Creencias falsas que influencian tu vida sexual

Si un buen acto sexual no es algo innato sino aprendido, entonces, ¿cómo los mensajes o enseñanzas que mis padres o comunidad me dieron sobre el sexo están influyendo en mi vida sexual?

Seamos honestos por un segundo. La vida sexual de una persona es el resultado de mensajes positivos o negativos que ha recibido a través de su experiencia con relación al sexo. La forma como se habló sobre el sexo en su familia de origen. Los conceptos e ideas que aprendió en su iglesia o comunidad son las fibras que definen su vida sexual.

¿Te gustaría aprender un poquito sobre la raíz de muchos de los mitos y preconceptos que hoy se presentan en nuestro medio acerca del sexo? Recordemos un poco de historia sobre la ética sexual que se vive hoy en día. Todo comenzó al principio de los primeros siglos. Recordemos que del siglo II al V los padres de la iglesia se enfrentaron a movimientos religiosos y especialmente filosóficos que mantenían la concepción dualista en la que el espíritu era lo bueno y la materia lo malo, ambos incompatibles.

Veamos algunas de estas ideas filosóficas que han influido en muchos de los conceptos tergiversados sobre la concepción de la vida sexual hoy en día.

Los gnósticos consideraban al cuerpo como fruto del mal, fuente de impureza para el alma. Ellos creían que lo material había sido creado no por Dios, sino por demonios llamados demiurgos. Por eso, para los gnósticos casarse o tener relaciones sexuales era algo terrible, algo demoníaco.

Los encratitas afirmaban que el cristiano debía vivir como un asceta, alejado del mundo y sus placeres.

Los novacianos sostuvieron el principio de la abstinencia sexual como un estilo de vida superior.

El maniqueísmo consideraba que las personas se podían casar, pero debían abstenerse totalmente de las relaciones sexuales procreativas, ya que sería dar nuevamente a luz a un ser prisionero.

Los estoicos decían que los sentimientos o las pasiones, el pathos, eran los peores enemigos del hombre. Un estoico decía: “no hagas nada por puro placer”. Por eso, consideraban el acto sexual sin sentido.

Los priscianistas rechazan el matrimonio a ultranza por la relación corporal y placentera.

En el siglo IV el cristianismo es aceptado por el Imperio Romano y se mezclan todas estas creencias sobre la vida sexual con el cristianismo. Entonces, comenzaron a hablar de la virginidad como vida cristiana superior con respecto a quienes mantenían prácticas sexuales. En esta época, la mutilación voluntaria estaba de moda y muchos se castraban literalizando el pasaje escrito por Mateo. La única finalidad de la sexualidad era la procreación.

En la Edad Media, en el catolicismo, aparecen los “manuales penitenciales” que mostraban las penitencias respectivas por cometer actos sexuales. Por ejemplo, a los matrimonios estériles se les imponía la abstinencia, el placer sexual era implícitamente considerado como pecado. Esto se ve en los registros de la historia, ya que, durante determinadas fechas, se prohibían las relaciones sexuales: los domingos y ciertas fiestas por ser tiempos sagrados.

En el puritanismo, por allá por los siglos XVI y XVII, se continuóa hablando del hombre como corrupto por el pecado y el instinto sexual como algo pecaminoso. El matrimonio era solo para tener hijos, no para el placer sexual.

En la Edad moderna (siglos XV al XIX), aparecen los manuales morales que distinguen los pecados sexuales conforme a conceptos como natura y contra natura. Los pecados conforme a contra natura eran la masturbación, homosexualidad, bestialismo, y sodomía. Los pecados conforme a natura eran la fornicación, el adulterio, el incesto y la violación, porque estos mantenían la posibilidad de la procreación y eran más graves.

No es difícil de entender de dónde el Dr. Kellog adquirió su posición sobre la sexualidad y cómo él mismo influyó muchos conceptos que han marcado nuestra historia. Él decía: “El sexo es la causa de los problemas del cuerpo o de la mayoría de las enfermedades.” El Dr. Kellog nunca tuvo relaciones sexuales en el matrimonio, él se administraba enemas diariamente.

