La influencia de los padres en la crianza de sus hijos

¿Cuán importante es la influencia de los padres en la crianza de los hijos? ¿Nos hemos hecho esta pregunta? La respuesta es: es demasiado importante. Tan importante, que llega a ser determinante en la felicidad y en el éxito en la vida de los hijos. La influencia de los padres en la crianza de los hijos puede obrar para bien, a favor del crecimiento personal, o para mal, a favor de la destrucción y el fracaso.

La primera escuela de una persona es su propio hogar, en donde recibe las enseñanzas de los padres, tanto a nivel moral, como emocional, físico y espiritual. Y, hemos visto cómo hay hogares en los que los hijos reciben poco contacto con los padres y en los que no se procura su educación, porque simplemente no es de importancia o se prefiere que los hijos reciban educación solo en la escuela, que sean “problema de otras personas”.

El problema que no visualizamos («efecto del témpano de hielo») y que está destruyendo a los jóvenes de hoy en día es que el hogar no está cumpliendo su función educativa hacia los hijos. Los niños de hoy en día están siendo instruidos por Satanás. Él usa sus agencias de socialización como las escuelas públicas, medios de comunicación y los compañeros o amistades para hacer su obra malévola y levantar una generación que no conozca a Dios. Por esta razón es que los padres deben cumplir con su responsabilidad educativa, instruyendo a sus hijos y, cuando llegue el momento de ir a la escuela, no entregárselos a Satanás para que los eduque, sino procurar darles una educación cristiana que perdure por la eternidad.

Deuteronomio 6:4 -7 establece el fundamento del proceso educativo, utilizando el imperativo “OYE”:  “4 Escucha, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. 5  Y amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. 6  Estas palabras que yo te mando estarán en tu corazón. 7  Las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas sentado en casa o andando por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”.

 Este versículo nos habla de una función vital que debemos cumplir si queremos levantar una generación que conozca a Dios. Los israelitas llamaban a esta porción de enseñanza Shema. En la Shema, el Señor establecía ciertos fundamentos vitales para la iglesia y la educación.

En primer lugar, la iglesia fue llamada para establecer a Dios como una prioridad suprema en la vida de cada creyente. Por eso dice: el Señor es uno. Por lo tanto, como Él es uno, el amor y la lealtad a Dios deben prevalecer en la vida del creyente. Una persona no puede cambiar si no tiene una relación con Dios. Es por eso que cuando la juventud se enamora de Dios viene a Él automáticamente. 

En segundo lugar, el contenido de la educación del cristiano se encuentra en “estas Palabras que yo te mando hoy”, como dice el versículo citado anteriormente. El currículo de enseñanza amparado por estas Palabras. Estas Palabras significan todo lo que Dios ha revelado a su iglesia.

La educación de nuestros hijos tiene que hacer énfasis en la Palabra y a la vez estar guiada por la Palabra. Es por eso que, bajo ningún concepto, deberíamos enviar a nuestros hijos a escuelas públicas, en donde la base de la educación no hace énfasis en la Palabra de Dios ni es guiada por la Palabra.

En tercer lugar, el elemento vital en la educación es el maestro. El Señor ha ordenado que el maestro de nuestros hijos debe tener la Palabra en su corazón. Ningún maestro que no tenga la Palabra y que no hable la Palabra de Dios está calificado para enseñar a los hijos de Dios. Esto significa que el sistema de educación no cristiana no puede ser aceptado por los hijos de Dios como la avenida para traer educación a sus hijos. 

“Desde los más remotos tiempos, los fieles de Israel prestaron mucha atención al asunto de la educación.  El Señor había indicado que a los niños, aun desde sus primeros días, se les instruyera acerca de su bondad y grandeza, especialmente como se revelaba en su ley y en la historia de Israel.  Mediante el canto, la oración y las lecciones de las Escrituras, las madres tenían que enseñar a sus hijos que la ley de Dios es una expresión de su carácter y que a medida que recibiesen en el corazón los principios de esa ley, la imagen de Dios se delinearía en la mente y en el alma.  En la escuela y en el hogar, gran parte de la enseñanza era oral, pero los jóvenes aprendían también a leer los escritos hebreos, y los rollos de pergamino de las Escrituras del Antiguo Testamento se abrían a su estudio” (La Educación Cristiana, pág. 386).

