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necesidad de aprobación

La necesidad de aprobación te puede llevar al fracaso en tu vida

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Continuando con el tema de la necesidad de aprobación de los demás, podemos escudriñar la Biblia y descubrir que este tipo de adicción no es un problema de la actualidad, de los días modernos. En realidad, hay personajes de la Biblia que han actuado con inseguridad y dudas aun cuando Dios les ha mostrado su aprobación e incluso el camino que debían seguir.

Si leemos 1 Samuel 17:32–37, encontraremos el contraste entre dos personajes de una misma historia

Por un lado, podemos observar personas seguras de sí mismas, con un alto valor propio, alta autoestima, que conocen sus capacidades, cualidades y los rasgos que los definen. Tal es el caso de David, cuya historia es conocida incluso en ámbitos no religiosos por su peculiaridad.

David era un joven dedicado al pastoreo del rebaño de ovejas de su padre. Al ser el menor de todos los hermanos no se dedicaba como ellos a servir a la defensa del pueblo sirviendo como soldado, pues debido a su corta edad su familia temía por su seguridad. Pero, al ser pastor, se enfrentaba con animales salvajes de gran tamaño como osos y leones que querían devorar ovejas de su rebaño. Con herramientas hechas a mano, de forma rudimentaria, David defendía al rebaño, exponiéndose a perder su propia vida.

Él estaba seguro de sus habilidades, seguro del potencial que Dios había puesto en él, sabía de lo que era capaz y no buscaba agradar a nadie, solo hacía y seguía la voluntad de Dios. Entonces, cuando surgió la gran amenaza del ejército de los Filisteos con su principal soldado Goliat, nadie del ejército se sentía capaz de enfrentarlo y mucho menos de eliminarlo como amenaza. Al oír esto, David se postuló como contendiente a pesar de la mirada incrédula del Rey Saúl y de su familia, confiando en sus cualidades y capacidades, seguro de sí mismo. Y el final de esta historia es conocido, venció al gigante con solo una piedra.

David no buscaba la aprobación de los demás, no buscaba su valor propio en fuentes externas a él, su autoestima no estaba definida por la opinión de los demás.

Por otro lado, podemos encontrar la historia del Rey Saúl, rey de Israel, quien dudaba de la voluntad de Dios de ser elegido como rey. Saúl nunca se sintió seguro de sí mismo, se sentía como un fraude, derrotado, sin las capacidades o cualidades para llevar a cabo el trabajo para el cual había sido elegido. Tenía necesidad de aprobación. Él prefería confiar primeramente en la opinión del pueblo, de cualquiera que le rodeaba, buscando agradarle a los demás, ser aprobado, sentir que se le otorgaba algo de valor. Ni siquiera buscaba la aprobación de Dios, no era su prioridad. Su prioridad era sentirse un rey valorado por los demás. Como sabemos, su historia no tiene un desarrollo a favor de él. Todas sus decisiones se veían afectadas por su inseguridad. No había claridad en su actuar.

Esto nos demuestra que este problema existe desde tiempos muy antiguos: la adicción a la necesidad de aprobación de los demás.

Parece algo superficial, pero en realidad, quienes tienen necesidad de aprobación de otras personas sufren grandes decepciones, tristezas, frustraciones, se enojan con facilidad, se convierten en personas irritables, y su desenvolvimiento como personas se ve afectado por las crisis emocionales de las que son víctimas. Su autoestima comienza a depender de la opinión de los demás, así también su precepción del valor propio, e incluso la identidad que desarrollan llega a ser la misma de una persona dependiente a una sustancia adictiva.

Pero ¿por qué sucede esto? ¿Por qué el que tiene necesidad de aprobación de los demás se comporta como un adicto? La respuesta está en nuestro cerebro, en la liberación de una hormona llamada Dopamina. Esta hormona se libera cuando hay placer, cuando recibimos la “Recompensa” que llena o arregla la carencia que sentimos. Es decir, que si tenemos hambre, sentiremos el deseo de comer, y al satisfacerlo, liberaremos dopamina que nos hará sentirnos felices y relajados al haberlo satisfecho.

Igual pasa con cualquier otro estímulo que nos produzca placer. Llegará el punto en el que el cerebro querrá más de esa dopamina, y se puede llegar a depender del estímulo que ha hecho que nuestro cerebro la libere. Así, podemos caer en una adicción a ese estímulo. Lo mismo ocurre cuando la persona tiene necesidad de aprobación de los demás. La persona libera dopamina cuando recibe los comentarios aprobatorios de las demás personas, volviéndose adicta a lo que esto le hace sentir.

Pero ¿qué pasa cuando esa persona no recibe este estímulo? Su mundo se ve afectado a profundidad, porque ha aprendido a depender de ello; Su valor propio, autoestima y apreciación se verá afectada por la falta de atención de los demás, por los comentarios negativos, por recibir estímulos opuestos a los que el cerebro adicto espera. Su mundo se derrumba, entra la depresión, el pesimismo, el derrotismo, e incluso los pensamientos suicidas.

¿Hay esperanza para las personas que perciben el mundo de esta manera? La hay. Dios nos ama con amor verdadero y pleno, con nuestras cualidades y características. Confía en lo que Dios hizo, busca obrar el bien, haz lo que sabes que es la voluntad de Dios, desempolva la confianza en ti mismo(a), cree en ti, alimenta tu ser con pensamientos constructivos, con versículos que te llenen el alma, que alimenten tu inteligencia emocional. Mírate al espejo y observa la hermosa obra que Dios hizo al crearte y otórgate el valor que tu propio Creador te ha dado.

 

Si este artículo te ha servido me encantaría que pusiera un comentario con tus preguntas o experiencia sobre el tema.  Si conoces a alguien que le puede interesar invítale a leerlo y les puede ayudar.


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