministro del Altísimo. ¡Qué mayor responsabilidad que esa!

 

¿Cómo redescubres tu identidad? Simplemente, necesitas desacelerar tu vida y focalizarla en conectarte a Jesús, la fuente de vida y poder. Necesitas desarrollar una estructura en tu vida, en la que lo más importante para ti sea vivir conectado a Dios. Para esto necesitamos poner límites claros para que la iglesia y las presiones de la vida no ocupen el espacio que le corresponde a Dios en nuestras vidas. Algo más práctico es tomar tiempo para descansar y estar en soledad así poco a poco puedes reescribir tu historia.

 

No estoy hablando del descanso espiritual del día del Sábado, porque ese día es en el que más trabajamos. Estoy hablando que debes elegir otro día de la semana para descansar y recargar tus baterías emocionales, físicas y espirituales. Es la estructura establecida por Dios. Él trabajó 6 días y luego descansó. Nos dio el día para trabajar y la noche para descansar. Pero, nosotros creemos que mientras más trabajamos, más logramos. Si aún estás sumergido en esa trampa de Satanás, tu identidad está girando alrededor de tus logros y popularidad.

 

¿Quieres saber qué puedes hacer para poder ministrar aun teniendo tu identidad quebrantada? ¿Quieres saber cómo puedes brindar el apoyo, cuidado, compasión, entendimiento y consuelo que Dios te ha encargado en tu ministerio, de tal forma que puedas reflejar el carácter y el ministerio de Cristo? Te invito entonces a leer nuestras próximas publicaciones para que puedas conocer lo que puedes hacer para ministrar a pesar de tu identidad quebrantada y puedas reescribir tu historia. Dios te bendiga.

 

Si necesitas ayuda profesional puedes llamarnos o escribirnos a:

 

Teléfono: 407 618 0222

 

Correo electrónico: Efrain.duany@floridaconference.com


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