La educación secular se preocupa para ayudar al estudiante a conocer lo que el maestro conoce. En cambio, la educación cristiana se preocupa de que el estudiante llegue a ser como su maestro, que llegue a reflejar el carácter de Cristo gracias al cumplimiento de las enseñanzas que están en la Palabra de Dios.

Si nosotros como padres nos dedicamos a estudiar la Palabra de Dios, a aplicarla en nuestra vida diaria, el carácter de Cristo se reflejará en nosotros; estaremos mostrando a nuestros hijos una ventana por la cual pueden conocer la imagen de su Salvador. La influencia que ejerceremos sobre ellos será de crecimiento, valores, bondad, amor, respeto y rectitud; su fe aumentará y se verá reflejado en sus obras; daremos en el hogar la base de una enseñanza cristiana para la Eternidad. 

Si además de esto, tenemos la posibilidad de llevar a nuestros hijos a escuelas cristianas, estaremos complementando su formación con maestros que conocen y enseñan la Palabra de Dios, y que además están interesados en contribuir con la formación de los hijos para la Eternidad.

Estimados padres y madres que leen este post, les invito a leer y profundizar en la Palabra de Dios, a fortalecer sus bases en los mandamientos y enseñanzas para la vida eterna, y de esta manera ejercer una influencia positiva, de crecimiento y de gloria a Dios en sus hijos. No hay mejor escuela que el hogar; no hay mejores maestros que los padres; no hay mejor enseñanza que la Palabra de Dios.

¿De qué otra manera crees que podemos ser una buena influencia para nuestros hijos? Comparte tu opinión en la sección de comentarios, así juntos podremos enriquecer nuestra experiencia como padres en la formación de hijos que vivan con el propósito de alcanzar la vida eterna en Cristo Jesús.

7 pasos para padres que quieren criar a un hijo feliz

El blog de hoy es para todos los padres que quieren tener éxito en la crianza de sus hijos. 

 

No es fácil criar a un hijo, especialmente hoy en día. ¿Recuerdas la última vez que compraste un automóvil? Ese carro vino con un manual de usuario, sin importar su marca o modelo. En ese manual estaba prescrito lo que debías hacerle al carro si había que cambiarle el aceite, si tenía problemas con el motor o cualquier otra situación. Todo está descrito allí. 

 

Cuando nació mi niña Jasmin, yo no tuve un manual como el mencionado. Y tú tampoco tuviste un manual al tener a tus hijos. Yo tuve que “inventármela” para poder resolver las situaciones que se me presentaban. Al año de haber nacido Jasmin, llegó Samuel. Y, yo decía: bueno, ahora tengo un año de experiencia como padre. Con Samuel será un poco más fácil porque ya “tengo experiencia”. ¡Cuán equivocado estaba! Samuel tuvo una personalidad completamente diferente a la de su hermana Jasmin. El manual que usé para Jasmin no me funcionó con Samuel. 


Mi estrategia en la crianza de los hijos ha sido crear una relación con ellos basada en colaboración, en vez de poder. Y yo sé que para muchos padres esto no es lo convencional, pero recuerda que inconscientemente hemos tenido una relación de colaboración con nuestros hijos a través de los años.  Por ejemplo, cuando Jasmin o Samuel lloraban, tratábamos de averiguar lo que les pasaba para ayudarles a dejar de llorar. Si el método que usábamos no estaba funcionando, usábamos otro método hasta que encontrábamos el método más efectivo para ayudarles a dejar de llorar. 

 

Idealmente, continuamos haciendo esto casi todos los días. Es simplemente tratar de entender y estar enfocados en algunos de los aspectos más importantes de ser padres: comprender las preocupaciones, la perspectiva y opiniones de nuestros hijos; teniendo en cuenta sus preocupaciones y puntos de vista, y trabajando juntos para conseguir soluciones realistas y mutuamente satisfactorias.

 

Hoy la ciencia ha aportado numerosos estudios sobre esta línea de pensamiento, a los cuales nos hemos aferrado en los últimos años como padres, y yo como terapeuta, para ayudar a esos padres que necesitan orientación en esta área. Uno de los autores de esos estudios que ha aportado en esta área es el Psicólogo Clínico Ross Greene

 

Me gusta este pensamiento escrito por Elena G. de White: “El objeto de la disciplina es educar al niño para que se gobierne solo. Se le debería enseñar la confianza en sí mismo y el dominio propio” (Conducción del niño, 207). Debemos ayudarlos a lograr las metas por sí solos, contando con nuestra ayuda y supervisión.