Tristemente, después de este periodo surge la revolución sexual. La revolución se fue al otro lado del péndulo. Esto no es de extrañar, pues Satanás lleva a las personas a un extremo o al otro. Los extremos siempre son peligrosos. Y, los podemos ver en los resultados de la ética sexual que se vive hoy en día.

Esta es la razón por la cual muchas personas no disfrutan de un acto sexual saludable, por las creencias que han marcado su aprendizaje sobre lo que es la sexualidad. Algunos de los mitos que aún siguen en nuestros círculos son los siguientes:

Hablar de sexualidad es pecado. Todavía hay muchos que creen que no se debe hablar de sexo porque es algo sucio. Algunos aún dicen, “si quieren hablar de estos temas está bien, pero vayan un poco lejos, fuera de la iglesia”. Muchos creen que la plenitud del Espíritu llega hasta la cintura porque de allí para abajo están las partes sucias y pecaminosas.

El deseo sexual es igual al deseo carnal. Esto es un pensamiento dualista. Se considera al hombre como un ser dual con una parte buena, espiritual y otra carnal, mala. Este es el mito que limita a muchas personas a disfrutar del placer sexual y conocer cómo su cuerpo responde ante el placer.

La sexualidad es natural e instintiva y no requiere aprendizaje. Este mito está relacionado con el tema de ayer. Para muchos es más fácil creer en este mito que desaprender todos esos preconceptos que han cegado su visión con relación a la sexualidad. Y, esta es la razón por la cual sus vidas sexuales no reflejan el plan de Dios para sus matrimonios.

Tengo que parar. Continuamos luego. Pero, antes de terminar quiero que dialoguemos sobre este tema. ¿Cómo los preconceptos limitados que traes de tu infancia están influyendo en tu vida sexual hoy? ¿Te atreves a compartir ese mito en el cual has creído, que realmente se ha convertido en una barrera para alcanzar ese placer sexual que Dios quiere que disfrutes en tu relación matrimonial? ¿Cuáles son esos mensajes/mitos que le estamos trasmitiendo a las futuras generaciones, que los está castrando para que no disfruten del regalo de Dios, el sexo? Comparte tu opinión. La valoro mucho.

 

 

 

¿El acto sexual es innato o aprendido?

Hablar del acto sexual en algunos círculos religiosos es un tema que es controversial e incomoda a muchos. No es difícil entender el porqué de estas reacciones teniendo en cuenta que el sexo es un regalo de Dios. Alguien dijo que cuando Adán y Eva se unieron en matrimonio, el regalo que Dios les dio a los recién casados fue el sexo. La Biblia presenta al sexo como una de las bendiciones más grandes que ha recibido el ser humano. Es por eso que Satanás ha hecho todo lo posible por tergiversar esa bendición divina. Hoy me quiero aventurar a tocar un tema que pudiera traer alegría a muchos e incomodar a otros. Pero, no hay nada por qué preocuparse cuando la verdad alumbra nuestro entendimiento. 

Entonces, comienzo con una pregunta: ¿es el acto sexual algo innato o algo aprendido? Como puedes ver es una pregunta compleja y que ha producido muchos debates. Tratemos de aprender juntos. 

Dios nos creó como seres sexuales. Nacimos con la capacidad innata de experimentar placer sexual. Nuestros genes, las hormonas, la figura corporal, genitales y nuestra forma de reproducción demuestran la intencionalidad de Dios de que nuestra sexualidad estuviera dirigida al establecimiento de intimidad amorosa, placer sexual y reproducción. 

El sexo es un instinto para el ser humano. Un instinto es algo innato, natural, parte de nuestro cuerpo. Basándonos en esta definición podemos decir también que el ser humano tiene varios instintos diferentes. El instinto de tener sed, hambre, seguridad, pertenencia y otros más. Todos estos instintos son parte de la supervivencia humana. Al igual que lo es el sexo.

