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El Poder de la gracia para crecer en la intimidad

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Además de lo que hemos aprendido en los posts anteriores, sobre lo importante que es la vulnerabilidad si queremos tener una relación íntima con Dios y con nuestro prójimo, hoy aprenderemos algo que es de vital importancia en nuestra relación con Dios: la gracia.

En la Biblia se menciona muchas veces lo importante que es la gracia divina en la vida del ser humano. Es el determinante en la relación entre Dios y la raza humana, es el regalo que Dios nos ha dado, la provisión que existe desde los albores del tiempo para la salvación de la raza humana.

Si miramos la historia de Adán y Eva, luego de que estos pecaron y rompieron la relación de amor, confianza y lealtad que se tenían mutuamente y que tenían con Dios, podemos ver que cuando Dios vio que ellos reconocieron su condición de desnudez y pecado, entonces salieron de su escondite dejando el miedo y haciéndose vulnerables, Él derramó gracia sobre ellos. Dios les quitó las vestimentas que habían confeccionado con hojas de higuera y les dio vestimentas nuevas hechas con la piel de un animal que había sido sacrificado para la ocasión.

Cuando te hagas vulnerable ante Dios y confieses tus pecados, Dios te aceptará tal y como eres, te llenará de su amor y compasión, y comenzarás a transitar el camino hacia una verdadera intimidad con el Creador.

Cuando te hagas vulnerable ante tus hijos y reconozcas que no tienes todas las repuestas y que no eres más santo que ellos, ellos te aceptarán tal cual eres y derramarán su gracia sobre ti.

Cuando te hagas vulnerable con tu cónyuge, él/ella te perdonará y te aceptará como eres porque estará lleno(a) de gracia y amor. Y entonces, experimentarán una verdadera intimidad.

Cuando te hagas vulnerable con tu hermano(a) de la iglesia y reconozcas tus errores y aceptes que no eres mejor que él/ella, la gracia de ese hermano te llenará y ambos(as) disfrutarán de una relación de intimidad.

El secreto para volver a disfrutar de la intimidad es ser vulnerable ante Dios y tu prójimo, aceptar la gracia que se te ofrece y crecer en intimidad.

Yo nací en Cuba. Mi experiencia al llegar a este país, con el idioma y la escuela, no fue fácil. Luego, cuando comencé a trabajar como Pastor, continuaban los desafíos. Tenía capas protectoras para que nadie me hiriera. No traía a nadie a mi casa para que no vieran mis defectos. Trataba de mantener la imagen perfecta de un pastor. Pero, la solución no estaba en esta forma de actuar. La solución está en permitirnos ser vulnerables y así poder crecer en intimidad.

¿Quieres crecer en intimidad? Entonces te desafío a que busques intimidad en las cuatro dimensiones de la vida: en la dimensión espiritual, comparte tu experiencia y crecimiento espiritual con tu esposa, con tus hijos, con un amigo; en la dimensión intelectual, comparte tus ideas de la vida y escucha a tu esposo(a) e hijos, además de compartir sus ideas también, aprende a aceptar ideas de otras personas aunque no estés de acuerdo con ellas pues al hacerlo y aprobarlas son dos cosas completamente diferentes.  Aceptar significa darle la libertad a una persona de pensar de la forma que quiera pensar.

Por otro lado, aprobar quiere decir estar de acuerdo con la conclusión de esa idea. En tercer lugar, en la dimensión emocional, conéctate emocionalmente con otra persona, ofrece amor, respeto y apreciación. En la dimensión de la intimidad física, toma tiempo para expresar a través de caricias y expresiones físicas el amor y la pasión que sientes por tu esposo(a).

El camino a la intimidad es el camino de regreso al amor. Nuestra intimidad nunca alcanzará la intimidad que tenían Adán y Eva antes del pecado, pero si te garantizo que a través de Cristo y la realidad de la gracia podremos experimentar una medida de intimidad desconocida para los que no son cristianos. Nuestros errores pasados pueden cubrirse, no por ropas y escudos que hayamos creado nosotros para protegernos de volver a experimentar lo mismo, sino por la ropa que Dios nos ha confeccionado, el manto de justicia de Cristo.

De la misma forma como Dios sacrificó a un animal para vestir a Adán y a Eva, Cristo fue sacrificado por nuestro beneficio, para que hoy podamos vestirnos con el manto de justicia y pudiéramos cubrir nuestra vergüenza por la gracia de Jesucristo.

¡El amor de Dios por ti es tan grande que Él quiere derramar en ti su gracia! Para que así puedas dejar de sentir esa vergüenza que te impide tener una relación íntima con Él y con tu prójimo. ¡Verás que esto cambiará tu vida! ¿Has sentido alguna vez la paz que la gracia de Dios provee? Cuéntanos tu experiencia en la sección de comentarios. Dios te bendiga


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