No te rindas. Dios no ha terminado contigo todavía

No te rindas. Dios no ha terminado contigo todavía. No hay duda de que el COVID-19 pudiera marcar el momento decisivo de esta generación. Lo que está sucediendo en el mundo, y específicamente en este país, no tiene precedentes. No podemos escapar de noticias, actualizaciones, estadísticas diarias y semanales, y pronósticos para el futuro. Para algunos, el camino es ser héroes; para otros, es una oportunidad de hacer negocios; sin embargo, para otros, una triste tragedia.

No sé cuál es tu experiencia, pero al ver las noticias y leer los numerosos informes contradictorios de los funcionarios gubernamentales al final del día, el hecho es que todavía no hay cura para el COVID-19. Esto está haciendo que muchas personas piensen que no hay nada que se pueda hacer, entonces, ¿por qué deberían intentar hacer algo? Ellos dicen: «Solo necesito quedarme en casa y esperar a que termine esta crisis». Muchas personas están desarrollando lo que llamamos en psicología una desesperanza aprendida. Es decir, cuando nada  parece funcionar, entonces puedes decidir ser pasivo y simplemente no hacer nada y rendirte. Esta condición causa dolor emocional o físico todos los días a millones de personas. En este blog yo te desafío a que no te rindas. Dios no ha terminado contigo todavía.

La desesperanza aprendida

La desesperanza aprendida fue demostrada en animales por dos psicólogos, Martin Seligman y Steve Maier. Cuando se aplicaban descargas eléctricas a un lado de la jaula de los animales, estos saltaban para el otro lado. Con el tiempo, cuando ambos lados de la jaula recibían descargas eléctricas, los animales dejaron de luchar y buscar soluciones, y se desplomaron ante lo incontrolable.

Un amplio programa de investigación dejó claro que el factor determinante de tal síndrome era la incontrolabilidad percibida por los animales y no el estrés de los eventos aversivos. Esto significa que, si el animal recibe los estímulos aversivos, como por ejemplo choques eléctricos, pero puede poner fin a los mismos bajando una palanca, girando una rueda o saltando de la jaula hacia otro sitio, vale decir, el animal puede realizar cualquier conducta de escape que le otorgue sentido de control sobre la situación desagradable, entonces no desarrollará desesperanza.

Ahora bien, si el animal no puede escapar, es decir, queda simplemente expuesto al estresor sin que nada de lo que haga pueda poner fin a los estímulos desagradables, entonces luego de ello presentará indefensión. Por ejemplo, ya no intentará escapar de otros eventos aversivos, sino que se quedará pasivamente “aguantando” el malestar, aunque con un simple movimiento podría irse. También mostrará poco interés en una compañera sexual en celo e incluso en alimentarse. Su tasa de comportamiento habrá́ disminuido, se lo verá quieto, aletargado, sin motivación para iniciar casi ninguna conducta.

La desesperanza aprendida es una teoría para la depresión

La desesperanza aprendida es una teoría para la depresión, la tristeza y las personas que están renunciando a la vida. La desesperanza es considerada un pesar, una enfermedad, una maldición de gran potencia limitante. El filósofo Nietzsche la consideraba “la enfermedad del alma moderna”. Puede decirse que es un estado en el que se ven debilitados o extinguidos, el amor, la confianza, el entusiasmo, la alegría y la fe. Es una especie de frustración e impotencia, en las que se suele pensar que no es posible, por ninguna vía, lograr una meta o remediar alguna situación que se estima negativa. Es una manera de considerarse a la vez: atrapado, agobiado e inerme.

Ahora, necesitamos aclarar la diferencia entre desesperanza y decepción o desesperación porque fácilmente podríamos confundir estos términos. Por ejemplo, la decepción es la percepción de una expectativa defraudada, la desesperación es la pérdida de la paciencia y de la paz, un estado ansioso, angustiante, que hace al futuro una posibilidad atemorizante. Por otro lado, la desesperanza, por su parte, es la percepción de una imposibilidad presente, la idea de que no hay nada que hacer, ni ahora, ni nunca, y el sujeto se rinde ante las desavenencias incontrolables. Y es justamente ese sentido absolutista, lo que le hace aparecer como un estado perjudicial y nefasto para la mente humana.

Dios llamo a Moises cuando se había rendido.

Cuando Dios llamó a Moisés desde la zarza ardiente, creo que Moisés estaba sufriendo una condición de desesperanza aprendida en ese momento de su vida. Moisés tenía 80 años cuando Dios lo llamó para hacer algo extraordinario. Sin embargo, Moisés se consideraba a sí mismo como alguien que había llegado al final de su camino y no tenía nada más que ofrecer. Moisés ya se había rendido en la vida. Había huido del rey más poderoso de la tierra. Su sueño de convertirse en faraón había terminado. Su sueño de convertirse en el libertador de su pueblo había fracasado miserablemente. Terminó con Labán y se casó con Zéfora. Y ahora, vemos a Moisés, 40 años después, pastoreando las ovejas de otra persona. No tenía nada propio aparte de su esposa e hijos. Por esa razón, renunció a su sueño, pasión, y decidió vivir pasivamente sin siquiera intentar escapar o luchar contra sus circunstancias porque no tenía nada más que hacer que adaptarse a su condición de impotencia aprendida.

La parte triste de todo esto es que Moisés renunció a su llamado de ser el libertador de su pueblo mientras los israelitas todavía estaban sufriendo en Egipto. Por un lado, veo a Dios diciendo: “Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he conocido sus sufrimientos”; pero, por otro lado, veo a Moisés cansado de intentarlo, rindiéndose a sus circunstancias adversas, viviendo con una condición de desesperanza aprendida.

Lo que me encanta de esta historia es que Dios llamó a Moisés desde su desesperanza aprendida cuando tenía 80 años. Permíteme hacer un paréntesis aquí. Tal vez las circunstancias que rodean nuestras vidas nos dicen que no hay nada más que podamos hacer para ayudar a los que sufren. Si el gobierno no sabe qué hacer con esta crisis, ¿qué más podemos hacer? Pero, a pesar de nuestros pensamientos cognitivos distorsionados, Dios nos está llamando a cumplir su misión, porque de la misma manera que Dios no había terminado con Moisés cuando tenía 80 años, todavía no ha terminado con nosotros. No te rindas.

Déjame contarte sobre dos personas que no se rindieron a pesar de sus circunstancias adversas.

Claudio, un romano de una familia noble, sufrió varios problemas de salud a lo largo de su vida, evitó el asesinato de su familia porque nadie pensó que era una amenaza. Luego, se convirtió en el emperador, conquistó Gran Bretaña, que se consideraba imposible de conquistar en ese momento, y se convirtió en uno de los más grandes gobernantes de la antigua Roma.