Lo interesante de esto es que estos instintos naturales o innatos son susceptibles a la ansiedad y pueden ser alterados, anulados o manipulados por nuestros pensamientos, emociones o motivaciones competitivas. Por ejemplo, el instinto de comer es influenciado por las experiencias, pensamientos y emociones y es la razón por la cual muchas personas tienen desórdenes en el comer. Lo mismo podemos decir del instinto de seguridad y protección. Ese instinto puede ser alterado por el estrés y la ansiedad que esté experimentando una persona; desembocando en desórdenes de ansiedad. 

¿Qué podemos decir entonces del sexo? Si el acto sexual fuera algo simplemente natural, que no se aprende, se desarrolla, posiblemente yo no habría necesitado estudiar para ser un terapeuta matrimonial, porque las personas nunca habrían tenido problemas con el “instinto sexual.” El tener un acto sexual habría sido tan natural para nosotros como lo es el respirar o comer. Lo haríamos aun sin pensar. 

Esto es una realidad para los animales, pero no para los seres humanos que tienen un cerebro para pensar y procesar sus experiencias. ¡Qué lindo es pensar que los hombres tendrían problemas de erección solo producto de enfermedades como la diabetes y no por problemas psicológicos! Y para las mujeres, nunca tendrían problemas con su libido bajo, el orgasmo y su preocupación de cómo afectarían estas condiciones a sus relaciones. 

Entonces, podemos llegar a la conclusión de que mientras el instinto sexual es parte de nuestra naturaleza humana por ser seres sexuales, esto no significa que ese instinto viene también con un conocimiento integrado en sus genes sobre el sexo, y qué pensar sobre el sexo. Es por eso que podemos concluir que el acto sexual es algo que se aprende. Este argumento es contrario al argumento presentado por Máster y Johnson. Ellos basaron su reconocido estudio pionero de la sexualidad en un modelo biológico. El acto sexual es más que un modelo biológico. Es tan complejo que cruza las fronteras de la biología e integra todas las dimensiones del ser humano. 

Tiefer, en su libro El sexo no es un acto natural (Sex is Not a Natural Act), usa la analogía de aprender a montar bicicleta con aprender a tener un buen acto sexual. A pesar de que tenemos de una forma natural todo lo que necesitamos para montar bicicleta, necesitamos también instrucción, orientación y ayuda para disfrutar de hacerlo. Lo mismo ocurre con el acto sexual. 

Aprendemos a gozar de un buen acto sexual con nuestro cónyuge a través del aprendizaje. Para un buen acto sexual debemos aprender a dar y recibir placer. Esto no es un asunto de una sola vía, como muchos creen, que la mujer existe para darle placer al hombre. Aprendemos a tener un buen acto sexual descubriendo el poder del tacto humano para expresar amor y afecto. 

El acto sexual depende también de conocer los estados de ánimo, reacciones y deseos de nuestro cónyuge. Aprendiendo del cuerpo del otro. Aprendiendo durante años; no simplemente días, semanas o meses. Aprendiendo como verdaderos compañeros a lo largo de muchas temporadas; no sólo como recién casados. Aprendiendo a dar y recibir comentarios. Aprendiendo a ser sexualmente vulnerables. Estoy convencido de que nadie nace sabiendo cómo tener buen sexo. Nadie. Esto se aprende.

Hemos invertido mucho tiempo en preparar al ser humano para que tenga funciones a su máxima capacidad como adulto enseñándole sobre lectura, matemática, buenos modales, manejar un auto, desarrollar habilidades para su carrera y llevarse bien con otras personas. Pero, ¿por qué no hemos invertido la misma energía para ayudar al ser humano a aprender a tener un acto sexual que cumpla con el plan original de Dios? Oh, yo sé lo que estás pensando. De esto no se puede hablar en nuestras iglesias porque es un tema privado. ¿Cuándo fue la última vez que en tu iglesia se habló sobre este tema? Entiendo que sea un tema privado pero no quiere decir que se viva en ignorancia sobre el mismo. 

