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Las barreras para perdonar que impiden que des ese paso

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Las barreras para perdonar son amplias pero te encierran, por eso te contaré en este artículo cómo lograr dar el paso.

El perdón nos ayuda a deshacernos de emociones negativas y a mejorar nuestras relaciones. A veces, sin embargo, nos quedamos atrapados en el resentimiento y nos cuesta perdonar.

Esto pasa porque buscamos excusas y razones para no hacerlo, todo debido al dolor que nos causaron las ofensas. Aquí, vamos a hablar de siete obstáculos que nos impiden perdonar.

Vamos a explorar algunas de las razones más comunes por las que nos cuesta perdonar. La idea es encontrar la manera de dejar atrás estas excusas y experimentar la transformación y la libertad que trae consigo el perdón. Únete a este análisis mientras exploramos los obstáculos del perdón y buscamos el camino hacia la curación y la reconciliación.

Perdonar puede ser difícil cuando no entendemos qué es, por qué es tan importante y qué implica. El perdón duele, especialmente cuando la persona que nos lastimó ni siquiera se da cuenta de ello y sigue con su vida como si nada hubiera pasado.

Mucha gente sufre por no perdonar, ya que las ofensas causan tanto dolor que prefieren no perdonar, en gran parte debido a las ideas equivocadas que tienen sobre el tema del perdón.

Conoce el perdón como viaje de liberación

Barreras que nos impiden perdonar

Te voy a mencionar siete creencias comunes en las barreras para perdonar que están lejos de lo que es realmente el perdón: 1.- «Es que no siento ganas de perdonar». El perdón no es un sentimiento. En realidad, es una elección o un acto de obediencia. Jesús ordenó perdonar «hasta setenta veces siete» (Mateo 18:22). Decir «no puedo perdonar» en realidad significa «no quiero perdonar, porque me duele mucho». Tienes la elección de perdonar o no, pero es un mandato divino. Si Dios lo manda, entonces debemos hacerlo por nuestra propia decisión y voluntad.

«Esta persona no cambia aunque la perdone». El objetivo del perdón no es cambiar a quien te ha ofendido. Perdonar te libera del resentimiento y la amargura. La otra persona puede seguir siendo la misma, pero tú serás libre. Perdonar a quien te hirió te beneficia a ti, porque cuando tú perdonas, Dios también te perdona a ti (Mateo 18:35).

“No estuvo bien lo que me hizo”.

El perdón no implica que estemos de acuerdo con la ofensa. A veces, nos resistimos a perdonar porque sentimos que estaríamos validando el daño recibido.

En realidad, perdonar implica liberarnos de la ofensa y elegir no quedarnos aferrados a ella.

«No puedo permitir que me maltrate».

Totalmente, pero eso no significa que no debamos perdonar en las barreras para perdonar, es importante perdonar, pero también es crucial protegernos y establecer límites. No es necesario ponerse en el camino de quien nos lastimó. Puede que esa persona no cambie, pero tú puedes evitar que te lastime más. «El prudente ve el peligro y lo evita; el imprudente sigue adelante y sufre el daño» (Proverbios 22:3).

No tienes que ir y decir «te perdono».

Si la persona que te ofendió no te pidió perdón, es mejor perdonar en privado, en la presencia de Dios. De lo contrario, te expones a más comentarios ofensivos o podrías cargar a la otra persona con culpa. Lo importante es que tú seas libre, sin poner una carga en el otro.

«No quiere reconocer su error».

No es tu responsabilidad hacer que quien te lastimó reconozca su error. Eso es asunto de ellos, no tuyo. Con el tiempo, esa persona podría admitir su falta, aunque quizás no lo haga frente a ti. O puede que nunca lo haga, y en ese caso, Dios se encargará de juzgarlos según su justicia divina.

Otra de las barreras para perdonar es esto de no querer reconocer el error, no lo esperes, posiblemente no llegue.

«Creo que no he perdonado porque sigo enojada».

Cuando perdonas, la ira y el dolor no desaparecen de inmediato. Esos sentimientos negativos deben ser liberados y entregados a Dios. Es necesario renunciar a ellos para que poco a poco tu corazón sane.

Cada vez que recuerdes la ofensa y aún sientas dolor, puedes decir: «Ya he perdonado, Señor. Te entrego estos sentimientos y libero la ira, el dolor, la vergüenza, la culpa (o lo que estés sintiendo)».

Recuperarte después de una ofensa, sea grande o pequeña, lleva su tiempo. Es un proceso donde debes poner de tu parte y estar dispuesto a obedecer a Dios. Hoy es el día perfecto para superar barreras para perdonar, así podremos encontrar libertad y restauración.

Te aseguro que si sigues adelante y obedeces, el Señor te respaldará. Un día, mirarás hacia un nuevo día y esa herida ya no dolerá tanto. En su lugar, habrá una marca que no te causará dolor, y tú serás libre.


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