Continuando con el tema anterior, cuando queremos estudiar la imagen de Dios, con la finalidad de entender nuestra creación; y la relación de dicha imagen con el hecho de ser humanos, debemos considerar lo dicho por Balswick, King y Reimer, en 2005; en donde se expresa que lo más excepcional acerca de la creación es el hecho de que Adán y Eva fueron creados a la imagen de Dios (o Imago Dei).
De hecho, la interpretación de la imago Dei influye fuertemente en nuestra comprensión sobre lo que significa ser humano. A lo largo de la historia, los teólogos han dividido a la interpretación de la imagen de Dios, generalmente en tres categorías diferentes: funcional, estructural y relacional. Hoekema, en 1994, argumentó que al principio de la historia del cristianismo, los teólogos señalaron el aspecto del poder intelectual y racional del hombre como el rasgo más importante de la imagen de Dios en un sentido amplio.
La imagen de Dios según diversos estudios
En cuanto a la imagen estructural de Dios, una cosa que los primeros teólogos tenían en común era que los poderes racionales del hombre reflejaban la razón de Dios, e inhabilitaban al hombre; en cierto sentido, para pensar como Dios. Dios es el determinante supremo del bien y el mal, y la sensibilidad moral del hombre refleja algo de la naturaleza moral de Dios.
En este sentido, la imagen de Dios significa que el hombre es estructurado o hecho como Dios. McMinn y Campbell, en 2007, articulan esta idea al afirmar que Dios creó algo majestuoso y noble, que fue construido en nuestro carácter. Nosotros lo notamos cada vez que clamamos por justicia, cuando pensamos razonablemente; cuando nos sentimos profundamente heridos o felices, cuando extendemos la misericordia, y cuando anhelamos tener una relación.
Sin embargo, algunos teólogos ya no aceptan sin cuestionar el punto de vista estructural de la imagen de Dios como la visión correcta de la antropología teológica. Según describe Evans, en 2008, así como la tradición cristiana desarrollada en el diálogo con las tendencias filosóficas occidentales, la imagen de Dios fue dirigida hacia una aplicación para el ser individual. Este factor contribuyó al hecho de que durante el último siglo, este énfasis en el yo individual ha sido cuestionado.
En ese momento, algunos teólogos cuestionaron que el ser hecho a la imagen de Dios significaba más de la capacidad del hombre para razonar, crear, y comportarse moralmente; pero que podía también relacionarse con otros. Por esto, la imagen fue entendida de forma relacional. En otras palabras, la primera pareja también reflejaba la imagen relacional de Dios antes de que ellos cayeran.
La responsabilidad funcional del ser humano
Hoy en día, muchos teólogos hacen énfasis en la responsabilidad funcional de los seres humanos. Hoekema, en 1994, indica que en este sentido, es importante tener en cuenta la capacidad del hombre de responder a Dios y a sus semejantes, y que está siendo considerado responsable de la manera en la que responde.
El punto de vista funcional de la imagen describe el comportamiento humano y, específicamente, las conductas relacionadas con el manejo de la creación. Esto es enfatizado en Génesis 1:28 y Salmo 8 cuando Dios nos manda a tener dominio. El punto de vista funcional en la imagen de Dios presenta a los seres humanos ejerciendo dominio sobre la creación.
No es difícil ver la capacidad humana para crear, administrar, producir y construir magníficas hazañas arquitectónicas que desafían la gravedad y soportan elementos de la naturaleza como el cumplimiento de este mandato.
Diversas interpretaciones
Una vez más, la pregunta es válida: ¿por qué hay interpretaciones divergentes de la imagen de Dios en los dos últimos siglos? Atkinson, en 1990, dio una respuesta muy firme a esta pregunta. El autor analiza la parábola de los ciegos que intentan describir un elefante por el tacto.
Cada hombre reconoce las características que están delante de él y detectadas por él. Eso de ninguna manera niega lo que los otros ciegos ven. Por lo tanto, todas las interpretaciones de la imagen de Dios, en cierto sentido, arrojan luz sobre el significado de la imagen divina.
El matrimonio y la imagen de Dios
En resumen, en primer lugar, Dios creó el matrimonio para reflejar su imagen y sobre todo, su imagen relacional porque Él es un Dios relacional, y no un Dios aislado. El matrimonio era un prototipo de todas las demás relaciones humanas que se formarían por Adán y la descendencia de Eva.
En segundo lugar, las tres dimensiones de la imagen de Dios son partes de un todo, el yo. Ellos están interconectados y forman una unidad completa. Si Adán hubiese sido creado para vivir en una isla, aislado y desconectado de otros seres humanos, él de hecho podría haber cumplido su aspecto funcional de la imagen de Dios, utilizando el aspecto estructural de la imagen de Dios.
Sin embargo, no podría haber reflejado la imagen de Dios por completo sin haber reflejado la imagen relacional de Dios, porque esta dimensión de la imagen fue la que mantendría a los otros aspectos de la imagen entrelazados.
En tercer lugar, la relación de Adán y Eva con Dios les permitió tener un sentido de identidad, propósito y función como hijos de Dios.
Te invito a tomar en cuenta, al momento de relacionarte con tu pareja y las otras personas que te rodean, que no eres una persona aislada, eres un ser creado por un Dios amoroso, compasivo y relacional. Debes reflejar esa relación que Dios tiene con el humano en cada acción que hagas hacia tu prójimo.
Pregúntate a ti mismo, ¿Estoy manifestando el amor divino al momento de relacionarme con las otras personas? Si la respuesta es afirmativa, vas en el camino correcto, si es negativa, te invito a que busques en Dios la motivación de encontrar primeramente su amor divino, y luego, poder irradiarlo a todas las personas con las cuales te relacionas. Dios te dará la inspiración para hacerlo