Preguntémonos, ¿a dónde acuden nuestros jóvenes a prender sobre el acto sexual? Hay un gran vacío intelectual en esta área. Y, nuestros jóvenes aprenden sobre el sexo en la escuela, con sus amigos, en la televisión, pero, sobre todo, tristemente usando pornografía o novelas románticas. Michael Castleman, en su libro Buen sexo (Great Sex), compara que aprender sobre sexo mirando pornografía es igual a aprender a manejar mirando películas de acción con autos corriendo a gran velocidad. Las películas de acción son muy entretenidas, pero al final de la película tú sabes que no es la forma como manejamos en la vida real. 

¿Qué opinas de mi argumento? ¿Estás de acuerdo conmigo? Si no lo estás, está bien. Comparte tu criterio. ¿Cómo pudiéramos concientizar a nuestra sociedad sobre la necesidad de aprender cómo tener un buen acto sexual?

Inseguridad en el amor

Cuando hablamos de la base desde la que funcionan nuestros afectos, fácilmente podemos pensar en que las experiencias que una persona ha vivido en su infancia determinan los anteojos a través de los cuales percibe la vida y las relaciones interpersonales que forma en ella. Pero ¿qué tan importantes son las experiencias afectivas tempranas que vivimos en el proceso de desarrollar inseguridad en el amor?

Partamos desde el concepto del Apego. ¿Qué es el apego? Son las conductas que tienen como resultado el que una persona obtenga o retenga la proximidad de otro individuo diferenciado y preferido. Se destacan la importancia de las relaciones tempranas con los padres o con los cuidadores primarios; esto es, con las figuras de apego, como elemento crucial en la formación de rasgos de la personalidad dependiente. En algunos casos, las personas no establecen estilo de apego seguro y pueden establecer relaciones de dependencia con los demás. Dichas relaciones crearían en la persona una sensación de inseguridad, pues su familia de origen y su hogar no constituyen la base segura de amor, cuidado y atención que necesitaron durante su formación y crecimiento. Es aquí en donde se determina la base de un apego seguro o inseguro, y de ello dependerá la forma de percibir y desarrollar las relaciones interpersonales de un individuo.

Cuando el infante ha recibido cariño desde que está en el vientre de su madre, se le ha hablado con amor, con palabras de ánimo, cuando luego de nacer puede disfrutar de los toques de amor de sus padres, abrazos, se satisfacen sus necesidades, recibe atención cuando la necesita, cuando se le brinda consuelo en sus momentos de ansiedad o tristeza, cuando cuenta con sus padres siempre que lo necesite; cuando sus necesidades afectivas son satisfechas, el infante formará un apego seguro hacia sus cuidadores primarios y tendrá una base sólida para construir sus relaciones interpersonales futuras. Esto sucede porque sus conceptos del amor y de lo que significa interactuar con las demás personas están claros y posteriormente, en su vida adulta, la persona podrá disfrutar de relaciones interpersonales sanas, en las que puede sentirse feliz, pleno y amado.

Cuando sucede lo opuesto: cuando desde su vida en el vientre el bebé siente que es rechazado, que no es amado ni esperado; cuando nace y no recibe las suficientes muestras de amor, palabras de afecto, caricias; cuando llora y no es atendido(a), sus necesidades no se satisfacen, cuando pasa dificultades teniendo una mala comunicación y/o relación con los padres o cuidadores primarios, el apego que formará será un apego inseguro. Experimentará inseguridad en el amor. No se sentirá amado(a), apoyado(a), sentirá que sus necesidades no son importantes, que sus demandas de cariño son ilógicas y sin fundamento, que debe buscar el valor propio en otras personas, pues no le ha sido dado, sentirá que debe buscar aumentar su autoestima a través de la aprobación y admiración de otros, no sabrá cómo establecer una relación interpersonal sana; no sabrá enfrentar y resolver los problemas que le surjan de forma efectiva; sus conceptos y pautas para una vida en pareja o familiar estarán distorsionadas por esa realidad de la que fue víctima en su infancia temprana.