Franklin D. Roosevelt, fue elegido presidente de Estados Unidos cuatro veces a pesar de que estaba paralizado de la cintura para abajo después de haberse enfermado de polio. Para postularse para un cargo público aprendió a caminar una corta distancia usando un bastón mientras usaba abrazaderas de hierro y tuvo mucho cuidado de nunca aparecer en público en una silla de ruedas.

Dios te está diciendo en medio de la crisis del COVID-19 que aún no ha terminado contigo. El COVID-19 puede amenazar tu vida y a tu familia, puede hacer que pierdas tu empleo, pero Dios sigue diciendo que aún no ha terminado contigo. No te rindas. Tal vez temes la incertidumbre del mañana, pero Dios aún no ha terminado. No te rindas.

 

¿Qué debes hacer para no rendirte?

  •  Comprender que se trata de una percepción y no de una realidad. Los lentes que usas para ver la crisis que tienes por delante influye en la realidad que percibes.
  •  Asumir que todo pasa, que cada día es nuevo y está lleno de posibilidades y potencialidades. Nuevas son todos los días las misericordias de Dios (Lam. 3:22-23).
  •  Pedirle a Dios que te ayude a buscar formas creativas de abordar la situación valorada como amenaza.
  •  Busca ayuda en otras personas que tengan otros recursos que tú no poseas.
  •  Sé agradecido. Céntrate en los recursos, dones y talentos, en vez de enfocarte en el problema que tienes por delante.
  •  Buscar en tu experiencia conductas que te hayan servido para superar situaciones similares. No tenemos nada que temer a menos que olvidemos cómo Dios ha estado con nosotros hasta hoy.
  •  Tratar de segmentar la acción. No te enredes. Define una estrategia y da un paso a la vez para salir del hueco en donde estás.

No puedes dejar que las circunstancias adversas que vives hoy definan tu futuro y la historia que recibirá la próxima generación. No te rindas. Dios te ha dado la capacidad para levantarte de tus cenizas. Todo lo puedes en Cristo que te fortalece. Has perdido tu empleo, un ser querido, ves que no hay solución, no te rindas. Dios está a tu lado y es tu Pastor, y aunque andes en valle de sombra o de muerte no temerás mal alguno porque Dios estará contigo.

Cinco consejos para ayudar a tus hijos a manejar la ansiedad.

Este blog es una continuación del blog anterior de como ayudar a los niños a manejar su ansiedad en medio de la pandemia. Si los adultos sienten sobre sus hombros la presión del estrés y la ansiedad, ¿te imaginas lo que están experimentando nuestros hijos? Este blog presenta 5 consejos para bendecir a tus hijos en medio de la crisis.

Modela la tolerancia de tu estrés en la pandemia del Covid-19

Como padres tenemos la responsabilidad de ser los modelos a seguir para nuestros hijos y no solo a través de la interacción directa con ellos. La interacción indirecta  de los padres o sus ejemplos de cómo manejan sus emociones, o experimentan el mundo exterior, influye enormemente en el desarrollo de la personalidad y de las habilidades sociales de los hijos.

Modela en la vida de tus hijos la forma como pones en práctica las estrategias que te enseñamos en los artículos anteriores. Estrategias tales como: la respiración diafragmática, la cual es tan importante para conectarnos con la neuro corteza del cerebro encargada de nuestras decisiones. Puedes modelar en tus hijos cómo manejar el estrés a través de la técnica de la caja de la ansiedad que aprendimos en el artículo anterior. Puedes, incluso, invitar a tus hijos a que te ayuden en el proyecto de preparar dicha caja. La forma en la que manejes tu estrés influirá en la respuesta que tu hijo(a) le dará a la crisis que está viviendo hoy en día.

Explica tu ansiedad

Aceptar el hecho de que somos humanos y estamos llenos de limitaciones e imperfecciones nos hace grandes. Nuestros hijos necesitan ver esa realidad que muchas veces tratamos de esconder de ellos. Muchos padres esconden de sus hijos su fragilidad humana y es por eso que los hijos crecen sin saber cómo expresar sus emociones en tiempos de crisis. Por ejemplo, si en un momento perdiste el control y le gritaste a tu hijo(a) porque estabas preocupado(a) o ansioso(a), más tarde, te puedes acercar a él o ella y reconocer tu error en el manejo de tu emoción, y, procesar esa experiencia juntos(as) tomando responsabilidad por la forma en la que expresaste tus emociones. Al final, puedes dialogar con tus hijos sobre algunas formas más efectivas para lidiar con tus emociones en el futuro.  Hablar con tus hijos sobre tus emociones de esta manera, le da permiso a tus hijos para experimentar estrés y ansiedad. Y, además, les deja saber que es posible manejarlos.

Ten un plan de acción en contra de tu ansiedad

Si sabes que una situación en particular te produce estrés, tú puedes planear con anticipación cómo lograr manejar esta situación de una forma más funcional para no tener que lamentar más tarde el no haber manejado la situación estresante de una forma más efectiva.

Por ejemplo, si el encerramiento te produce estrés y ansiedad porque no estás acostumbrado(a) a estar tanto tiempo encerrado(a) en casa, y, notas cómo al final del día no tienes paciencia con tus hijos ni contigo mismo(a), puedes planear ciertas actividades alrededor de tu casa con tus hijos. De esta forma, serás proactivo(a) e intencional en la forma como manejas tu estrés y modelas la inteligencia emocional en tus hijos.

Encuentra un grupo de apoyo

Trata de encontrar un grupo de apoyo para padres. Tratar de ser padres en estos momentos críticos no es nada fácil. Los grupos de apoyos han probado ser muy efectivos en tratamientos terapéuticos y autoayuda. Muchas iglesias tienen estos grupos de apoyo para la comunidad. También puedes encontrarlos en internet. O tal vez, puedes crear un grupo de apoyo que se reúne a través de Zoom.

Enseña cómo confiar en Dios en momentos difíciles.

El último consejo es el más importante de todos. Tu relación con Dios es el ejemplo más contundente que le puedes dar a tus hijos. La forma en la que manejas tu estrés y ansiedad al lado de Dios no tiene precio para el crecimiento emocional y espiritual de tus hijos. Por lo tanto, toma tiempo todos los días para orar y estudiar la Biblia con ellos. Háblales de cómo los hombres y mujeres de Dios manejaron su estrés en momentos difíciles y cómo la Palabra de Dios hoy te da aliento y esperanza sobre el futuro.