 

A los niños les va a ir bien si ellos pueden. Si pueden manejar la crisis en la cual se encuentran o tienen las herramientas necesarias para hacer cierta tarea o cumplir con una expectativa, les irá bien. Hay muchas situaciones que están fuera del control de los niños y que pudieran llevarlos a desarrollar comportamientos difíciles. La verdad es que tal vez ellos no tienen las herramientas necesarias para lidiar con esas situaciones. 

 

Por ejemplo el estrés que producen los eventos de la vida. Si yo, que tengo más de 50 años de edad, muchas veces no sé cómo lidiar con el estrés que me producen los eventos que confronto en mi vida, ¿creen ustedes que un niño podrá saber cómo manejar el estrés?

 

Otras situaciones que tal vez los niños no saben cómo manejar son las prácticas de crianza de los padres. Hay niños que sufren el estrés y las consecuencias de un estilo de crianza tosco, duro, estricto, difícil y abusivo. Hay padres que quieren criar a sus hijos de la misma forma en la que ellos fueron criados: a palo limpio, a gritos y golpes. Eso es abuso. Esto crea en el niño niveles de estrés, ansiedad y consecuencias a largo plazo que resultan difíciles para el niño.

 

Otra situación que tal vez los niños no sepan cómo manejar podría ser el funcionamiento de su sistema nervioso. Tal vez el niño es rebelde por alguna condición psiquiátrica que pudiese padecer, y en tal caso, esa condición necesitaría ser diagnosticada y tratada. Algunas de esas conductas podrían ser: Trastorno negativista desafiante, Trastorno explosivo intermitente, Trastorno de la conducta y Trastorno de la personalidad antisocial. Y hay muchos otros trastornos que podría padecer el niño.  Si este fuese el caso, hasta que el niño no reciba el tratamiento adecuado, no podrá comportarse correctamente porque simplemente no podrá hacerlo. 

 

Tal vez el niño, simplemente, no sabe manejar su temperamento. Y, como padres necesitamos ayudarlo a lograrlo y ayudarlo a desarrollar inteligencia emocional, además, a manejar sus emociones. Todo esto le enseñará al niño a manejar de forma exitosa su mundo interior, para poder lidiar con su mundo exterior.

 

Muchas veces pensamos que el problema de nuestro(a) hijo(a) es un problema de motivación. Esto es algo que no podemos simplemente asumir que es así. A menos que el niño(a) tenga una condición o desorden que le limite a tener un comportamiento adecuado, rara vez es correcto asumir que no está cumpliendo una expectativa porque carece de motivación. Muy a menudo, las habilidades son el motor que impulsa el tren y la motivación es el furgón de cola.

 

Permíteme compartir 7 pasos que podemos seguir para criar hijos felices:

 

1. Enséñales a conocer a Dios

 

La primera tarea que tenemos que hacer como padres es enseñarles a nuestros hijos a conocer a Dios. Él le dijo al pueblo de Israel en Deuteronomio 6:6-7:  “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;  y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. No hay una responsabilidad más elevada para un padre que esta: enseñarle a sus hijos a conocer a Dios. Dios no te pedirá cuenta de cuánto dinero invertiste en la carrera de tu hijo, sino de cómo le preparaste para la eternidad. 

 

2. Establece límites

 

En la vida hay límites. Dios les puso límites a Adán y a Eva en el Huerto del Edén. Establecer límites claros protege las relaciones y las mantienen saludables. Cuando estos se rompen, se afectan las relaciones. Los límites protegen a ambas partes. Los niños que no son criados con límites son niños que violarán o violentarán los límites de otras personas y desarrollarán relaciones conflictivas en el día de mañana. 

 

3. Enséñales a tener inteligencia emocional

 

La inteligencia emocional se aprende en el hogar. En la actualidad se ha comprobado que el éxito de una persona está en su inteligencia emocional y no simplemente en su coeficiente intelectual. Los padres inteligentes emocionalmente les enseñan a sus hijos a manejar sus emociones desde muy temprana edad. Esto lo hacen principalmente emulando un manejo correcto de las emociones y aprovechando toda oportunidad posible para ayudar al niño a identificar la emoción que está experimentando y así este pueda gestionarla correctamente. 