Como podemos ver, son dos escenarios totalmente diferentes, en los que una persona que ha formado un apego seguro desde su infancia podrá establecer relaciones interpersonales sanas desde una base de inteligencia emocional, amor, felicidad, entendimiento, autoestima elevada y valor propio; y el otro escenario en el que la persona tiene una base de inseguridad, temor, ansiedad, miedo al abandono, a que sus necesidades no sean atendidas, a no ser comprendida, en el que funcionará desde la manipulación, la dependencia emocional y la búsqueda de la aprobación de las demás personas para conseguir ese valor que no se da a sí misma, el nivel de autoestima que tanto necesita, el amor que tanto anhela pero no sabe cómo conseguirlo.

Cuando una persona tiene como base el apego inseguro se siente vacía o con sus necesidades emocionales insatisfechas, tratará de llenar ese vacío interior a través de una relación con otra persona, no sabrá estar sola en su mundo interno; estará llena de inseguridad; buscará que esa relación interpersonal que ha establecido – con un amigo(a), consejero, pastor de iglesia, familiar, novio(a), esposo(a)- le haga sentir el amor y la seguridad que sus experiencias del pasado no le han brindado. El problema surge cuando el miedo al rechazo, a no ser aceptado(a) por los demás, a no ser amado(a), domina el actuar de la persona y distorsiona los conceptos fundamentales de las interacciones humanas saludables.

No es una tarea fácil analizar nuestras propias relaciones interpersonales desde “afuera”, siendo objetivos, pues para ello necesitaríamos profundizar y visitar espacios internos de nuestra memoria que almacenan recuerdos dolorosos sobre experiencias del pasado que nos marcaron y que determinaron nuestra percepción de la amistad, el amor, el apego y todas las bases de una relación sana. Pero, para poder superar los efectos y consecuencias del apego inseguro debes primero entender qué es el amor desde el punto de vista de Dios, en 1 Juan 4:18 leemos: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”.

En el amor verdadero, no hay cabida para el temor o el miedo. Debes aceptar y entender que debes amarte a ti mismo(a) como Dios te ama: con amor infinito, constante, incondicional.  Ámate a ti mismo(a) tal como eres, ama tu esencia para que puedas ver plenamente quién eres y quiénes son los demás en realidad. Valórate a ti mismo(a) para que no busques tu valor en la otra persona y manifiestes inseguridad. Trabaja en las carencias emocionales que puedas identificar: si tienes algún rencor u odio hacia alguien de tu pasado, pide a Dios que te ayude a perdonar a esa persona y a superar lo que te hizo vivir y a entender que no debes buscar solucionar las cosas del pasado buscando la aprobación en el presente; si te sientes abandonado(a) comprende que Dios siempre ha estado contigo y siempre lo estará, Él te acepta como eres y te ayudará a valorarte por quién eres; ama sin esperar que te correspondan de la misma manera, no todos amamos con los mismos lenguajes; no busques en otras personas las cualidades que no consigues en ti mismo(a), trabaja para mejorar y brindar lo mejor de ti, no buscando que aprueben cada cosa que hagas.

Dedica tiempo para ti mismo(a), no te descuides ni te pierdas al tratar de cubrir las expectativas de otros, no desaparezcas en lo que eres tratando de complacer a tus amigos, a tu pareja, esposo o esposa, compañeros de trabajo, hermanos de iglesia, pastores… nadie; ten una relación sincera y verdadera con Dios. De esta manera, podrás llenar los vacíos que tienes en tu interior y podrás amar y ser amado(a) como Dios ha querido que seas desde el momento en el que te creó.

Ora a Dios y pídele que transforme tu corazón, que rompa tus esquemas y preconceptos basados en el miedo. Ama sin esperar recibir nada cambio, fortalece tu amor y valor propio para que puedas establecer relaciones interpersonales de felicidad y amor, plenas.