Todos tenemos momentos en los que sobre-reaccionamos, especialmente cuando estamos bajo mucho estrés. Pero, la buena noticia es que nosotros somos más resilientes de lo que nos imaginamos. No podemos cambiar cómo hemos reaccionado en el pasado, pero sí podemos cambiar cómo reaccionaremos en el futuro delante de nuestros hijos. Podemos cambiar la forma en la que estamos manifestando nuestras emociones. Nunca es tarde para crecer en tu inteligencia emocional y ayudar a tus hijos a crecer. El cerebro de tu hijo(a) es plástico y en el momento en el que comiences a regular tus emociones de una forma más efectiva, el cerebro de tu hijo(a) reflejará ese cambio que tú estás haciendo. Que tu deseo hoy sea dejar que Jehová edifique tu casa y te ayude a ser un ejemplo para tus hijos en tiempos de crisis.

Cómo ayudar a los niños a manejar la ansiedad

El doctor Harry Stanton, en su libro El factor estrés, dice que el gran enemigo de la salud humana no es el peligro, una convulsión emocional o una crisis ocasional (como la del coronavirus). Al contrario, es el estado prolongado, no aliviado de preocupación y ansiedad. No hay duda de que los momentos en los cuales estamos viviendo son momentos de preocupación y ansiedad. El aislamiento, la incertidumbre, los cambios en nuestras rutinas impulsan un estado de preocupación cual nunca antes hemos experimentado. En los artículos anteriores, hemos expuesto cómo ver las emociones como el mensajero que quiere ayudarnos a recoger la experiencia que vivimos y lo que es importante sobre la misma.

En el artículo de hoy, la pregunta que trataré de contestar es la siguiente: ¿Cómo ayudar a mis niños a sobrevivir a la crisis en la cual estamos inmersos? Si no es fácil para los adultos navegar las aguas turbulentas de esta crisis, ¿cómo lo va a ser para las frágiles mentes de nuestros hijos? Estamos muy preocupados por el aumento de números de casos en niños con serios problemas de ansiedad. Ellos están creciendo en un ambiente volátil, en donde las escuelas están cerradas y no  pueden ir a los parques para jugar libremente su deporte favorito. El ambiente en el cual ellos se movían ha cambiado de la noche a la mañana y ahora ellos se levantan con la preocupación de si la catástrofe del coronavirus llegará a sus casas.

¿Cuáles son los síntomas que muestran que los niños están experimentando ansiedad? Los niños encuentran dificultad para concentrarse, no pueden dormir con facilidad, se despiertan en la noche con pesadillas, no comen adecuadamente, se enojan e irritan rápidamente y están fuera de control; tienen pensamientos negativos, pueden usar el baño con frecuencia, lloran más de lo normal y pueden presentar dolores de estómago o sentirse mal producto del estrés que experimentan.

A pesar de que los padres pueden no se sentirse aptos para lidiar con sus ansiedades, ellos tienen la responsabilidad de velar por el desarrollo espiritual, físico y emocional de sus hijos. Muchas veces hacemos énfasis en cuidar el aspecto espiritual y físico de nuestros hijos. Nos ocupamos de que vayan a la iglesia con nosotros y que se alimenten bien. Pero ¿cuán comprometidos estamos con el crecimiento emocional de nuestros hijos, especialmente en tiempos del Covid-19?

Marc Brackett, quien es el director del Centro de Inteligencia Emocional de Yale, dice que los padres están co-creando el sistema emocional de sus hijos. La primera escuela de inteligencia emocional que tienen nuestros hijos es el hogar. Ellos aprenden a relacionarse con el mundo que les rodea a través de nuestros lentes. La dinámica emocional que experimentamos en la pandemia del Covid-19 es la misma dinámica emocional que van a experimentar nuestros hijos en el presente y aun cuando sean adultos. Expertos en la materia argumentan que el 80% del éxito en la vida está vinculado con la inteligencia emocional del individuo. Es por eso que para poder ayudar a nuestros hijos a tener inteligencia emocional, como padres, primero debemos aprender a regular nuestras emociones porque somos modelos para ellos. En nuestro próximo blog continuaremos discutiendo como ayudar a los niños en medio de la pandemia.

 

La cura contra la ansiedad (parte 2)

Tres estrategias para manejar tu ansiedad

Continuaré en este blog desarrollando el tema del blog anterior y presentado tres estrategias para manejar tu ansiedad.

Deja de evitarla.

Un enfoque consciente hacia el manejo de la ansiedad es aprender a dejarla «ser». No tienes que deshacerte de ella. Cuando la ansiedad demanda tu atención, puedes reenfocarte muy suavemente en tu actividad actual y depositar tu preocupación en las manos de Dios. El apóstol Pedro lo presenta de esta forma: Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte a su debido tiempo, 7 echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros. 1 Pe. 5:6-7

Programa tus preocupaciones

Si la primera estrategia no resulta, tal vez pudieras tratar esta segunda estrategia para manejar tu ansiedad. Cuando tu mente está acelerada y ansiosa, te sientes abrumado y parece que no puedes concentrarte, busca un momento para estar en silencio. Activa una alarma que suene en 15 minutos y entonces escribe todo lo que te preocupa en tu diario emocional.

Específicamente durante esta crisis del Covid-19 intenta reservar un momento específico cada día para registrar tus preocupaciones en un diario emocional. Simplemente, tener este tiempo cada día puede ayudarte a contener tus preocupaciones. Sabes que tendrás tiempo para atender tus preocupaciones sin que se conviertan en una carga intolerable.

Crea tu caja de ansiedad

Encuentra una caja de zapatos y ábrele un agujero en la parte superior. Decórala como quieras y mantenla en un lugar práctico. Luego, cuando Satanás comience a presionarte para que te preocupes, escribe tu preocupación, Glorifica a Dios y ora diciendo: «Señor, esto es lo que me preocupa. Pero, me dijiste que no me preocupara, así que voy a poner esta preocupación en mi caja como una admisión de que no puedo manejarlo. Esto significa que es para que Tú lo manejes, y estoy confiando en que Tú te encargarás de eso».

No te estoy diciendo con este ejercicio que todos tus problemas desaparecerán si los pones en una caja de ansiedad. Pero, sí te digo que cuando aprendas a reemplazar la preocupación por la oración y la fe, Dios abrirá una sombrilla sobre ti en medio de la tormenta para evitar que te mojes. Y Él te dará una paz que sobrepasa toda comprensión.

 

La cura contra la ansiedad

Un día, John Wesley estaba caminando con un hombre que estaba muy ansioso con todos los problemas que experimentaba y expresó sus dudas sobre la bondad de Dios. Él dijo: «No sé qué voy a hacer con todas estas preocupaciones que me causan tanta ansiedad».