 

4. Enséñales cómo amar

 

Amar es algo que se aprende. Se aprende en el hogar, especialmente en los primeros 12 meses de la vida de un niño. La forma como el padre y la madre desarrollan una conexión emocional con su hijo o hija desde muy temprana edad determinará el esquema mental que este(a)desarrollará en el día de mañana para expresar su amor a otras personas. Los padres pueden desarrollar un apego o conexión emocional seguro o inseguro hacia sus hijos, lo cual afectará directamente el concepto y la percepción que los hijos tendrán sobre el amor. Si los padres desarrollan un apego seguro con el niño o niña, este le permitirá identificar una gama de acciones que le mostrarán cómo recibir y dar amor. Por el contrario, si los padres han desarrollado un apego inseguro, esto le mostrará al niño o niña que no se puede confiar en los cuidadores primarios y por ende, carecerá de amor y afecto y su capacidad para recibir y dar amor se verá afectada en gran manera. 

 

Si has escuchado hablar de los cinco lenguajes del amor, entonces trata de hablar el lenguaje de amor de tu hijo(a): expresa palabras afirmativas, comparte tiempo de calidad, dale importancia al toque físico, dale regalos y sé servicial. De esta manera tu hijo(a) entenderá que le amas y aprenderá a expresar amor a los demás.

 

5. Sé consciente de tus propias necesidades y limitaciones como padre.

 

El problema de muchos padres es que no están conscientes de sus propias limitaciones. Se hace mucho daño a los hijos cuando como padres no reconocemos las limitaciones que podemos tener. Todo padre debe preguntarse ¿qué limitaciones tengo yo en la crianza de mis hijos? Es imperativo que como padres entendamos que el estilo de crianza que estamos utilizando para criar a los hijos está muy conectado con la forma como nosotros fuimos criados por nuestros padres en nuestras familias de origen. Inconscientemente proyectamos en nuestros hijos las experiencias traumáticas que hemos experimentado en el pasado. Un padre consciente reconoce sus limitaciones a la hora de educar a sus hijos y busca ayuda profesional o psicoeducación para poder hacerlo de forma óptima y con amor. 

 

6. Identifica los límites que tienen tus hijos en ciertas habilidades.

 

El Dr. Greene sugiere que los padres comiencen por identificar los desafíos que tienen sus hijos. Existe un término llamado  «habilidades rezagadas», que son aquellas que dificultan que los niños se adapten a los desafíos diarios de la vida a nivel cognitivo. Identificar cuándo el niño o la niña tienen dificultades podría ayudar a los padres a comenzar a comprender por qué se comporta de la manera en que lo hace. Además, les ayudará a entender que su hijo(a) no puede hacerlo de una forma diferente hasta que se le ayude a crecer en estas habilidades rezagadas.

 

Las investigaciones realizadas durante los últimos 40 a 50 años nos dicen que los niños que desafían el comportamiento carecen de habilidades importantes, especialmente de flexibilidad/adaptabilidad, de tolerancia a la frustración y resolución de problemas. Es por eso que explotan o exhiben comportamientos desafiantes cuando ciertas situaciones exigen esas habilidades. Un padre sabio trabaja arduamente para ayudar a sus hijos a superar esas limitaciones. 

 

7. Resuelve los problemas con tus hijos de una forma colaborativa.

 

Muchos padres intentan resolver los problemas de comportamiento de los hijos de forma unilateral, imponiéndoles reglas y expectativas altas. Y, cuando los hijos no las cumplen, los padres se frustran y tildan a sus hijos de indisciplinados y rebeldes, cayendo muchas veces incluso en el abuso emocional. Hay estudios que demuestran que tendrán más éxito si tú y tu hijo o hija resuelven esos problemas juntos. Cuando lo hacen de esta manera, ambos se convierten en socios, compañeros de equipo y no en enemigos o adversarios. De esta manera, podrán disfrutar de una mejor relación padres-hijos.

 

Mi deseo como padre está reflejado en esta oración que leí hace un tiempo atrás y que quiero compartir contigo:

 

Padre en los cielos, hazme un mejor padre.

Enséñame a entender a mis hijos, a escuchar pacientemente lo 

que dicen, y a contestar amablemente sus preguntas.

Ayúdame a no interrumpirlos ni a contradecirlos.

Haz que sea cortés con ellos, así como quiero que sean conmigo.