En el mismo momento, Wesley vio una vaca mirando por encima de un muro de piedra. «¿Sabes por qué esa vaca está mirando por encima del muro?», preguntó Wesley.

«No», dijo el hombre que estaba preocupado.

Wesley dijo: “La vaca está mirando por encima del muro porque no puede ver a través de él. Eso es lo que debes hacer con tu muro de problemas que te llena de ansiedad: mira por encima del muro y evítalo”.

La fe nos permite mirar más allá de nuestras circunstancias y enfocarnos en Cristo. En este blog quiero continuar desarrollando la temática sobre la ansiedad en medio de la pandemia. La pregunta que pretendo contestar hoy es la siguiente ¿existe alguna cura contra la ansiedad?

Muchas veces, cuando veo pacientes que tienen desórdenes de ansiedad, les pregunto ¿cuál es tu meta al venir a terapia? Ellos responden: “Quiero eliminar mi ansiedad, no la soporto.” Mi respuesta es: “nosotros no podemos hacer eso”. Es interesante ver la mirada de incredulidad que ellos me dan cuando les doy esa respuesta.

Entonces, trato de explicarles que no podemos eliminar la ansiedad porque la misma es una reacción natural ante el estrés que estamos afrontando en la vida. La ansiedad es parte de nuestro sistema interno de defensa; Nos protege del peligro. Dios nos creó con la capacidad de experimentar la emoción de la ansiedad y el resto de las emociones positivas y negativas para que podamos navegar por el mundo.

El miedo promueve una cascada de dispositivos nerviosos y hormonales que preparan al cuerpo para escapar o luchar. Esos síntomas de ansiedad que tú experimentas son el resultado de la activación de tu sistema nervioso automático, el cual está incluído en la parte cerebral encargada de segregar adrenalina cuando experimentas una amenaza de alguna forma. La adrenalina le permite a tu cuerpo estar listo para responder al peligro en caso de que necesites actuar ante la amenaza.

Como resultado de esta segregación de adrenalina, tú entonces experimentas un aumento de los latidos de tu corazón y tu respiración, al igual que tensión muscular, demostrando que tu cuerpo está listo para dar una respuesta al peligro. Cuando no hay una amenaza aparente, estos cambios son muchas veces experimentados como agitación o ansiedad. Es por eso por lo que en medio de la pandemia del Covid-19 es normal que nuestro sistema nervioso automático esté activado. Y, esto causa la segregación de adrenalina porque te sientes amenazado.

Tu cerebro normalmente trata de hacer sentido de las experiencias que estás experimentando en tu diario vivir. Sin embargo, si no tomas control de este proceso, y en vez de tomar acción dejas que tu cerebro llegue a sus propias conclusiones, puedes desarrollar miedos irracionales ante cualquier crisis.

Trataré de ilustrártelo de esta forma: Si un bebé se sobresalta, digamos por un sonido fuerte mientras juega con su juguete favorito, ¿cuál crees que va a ser su reacción natural? Llorar. Sin embargo, el llanto en sí mismo puede ser angustiante para el bebé, lo que refuerza el miedo que está experimentando. Al no comprender que el miedo es solo una reacción al fuerte sonido del juguete, el bebé llega a asociar el miedo con el juguete y termina desarrollando un miedo al juguete que produce el ruido.

Lo mismo ocurre con tu ansiedad en medio de la crisis del Covid-19. Tú estas sobresaltado por temor a contraer el coronavirus. Tu reacción natural entonces es experimentar temor, miedo y ansiedad ante el peligro. Pero, esta ansiedad y desesperación que experimentas refuerza al mismo tiempo tu miedo al Covid-19. Al final terminas asociando tu miedo a la pandemia sin mirar a los disparadores que te llevan a experimentar esa emoción de ansiedad.

En el blog anterior comenzamos a ver la ansiedad como un mensajero que no debe ser eliminado. Las emociones existen para darnos información sobre nuestras experiencias y lo que realmente es importante en nuestras vidas. Tristemente, muchas personas con ansiedad tratan de ignorar sus emociones porque algunas son desagradables, e incluso, dolorosas. Sin embargo, la Biblia nos da una estrategia más efectiva y nos dice en Filipenses 4:6, “no os aflijáis por nada, sino presentadlo todo a Dios en oración”.

Lo que Pablo te está diciendo es que no trates de pelear contra el mensajero, tu ansiedad. Acéptala y tolérala porque el mensaje que te quiere dar es más importante que el descontento temporal que pudieras experimentar. En vez de afligirte por tu ansiedad, enfócate en confiar en Dios y en depositar tu preocupación en oración ante Él.

Aún cuando no conozcas los disparadores emocionales que te llevan a experimentar ansiedad, el solo hecho de tratar de tolerar y manejar los síntomas de ansiedad te ayudará a procesar esa experiencia de una forma más efectiva. Pablo termina diciendo en Filipenses 4:7 “Así Dios os dará su paz, que es más grande que todo cuanto el hombre puede comprender; y esa paz guardará vuestro corazón y vuestros pensamientos, porque estáis unidos a Cristo Jesús”. (DHH)

Podemos comparar la ansiedad con tratar de tolerar el dolor crónico. Cuanto más tú exiges deshacerte del dolor crónico, más te frustrará, irritará y se intensificará. Sin embargo, cuando aceptas el dolor como irritante, pero no como algo de lo que debes deshacerte, su control tiende a reducirse e incluso la intensidad del dolor en sí puede reducirse o volverse menos notable.

Lo mismo ocurre con la ansiedad. Exigir deshacerse de la ansiedad solo la hace menos tolerable. Se convierte en una presencia más grande en tu vida y todo tu enfoque se vierte en tu ansiedad. Cuanto más te enfocas en ella, más poder le das en tu vida. Por eso, el consejo es “no os aflijáis por nada”. Continuaremos en el proximo blog. 

 La ansiedad en medio de la pandemia

[vc_row][vc_column][vc_column_text] La pandemia que enfrentamos hoy en día ha llevado a algunos a desarrollar un estado de ansiedad, lo que puede ser muy peligroso para su salud física, espiritual y emocional.

La muerte caminaba hacia una ciudad una mañana y un hombre preguntó: «¿Qué vas a hacer?» «Voy a matar a 100 personas», respondió la muerte. «¡Esto es horrible!», dijo el hombre. «Así son las cosas», dijo la muerte. «Eso es lo que hago». El hombre se apresuró a advertir a todos los que pueden sobre el plan de la Muerte. Al caer la tarde, se encontró con la Muerte nuevamente.

«Me dijiste que te ibas a llevar a 100 personas», dijo el hombre. «¿Por qué aparecieron 1000?» «Yo cumplí mi palabra», respondió la muerte; «Solo mate a 100 personas. La ansiedad mató a los otros 900.

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es la enfermedad mental más común en los Estados Unidos, surgiódo 40 millones de adultos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Mental. Esto equivale al 18% de la población de este país. Pero, lo más triste de este asunto es que solo un tercio de esos que luchan con la ansiedad recibida tratamiento. En este blog quiero hablarte sobre este tema, el cual es muy relevante en los momentos en los que vivimos.

En nuestro último episodio empezamos a estudiar la experiencia de Jesús con sus discípulos cuando Él les dio la orden de que cruzaran a la otra orilla y se levantó una gran tempestad (Marcos 4:35-40.) Los discípulos pensaron que iban a perecer y llamaron al Maestro diciendo: ¿Maestro, no te preocupa que vamos a perecer? Por el otro lado, vemos a un Jesús que mientras sus discípulos estaban ansiosos porque parecían perecer tragados por las olas oscuras de la tempestad, Él dormía en medio de la tormenta.

Vemos a un grupo ansioso porque tiene miedo de que va a morir ya Jesús tranquilo porque su Padre Celestial estaba al control.

¿Pecaron los discípulos de Jesús al sentir ansiedad en medio de la tormenta? Es una pregunta muy compleja. Tratemos de descifrarla preguntándonos qué es la ansiedad.

¿Es pecado sentir ansiedad?

La ansiedad es parte del sistema de respuesta natural del cuerpo humano ante cualquier amenaza verdadera o falsa que experimentamos. Cuando tu mente percibe que está en peligro, manda una serie de señales a tu cuerpo y como resultado hay una respuesta ante el estrés.

El estrés es la respuesta a una amenaza externa cuando experimenta una crisis, un trabajo que tiene que terminar, o la amenaza de un futuro incierto. Por otro lado, la ansiedad es la reacción a ese estrés que se está experimentando. Su origen es interno.

Los niveles bajos de ansiedad que manifiesta el cuerpo normalmente se encuentran en un extremo del espectro y pueden mostrar como niveles bajos de miedo, aprensión, sensaciones leves de presión muscular, sudoración, falta de aire, o tal vez duda sobre la capacidad de completar una tarea. Estos síntomas de niveles normales de ansiedad no interfieren con tu funcionamiento diario.

Por el contrario, estos niveles normales de ansiedad nos ayudan a funcionar con mayor eficacia, ya que producen una mayor motivación y atención al estrés que tenemos de antemano.

Expertos como Jennifer Fee, llamen la atención a ver la ansiedad como un mensajero. Ella dice que la ansiedad es ese mensajero que te dice lo que es importante para ti. Trata de comunicarte tus necesidades para que puedas atenderlas correctamente. Si matas al mensajero no vas a recibir el mensaje.

Los trastornos de la ansiedad en la pandemia

Cuando no ves la ansiedad como un mensajero, la ansiedad puede alcanzar niveles clínicos. Los niveles clínicos o destructivos de ansiedad están en el otro extremo del espectro y aumentan lo suficiente como para disminuir rápidamente su rendimiento y causar deterioro físico y emocional.

Los trastornos de ansiedad se caracterizan por una preocupación severa y persistente que es excesiva a la situación que se experimenta. Estos síntomas causan angustia, empeoran el funcionamiento diario y ocurren por un período significativo.

La línea que divide los niveles destructivos y constructivos de ansiedad es muy fina y muchas veces no la distingue y es aquí donde tiene problemas.

Te presento algunos ejemplos: la ansiedad destructiva paraliza, la constructiva motiva; La destructiva reduce tu creatividad, la constructiva la aumenta; La destructiva produce inquietud ansiosa, la constructiva un enfoque tranquilo; Una atenta de controlar el futuro y la otra atenta de mejorar el futuro; Una teme por lo peor, la otra tiene esperanza en lo mejor; Una distrae la mente de lo que es importante, y la otra direcciona la mente a lo que es importante.

No es difícil de entender que, en el caso de los discípulos con Jesús ante la tormenta en el lago, manifestaron una ansiedad destructiva al tener una inquietud ansiosa, pensando que perecerían.

Por otro lado, Jesús manifestó una ansiedad constructiva. Sería bueno preguntarnos, ¿Qué mensaje les trataría de dar la ansiedad que experimentaron los discípulos en medio de la tormenta? Tal vez ellos necesiten entender su necesidad de depender más de Jesús y menos de sus fuerzas. Sus ansiedades demuestran que a pesar de que estaban cerca de Jesús, no confían en Él para resolver su crisis.

La ansiedad es una reacción natural

Entonces, podemos concluir diciendo que la ansiedad en sí misma no es pecado porque es una reacción natural ante el estrés. Estar ansioso se convierte en un pecado cuando deja de ser constructivo y se convierte en destructivo, y comienzas a desesperarte recurriendo a tus habilidades humanas para enfrentar tu estrés. Es por eso que Jesús en Mateo 6:25 les dijo a sus discípulos “por nada estéis ansiosos”.

Como cristianos estamos llamados a no vivir en un estado de ansiedad y simplemente ver la ansiedad como un mensajero que nos quiere ayudar a ver lo que es importante en nuestras vidas.

Debo aclarar también que muchas personas padecen trastornos de ansiedad producto de experiencias traumáticas que han vivido y para ellos la ansiedad es un problema patológico.

En estos casos, el decir que esta persona está pecando por vivir en un estado de ansiedad generalizada no es correcto. Para estas personas el tratar de manejar la parte cognitiva de su mente no es algo simple y necesitan terapia y muchas veces hasta medicamentos.

Cinco consejos para manejar la ansiedad en medio de la pandemia.

Quiero dejarte cinco consejos para manejar tu ansiedad en medio de la pandemia.

Mira tu ansiedad como un mensajero no como tu enemigo : Tu ansiedad es tu reacción natural ante el estrés . No compañeros al mensajero. Ante el estrés de la vida, la ansiedad es ese mensajero que te dice lo que es importante para ti. Trata de comunicarte con tus necesidades para que puedas atenderlas.

Por ejemplo, tal vez en medio de la pandemia te sientes ansioso y el mensaje que te está dando tu ansiedad es que debes confiar más en Dios y menos en tus fuerzas. O tal vez la fuente de esa ansiedad es un trauma emocional que aun no ha resuelto en tu vida y debes atender.