Prohíbe que me ría de sus errores, o que los ridiculice cuando no

hacen lo que me agrada.

Bendíceme con la grandeza de darles todas sus peticiones razonables

y el valor de negarles los privilegios que sé que les harán daño.

Hazme justo y amable.

Y ayúdame, oh Señor, para que sea amado y respetado e imitado

por mis hijos, amén.

 

Me gustaría que compartieras en los comentarios que pasos tu has usado para tener éxito en la crianza de tus hijos.

Desarrolla una crianza más efectiva

Uno de los desafíos más grandes que tenemos en la crianza de los hijos es enfrentar a un hijo rebelde. Las luchas de poder diarias, agresiones por rivalidad entre hermanos, o crisis, se han convertido en el sufrimiento de muchos padres que gritan pidiendo ayuda. Diariamente recibo correos, llamadas y peticiones de padres que buscan ayuda desesperadamente en la crianza de sus hijos. 

 

Creo que todos los padres en algún momento tenemos que confrontar a un hijo desobediente. De la misma forma como nosotros como padres no somos perfectos y hemos cometido errores en el transcurso del tiempo, nuestros hijos también los cometen. La diferencia es que cuando nosotros hemos cometido un error, para nosotros, no fue un asunto de gran trascendencia. Pero, cuando nuestro(a) hijo(a) se comportó de una forma no esperada, fue para nosotros una alarma que nos llevó a preocuparnos y desesperarnos. 

 

Parece como que se nos ha olvidado que nosotros también pasamos por la misma edad que tienen nuestros hijos y muchas veces nos comportamos de la misma forma en la que ellos lo están haciendo hoy, o tal vez peor. ¿Por qué no somos más trasparentes con nosotros mismos y aceptamos el hecho de que nuestros hijos son tan humanos como nosotros? Hay aun padres que en la crianza de los hijos les exigen que se comporten de una forma que ellos mismos como padres no lo han logrado aún. Yo entiendo que no es fácil ser padre en estos días. 

 

En mis próximos blogs estaré compartiendo la estrategia que yo he usado todos estos años en la crianza de mis hijos. No espero que estés de acuerdo conmigo. Este es el método que a nosotros nos ha funcionado, tal vez tú tengas otro método diferente que te ha dado resultado. Al final, nadie tiene un método perfecto, porque cuando recibimos nuestros hijos de parte de Dios, ellos no vinieron con un manual que decía qué debíamos hacer cuando tuvieran ciertos comportamientos negativos. 

 

¡Qué lindo sería nuestro trabajo en la crianza de los hijos si esta hubiera sido la realidad! ¿Recuerdas la última vez que compraste un automóvil? Ese carro vino con un manual sin importar la marca o el modelo. En ese manual estaba prescrito lo que debías hacerle al carro si había que cambiarle el aceite, si tenía problemas con el motor o cualquier otra situación. Todo está descrito allí. 

 

Cuando nació mi niña Jasmin yo no tuve un manual como el mencionado. Tuve que “inventármela”. Al año de haber nacido Jasmin, llegó Samuel. Y, yo decía: bueno, ahora tengo un año de experiencia como padre. Con Samuel será un poco más fácil porque ya “tengo experiencia”. ¡Cuán equivocado estaba! Samuel tuvo una personalidad completamente diferente a la de su hermana Jasmin. El manual que usé para Jasmin no me funcionó con Samuel. 


Mi estrategia en la crianza de los hijos ha sido crear una relación con ellos basada en colaboración, en vez de poder. Y yo sé que para muchos padres esto no es lo convencional, pero recuerda que inconscientemente hemos tenido una relación de colaboración con nuestros hijos a través de los años.  Por ejemplo, cuando Jasmin o Samuel lloraban tratábamos de averiguar lo que les pasaba para ayudarles a dejar de llorar. Si el método que usábamos no estaba funcionando, usábamos otro método hasta que encontrábamos el método más efectivo para ayudarles a dejar de llorar. 

 

Idealmente, continuamos haciendo esto casi todos los días. Es simplemente tratar de entender y estar enfocados en algunos de los aspectos más importantes de ser padres: comprender las preocupaciones, la perspectiva y opiniones de nuestros hijos; teniendo en cuenta sus preocupaciones y puntos de vista, y trabajando juntos para conseguir soluciones realistas y mutuamente satisfactorias.