Desarrolla una relación con Dios y practica la meditación cristiana. Dios tiene una promesa para cada situación estresante que podrías estar experimentando en tu vida. Él además te dice que no te va a sobrevenir un estrés que no puedas manejar. Conéctate con Dios y tómate el tiempo para meditar en sus promesas.

Elimina la charla interna negativa . Lo que tú te dices a ti mismo determina tu realidad y cómo vas a vivir ante esa realidad. Guarda tu mente de pensamientos tóxicos para que puedas manejar tu ansiedad de una forma más efectiva. Los pensamientos son como semillas que sembramos en el jardín de la mente. Proponte pensar en todo aquello que glorifica a Dios.

Practica ejercicios de relajamiento para reducir tu ansiedad en la pandemia . Uno de esos ejercicios es la respiracion diafragmática . Puedes hacer entre 5 y 10 inspiraciones y expiraciones abdominales, de forma lenta y profunda desde el diafragma. Toma aire por la nariz y expúlsalo por la boca, y céntrate en vaciar completamente los pulmones antes de inspirar de nuevo.

Otro ejercicio que puedes hacer para manejar tu ansiedad es caminar por lo menos 30-45 minutos todos los días.

Duerme lo suficiente . Fija un horario estable para ir a la cama y para despertarte. Si por alguna razón excepcional (por ejemplo, el fin de semana), te trasnochas más de lo previsto, no te levantes al día siguiente excesivamente tarde. De esta forma, aunque pasarás sueño durante ese día, no alterarás el ciclo del sueño al que tu organismo está acostumbrado y podrás funcionar con normalidad durante el resto de la semana.

Hoy te invito a confiar en un Dios poderoso que cuida de ti y si Él está permitiendo que pases por esta pandemia, Él tiene todo bajo control, y esta crisis llegará a su fin un día no muy lejano. Es hora de que te preguntes qué está revelando tu ansiedad sobre lo que es importante en tu vida. [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Emociones en medio de la crisis pandémica

El evangelio de San Marcos en el capítulo 4:35-40 presenta una crisis similar a la que todos aquí, hoy, estamos experimentando. El versículo comienza a relatar la historia de esta forma: “Aquel día, cuando llegó la noche”. A todos nos llega la noche en algún momento de la vida. Esa noche llega después de un día en el que la paz y la tranquilidad despejan toda preocupación, pero todo cambia drásticamente al atardecer.

No hay duda de que la noche ha llegado a nuestras vidas. ¿Cómo ha llegado la noche a tu vida? Puede haber llegado en forma de una crisis. Hay diferentes tipos de crisis: crisis situacionales o crisis de desarrollo. Las crisis situacionales son los problemas y/o conflictos que nos llegan a la vida de forma inesperada. Las crisis de desarrollo son aquellas que experimentamos producto del desarrollo emocional o, el ciclo familiar o personal que estamos experimentando a través de las diferentes estaciones que transitamos en la vida.

Ahora la historia toma un color muy atractivo, porque a pesar de que había llegado la noche para Jesús y sus discípulos, Él los invita a pasar a la otra orilla. Hay cosas que Jesús hace que no tienen sentido para el ser humano. Cada vez que Él hace algo que no tiene sentido, es porque quiere enseñarnos una lección. La travesía en el lago de Galilea era muy incierta por muchas condiciones. La posición que tenía el lago podía levantar tormentas de forma inesperada. Ellos no tenían los instrumentos de navegación que existen hoy en día. La experiencia era lo que podía hacer la diferencia. Pero, a pesar de las desventajas que tenían ante la noche que había llegado a sus vidas, Jesús los invitó a “pasar a la otra orilla”.

En medio del coronavirus que ha llegado en la noche fría de nuestras vidas, Jesús nos invita a pasar a la otra orilla. Esta expresión, “pasar a la otra orilla” está muy conectada con la experiencia del pueblo de Israel cuando fue también desafiado a “pasar a la otra orilla” en su travesía hacia la Canaán terrenal. Hoy, en nuestra travesía también hacia la Canaán Celestial, Dios nos invita a pasar a la otra orilla: la orilla de la liberación, de la victoria final, a orilla de la Canaán Celestial.

Es interesante notar que a pesar de la linda invitación que Jesús  les hace a sus discípulos de pasar a la otra orilla, la tormenta llega. Y te preguntas con todo el derecho, ¿Acaso yo no estoy obedeciendo la orden de Jesús de pasar a la otra orilla? ¿Cómo es posible que se levante una tormenta obedeciendo la orden de Jesús? Y no solo eso, con Jesús en medio nuestro. Éstas preguntas son muy válidas. La verdad es que aceptar la invitación de ser un discípulo de Jesús y avanzar hacia la otra orilla no nos hace immunes de experimentar tormentas en nuestra travesía.

Es más, Jesús nos dice que es normal que las tormentas lleguen a nuestras vidas mientras transitamos por las aguas turbulentas hacia la otra orilla. “En el mundo tendréis aflicciones”, dice Jesús. ¿Y no es eso lo que estamos experimentando hoy? Estamos afligidos por la tormenta que se ha levantado en nuestras vidas y amenaza con destruirnos. Esta tormenta ha llegado en la forma del coronavirus; Un virus mortífero que ha destruido ciudades, sistemas y hoy amenaza con hundir nuestras vidas; Un virus que tiene al país más poderoso del mundo paralizado sin saber cómo comportarse ante la crisis. Nunca hemos experimentado una crisis tal como ésta y el problema no está simplemente en la tormenta, sino en la incertidumbre que trae el coronavirus.

Ahora, ¿Cómo podemos vivir en medio de la tormenta del coronavirus? Si vamos al texo bíblico en discusión vemos las dos actitudes que podemos tomar; Vemos a los discípulos ansiosos y desesperados porque tienen temor de perder sus vidas. Y por otro lado, vemos a Jesús que duerme en medio de la tormenta. ¿Cómo es posible que se pueda tener dos reacciones tan diferentes en medio de una tormenta?

Todo radica en la forma cómo tú interpretas la tormenta o la crisis que llega a tu vida. Tus pensamientos definen como vas a interpretar tu realidad, tu crisis. Y, si profundizamos un poco más en este concepto, encontraremos que nuestros pensamientos definen nuestras emociones y comportamientos. Epíteto dijo: “nos alteramos no por los eventos, sino por la forma cómo interpretamos los eventos”. Es decir, que la forma cómo yo interpreto la tormenta que estoy experimentando, va a influir en cómo yo me voy a sentir y cómo voy a comportarme ante la misma.

Regresemos a la embarcación en donde está Jesús y sus discípulos, enfrentando la tormenta que le había llegado en su noche oscura. Ante la tormenta, los pensamientos que tienen los discípulos son pensamientos de peligro, incertidumbre, amenaza y muerte. Esos pensamientos producen emociones que no son difíciles de descifrar; Emociones tales como miedo y angustia ante la amenaza de la tormenta. Y, es por eso que se comportan de forma desesperada, ansiosa y tratan por sus propios medios de buscar solución al problema, separados de Jesús.Ahora, analicemos la reacción de Jesús que está en la misma embarcación y experimenta la misma tormenta que los discípulos. ¿Cuáles son los pensamientos que tiene Jesús ante la tormenta? “Mi Padre Celestial está en control de mi vida, no tengo nada que temer”. Esos pensamientos produjeron emociones de serenidad, paz y seguridad. Y, su comportamiento entonces era obvio, en medio de la tormenta, Jesús dormía.

Dime, ¿Quién puede dormir en medio de la tormenta? Entonces, ¿qué podemos decir que hacía la diferencia entre la emoción y el comportamiento de los discípulos y el hecho de que Jesús estaba durmiendo? La diferencia no la hacía la tormenta, porque ambos grupos experimentaron la misma tormenta. La diferencia estaba en la forma cómo ellos la interpretaban. Los discípulos la interpretaron como una amenaza para sus vidas. Jesús la interpretó como una oportunidad para confiar más en su Padre Celestial que cuidaba de Su vida.

Te pregunto ante la noche que ha llegado a tu ser, ¿cómo interpretas la tormenta del coronavirus? Porque los pensamientos que tengas sobre este fenómeno van hacer la diferencia entre si estarás ansioso y desesperado, o en paz y tranquilidad como lo estaba Jesús.

Te quiero dejar cinco consejos. Estos consejos están en la forma como Pablo decidió interpretar las tormentas que llegaron en sus noches oscuras. Él dice en Filipenses 4:8: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.

  1. Etiqueta la emoción. La emoción que estás experimentando, sea tristeza, angustia, dolor, colócale un nombre.
  2. Identifica los pensamientos que te llevan a experimentar esas emociones negativas o positivas. Pregúntate, ¿piensas en lo que es honesto, justo, puro, amable, de buen nombre? No puedes hacer cambios hasta que no estés consciente del pensamiento tóxico que te está llevando a experimentar la emoción y el comportamiento que tienes.
  3. Enfócate en cambiar tus pensamientos. En otras palabras, cambia tu forma de pensar porque tus pensamientos son los que definen tus emociones. En vez de pensar en las mentiras que Satanás te ha llevado a creer, piensa en las verdades eternas que tenemos en las promesas de Dios. Primero, analiza cuál es la tormenta, crisis o problema que te lleva a experimentar el pensamiento que tienes. Entiende, que tú no puedes jamás cambiar las tormentas o crisis que te lleguen a la vida, solo puedes cambiar las formas cómo interpretas esas experiencias para poder experimentar emociones diferentes. Nuestro mayor problema radica en querer controlar lo que solo Dios puede controlar. Esa es la fuente de mayor estrés que experimentamos en nuestra vida.
  4. Agradece a Dios por lo que te ha dado. En vez de quejarte por lo que has perdido en medio de la tormenta, decide confiar en lo que tienes. Haz una lista de todas las cosas que Dios te ha dado. Descubrirás que siempre tienes más cosas por las cuáles estar agradecido en comparación con las cosas que crees que te faltan.
  5. Echa toda tu ansiedad sobre Dios porque Él tiene cuidado de ti.

El final de la historia de la tormenta que experimentas hoy estará definido por la forma cómo tú decidas interpretarla. Los discípulos pensaron en muerte y dolor; Jesús pensó en paz y seguridad, porque su Padre estaba a su lado. El final, un Jesús que se levanta y calma la tempestad. Hoy, tú puedes levantarte al igual que Jesús y calmar la tempestad, porque tu Dios está a tu lado como poderoso gigante y nada podrá hacerte daño sin su permiso.

Viviendo en tiempos del coronavirus

La noche ha llegado a nuestras vidas con la entrada del coronavirus. Todo nuestro mundo ha sido trastornado. Calles vacías, supermercados sin productos esenciales. Graduaciones canceladas, escuelas cerradas. Iglesias cierran sus servicios para moverse a un servicio digital. Se hace un llamado al aislamiento. Se escuchan rumores en muchos Estados de activar la Guardia Nacional. En mis 50 años de vida nunca he experimentado una crisis como la que estamos viviendo hoy. ¿Qué nos depara el mañana? ¿Volverá el amanecer ante la oscuridad que embarga nuestro ser?

Ante tanta lobreguez, la reacción natural de nuestro cuerpo es activar su sistema de defensa ante el miedo y la inseguridad imperante. La ansiedad (un sentimiento de preocupación o intranquilidad), el miedo, la incertidumbre, el enojo y la tristeza son sentimientos comunes que algunas veces experimentamos cuando nos enfrentamos a una crisis. Son respuestas normales a las muchas tensiones que experimentamos.

La pregunta ahora es, ¿Cómo vive el cristiano ante una crisis que atenta contra nuestra existencia? ¿Cómo sobrevivir ante ésta amenaza de aniquilación por parte de un virus tan devastador? ¿Cómo terminará nuestra historia? En este artículo descubriremos por la gracia de Dios, cómo liberar el poder de Dios ante la amenaza del coronavirus.

Para permitirle a Dios obrar de una forma nunca antes vista en tu vida, necesitas reconocer que Dios está en control. ¿Cómo puedo reconocer que Dios está en control cuando el dolor y el sufrimiento embargan mi ser? ¿Si Dios está en control, por qué no hace algo para calmar la furia del coronavirus? Solo parece que Dios está de espalda a mi problema.

Hay dos actitudes que usted puede tomar cuando tiene problemas: La primera, es reconocer que Dios está en control y alabar a Dios diciendo: “Dios, no entiendo lo que está pasando, he perdido todo, todo lo veo oscuro en mi vida, pero a pesar de las circunstancias adversas que ha traído el coronavirus, yo sé que tú sabes lo que haces y estás en control”.

La segunda actitud que puedes tomar, es jalarte los pelos al desarrollar un espíritu de crítica y murmuración. Cuando optas por esta actitud negativa, simplemente estás diciéndole a Dios: “Tú no sabes como manejar mi vida” y comienzas a transitar por un camino de quejas y murmuraciones ante la crisis que estás viviendo. La Biblia afirma: “Porque Dios es el rey de toda la tierra…” Sal. 47:7. Así vemos que Dios es el rey soberano de toda la Tierra, todo lo que ocurre es permitido por el Rey. Él está sobre la pandemia del coronavirus. Necesitamos entender algo, Dios no es el originador del coronavirus, Dios no es el originador de la muerte, ni del dolor que puedes estar experimentando en este momento. Debes entender el contexto del mundo en el cual vives, vives en un mundo de pecado.