 

Una pregunta que muchos padres nos han hecho es: «¿Seguiré siendo una figura de autoridad en la crianza de mis hijos en una asociación colaborativa con ellos?» Sí. Quizás no sea una figura de autoridad de la «vieja escuela», pero sí una figura de autoridad. Resulta que lo que más buscan los padres es influencia, no control. Y, por la mera virtud de su posición como padres, ya tienen influencia.

 

Al principio, cuando mi esposa Zoraida y yo comenzamos con este plan fue algo inconsciente, en el sentido de que no habíamos leído lo que la neurociencia hablaba sobre el desarrollo de nuestros hijos. Solo teníamos la Biblia y la misma nos mostraba a nuestros hijos como herencia de Jehová y que Él nos estaba llamando para que fuéramos de influencia positiva en la vida de ellos. Esa influencia la tuvieron cuando ellos se beneficiaron de nuestra sabiduría, experiencias y valores mientras ellos transitaban por las tormentosas aguas de un mundo complejo y difícil. 

 

He descubierto que si usamos un método autoritario de poder y fuerza en la crianza de los hijos, este no nos estaría ayudando a largo plazo. Por lo contrario, ayudando a nuestros hijos a resolver los problemas de una forma colaborativa fue mucho más efectivo para nosotros. 

 

Hoy la ciencia ha aportado numerosos estudios sobre esta línea de pensamiento, a los cuales nos hemos aferrado en los últimos años como padres y yo como terapeuta para ayudar a esos padres que necesitan orientación en esta área. Uno de los autores de esos estudios que ha aportado en esta área es el Psicólogo Clínico Ross Greene. Él ha escrito varios libros y haré mención de ciertos conceptos que él usa en el libro Criando seres humanos (Raising Human Beings).

 

Greene presenta un concepto revolucionario: a los niños les va bien si pueden. ¿Qué quiere decir esto? Si Jasmin o Samuel pudieran hacerlo bien, lo harían. Punto. Si a ellos no les iba bien, o no estaban cumpliendo con una expectativa determinada en la casa o escuela, como padre, mi responsabilidad no era criticarlos, censurarlos por no comportarse correctamente o cumplir con mis expectativas como padre, sino averiguar por qué ellos no estaban cumpliendo con esas expectativas. Si yo no podía resolver el problema que tenían mis hijos por mi propia cuenta, debía entonces leer en los libros, buscar en el internet o pedir ayuda profesional en esta área para encontrar el por qué mis hijos no podían cumplir con la responsabilidad que tenían en sus manos.

 

No podemos asumir, como muchas veces pasa, que el problema de nuestro(a) hijo(a) es un problema de motivación. A menos que el niño(a) tenga una condición o desorden que lo limite a tener un comportamiento adecuado. Rara vez es correcto asumir que su hijo no está cumpliendo una expectativa porque carece de motivación. Muy a menudo, las habilidades son el motor que impulsa el tren y la motivación es el furgón de cola.

 

Los niños quieren triunfar. No hay un niño que no quiera triunfar. La sociedad está configurada para ser un lugar gratificante para quienes lo hacen bien. Cualquier incentivo percibido para hacerlo mal se ve superado en gran medida por los incentivos para hacerlo bien.

 

Los niños necesitan la libertad para crecer en la medida que pasan por diferentes periodos de desarrollo psicosocial. Esa libertad debe ir de acuerdo con la edad que tiene el niño.

 

Los niños necesitan espacio para cometer errores y aprender de ellos. Si te esfuerzas demasiado por controlar el resultado o te vuelves demasiado crítico(a) cuando los niños tropiezan con sus propios pies, tus hijos crecerán demasiado preocupados por no cometer errores en el futuro.

 

Los niños necesitan oportunidades para enderezar el barco por sí mismos cuando se encuentran en aguas turbulentas. Y necesitan que los observes de cerca para ver cómo les va. Si no observas con suficiente atención, es posible que se cansen de tropezar y se rindan. Pero si tiras el chaleco salvavidas a la primera señal de tambaleo, es posible que nunca aprendan a nadar. El éxito de un padre y una madre está en preparar a su hijo para que cuando salga de la casa sepa cómo navegar en un mundo complejo y difícil. 

 

¿Cuál ha sido tu experiencia al criar tus hijos? ¿Qué método has usado y cuán efectivo ha sido? Comparte conmigo tu historia. Luego continuaremos en el próximo blog con nuestro tema.