Nuestros primeros padres tuvieron la oportunidad de vivir felices eternamente, pero ellos decidieron desechar todo lo bueno y delicioso que Dios le había dado para su bienestar por simplemente comer del fruto prohibido. Conocemos el resto de la historia, Adán y Eva desobedecieron y el pecado entró en este mundo y por ende la muerte eterna. Hoy recibimos el producto del descuido de nuestros padres. Muchos dicen: pero ¿por qué Dios no intervino cuando Eva iba a tomar del fruto prohibido? Dios tenía el poder de intervenir, pero él nos ha dado el libre albedrío. Él no quiere que le sirvamos por miedo sino por amor, es por eso que nos da la libertad de escoger lo que queremos para nuestra vida. Hoy experimentamos dolor, muerte, angustia porque esa fue la elección de nuestros primeros padres. No fue la elección de Dios. La buena noticia de toda esta tragedia es, que a pesar de que el hombre desobedeció, Dios tenía un plan B, el plan de la salvación ya trazado desde antes que el hombre viniera a la existencia, porque Dios estaba en control como el Rey del universo y la última palabra la tiene Dios. Hay pecado, muerte, dolor y coronavirus, pero el plan de Dios es poner un punto final a toda esta odisea y llevarnos de regreso al hogar celestial.

Los problemas que nos agobian hoy vienen de tres fuentes. La primera el pecado de un mundo que esta herido de muerte. La segunda las acciones pecaminosas de personas que están a nuestro lado. Tercero el pecado que mora en nosotros que nos lleva a cometer errores y actos pecaminosos. Dios está en control y tiene la última palabra contra el pecado que hay en este mundo. Él nos dice: hay dolor, muerte y miseria, pero te daré un día no muy lejano vida Eterna. ¿Hay personas que han cometido acciones pecaminosas contra ti? ¿Te han violado tus derechos, abusado sexualmente, fisicamente o emocionalmente? ¿Te han ultrajado, calumniado o herido? Dios puede tomar todas esas acciones destructivas y cambiarlas en bendición eterna para tu vida.

Mira el caso de José y sus hermanos que empezamos a estudiar la semana pasada. Ellos tomaron a José lo echaron en una cisterna, lo vendieron como esclavo, lo acusaron falsamente, terminó en una prisión y de allí lo sacó Dios para ser el segundo en el imperio más grande del mundo de aquel entonces. Dios usó todo lo negativo que le había ocurrido a su vida para su crecimiento y bienestar emocional, entrenándolo para ser usado poderosamente en su causa y llevarlo a trascender sus límites. Dios también puede tomar todo lo negativo que te ha ocurrido a ti y usarlo poderosamente para transformar tu vida y convertirte en un gigante para su reino.

Muchos creen que Satanás es el que está encargado de este mundo, especialmente ahora que nos vemos amenazados por el coronavirus. Satanás no es el encargado. Dios está por encima de Satanás y él tiene que pedirle permiso a Dios para poder tocar tu vida con el coronavirus.

Recuerdas la historia de Job. Dios le dijo a Satanás: “Has visto mi siervo Job, temeroso y apartado del mal”. Y Satanás le dijo, “Sí, él te sirve porque tú tienes un cerco protector alrededor de él. Déjame tocarlo y verás cómo te maldice”. Dios se lo permitió. Satanás destruyó todo lo que Job tenía, destruyó su salud, su reputación. Pero Job amaba a Dios tanto que nunca dejó de reconocer que Dios estaba en control y en su dolor dijo: “Desnudo vine, desnudo regresaré al vientre de mi madre, sea el nombre de Jehová bendito” Job 1:21.

Dios tiene un cerco de protección alrededor de sus hijos. El coronavirus no podrá tocar tu hogar a menos que Dios lo permita como ocurrió en el caso de Job. Por lo tanto en vez de desfallecer ante los trastornos que está produciendo el coronavirus, levántate y confía en Dios que está en control de tu vida. Romanos 8:28 dice lo siguiente: “ Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Dios tiene un plan perfecto para tu vida. Quizás, miramos las circunstancias que nos rodean ante el coronavirus y pensamos que nos quedaremos inmóviles para siempre en un lugar de oscuridad y dolor. Cuanto más pedimos y clamamos a Dios que nos ayude, entonces más parecen amontonarse las circunstancias deprimentes de esta crisis.

Sin embargo, hay buenas noticias para tu alma. Nada puede lesionar a un cristiano a menos que lo permita nuestro Señor (ver Juan 1: 12; 2: 6). Y todo lo que se permite, ayuda para bien, a los que aman a Dios. Si Dios permite que nos sobrevengan sufrimientos y perplejidades, no es para destruirnos sino para refinarnos y santificarnos (ver Rom. 8: 17). Las dificultades y los desengaños de esta vida hacen que perdamos el apego a este mundo y nos impulsan a mirar al cielo como nuestro hogar. Nos enseñan la verdad en cuanto a nuestra condición frágil y perecedera, y hacen que dependamos de Dios para recibir apoyo y salvación. También desarrollan en nosotros un espíritu más humilde y sumiso, una disposición más paciente y tierna.

Esto lo han experimentado los hijos de Dios a través de la historia, y al final de sus vidas han podido decir que fueron afligidos para su bien (Sal. 119: 67, 71; cf. Heb. 12: 11). Esta verdad meridiana se ve reflejada en la vida de José. Antes de morir José dijo a sus hermanos: «Vosotros pensasteis mal contra mí, más Dios lo encaminó a bien» (Gén. 50: 20). El coronavirus podrá traer calamidad y muerte a tu vida, pero Dios se encargará un día de trasnformar el dolor en bendición eterna.

Te desafío que en vez de jalarte los pelos por miedo ante el coronavirus, comiences a confiar en un Dios que está en el control de tu vida. Un Dios que no permitirá que ni aún un pelo de tu cabeza caiga sin su consentimiento. No puedo explicar como Dios hace sus milagros, porque si pudiera entender y explicar a mi Dios, él no fuera mi Dios. Lo que sí puedo explicar es que no importa los estragos que pueda traer el coronavirus, la última palabra no la tendrá este virus maligno. La última palabra la tendrá el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin. Aquel que tiene las llaves del Hades y te dice: “Al que venciere le daré que se siente conmigo en mi trono”. Tu destino es el trono del Dios del universo. Levántate de tus cenizas de miedo y ansiedad porque tu victoria final ya fue ganada en la Cruz del Calvario.