Un día, John Wesley estaba caminando con un hombre que estaba muy ansioso con todos los problemas que experimentaba y expresó sus dudas sobre la bondad de Dios. Él dijo: «No sé qué voy a hacer con todas estas preocupaciones que me causan tanta ansiedad».
En el mismo momento, Wesley vio una vaca mirando por encima de un muro de piedra. «¿Sabes por qué esa vaca está mirando por encima del muro?», preguntó Wesley.
«No», dijo el hombre que estaba preocupado.
Wesley dijo: “La vaca está mirando por encima del muro porque no puede ver a través de él. Eso es lo que debes hacer con tu muro de problemas que te llena de ansiedad: mira por encima del muro y evítalo”.
La fe nos permite mirar más allá de nuestras circunstancias y enfocarnos en Cristo. En este blog quiero continuar desarrollando la temática sobre la ansiedad en medio de la pandemia. La pregunta que pretendo contestar hoy es la siguiente ¿existe alguna cura contra la ansiedad?
Muchas veces, cuando veo pacientes que tienen desórdenes de ansiedad, les pregunto ¿cuál es tu meta al venir a terapia? Ellos responden: “Quiero eliminar mi ansiedad, no la soporto.” Mi respuesta es: “nosotros no podemos hacer eso”. Es interesante ver la mirada de incredulidad que ellos me dan cuando les doy esa respuesta.
Entonces, trato de explicarles que no podemos eliminar la ansiedad porque la misma es una reacción natural ante el estrés que estamos afrontando en la vida. La ansiedad es parte de nuestro sistema interno de defensa; Nos protege del peligro. Dios nos creó con la capacidad de experimentar la emoción de la ansiedad y el resto de las emociones positivas y negativas para que podamos navegar por el mundo.
El miedo promueve una cascada de dispositivos nerviosos y hormonales que preparan al cuerpo para escapar o luchar. Esos síntomas de ansiedad que tú experimentas son el resultado de la activación de tu sistema nervioso automático, el cual está incluído en la parte cerebral encargada de segregar adrenalina cuando experimentas una amenaza de alguna forma. La adrenalina le permite a tu cuerpo estar listo para responder al peligro en caso de que necesites actuar ante la amenaza.
Como resultado de esta segregación de adrenalina, tú entonces experimentas un aumento de los latidos de tu corazón y tu respiración, al igual que tensión muscular, demostrando que tu cuerpo está listo para dar una respuesta al peligro. Cuando no hay una amenaza aparente, estos cambios son muchas veces experimentados como agitación o ansiedad. Es por eso por lo que en medio de la pandemia del Covid-19 es normal que nuestro sistema nervioso automático esté activado. Y, esto causa la segregación de adrenalina porque te sientes amenazado.
Tu cerebro normalmente trata de hacer sentido de las experiencias que estás experimentando en tu diario vivir. Sin embargo, si no tomas control de este proceso, y en vez de tomar acción dejas que tu cerebro llegue a sus propias conclusiones, puedes desarrollar miedos irracionales ante cualquier crisis.
Trataré de ilustrártelo de esta forma: Si un bebé se sobresalta, digamos por un sonido fuerte mientras juega con su juguete favorito, ¿cuál crees que va a ser su reacción natural? Llorar. Sin embargo, el llanto en sí mismo puede ser angustiante para el bebé, lo que refuerza el miedo que está experimentando. Al no comprender que el miedo es solo una reacción al fuerte sonido del juguete, el bebé llega a asociar el miedo con el juguete y termina desarrollando un miedo al juguete que produce el ruido.
Lo mismo ocurre con tu ansiedad en medio de la crisis del Covid-19. Tú estas sobresaltado por temor a contraer el coronavirus. Tu reacción natural entonces es experimentar temor, miedo y ansiedad ante el peligro. Pero, esta ansiedad y desesperación que experimentas refuerza al mismo tiempo tu miedo al Covid-19. Al final terminas asociando tu miedo a la pandemia sin mirar a los disparadores que te llevan a experimentar esa emoción de ansiedad.
En el blog anterior comenzamos a ver la ansiedad como un mensajero que no debe ser eliminado. Las emociones existen para darnos información sobre nuestras experiencias y lo que realmente es importante en nuestras vidas. Tristemente, muchas personas con ansiedad tratan de ignorar sus emociones porque algunas son desagradables, e incluso, dolorosas. Sin embargo, la Biblia nos da una estrategia más efectiva y nos dice en Filipenses 4:6, “no os aflijáis por nada, sino presentadlo todo a Dios en oración”.
Lo que Pablo te está diciendo es que no trates de pelear contra el mensajero, tu ansiedad. Acéptala y tolérala porque el mensaje que te quiere dar es más importante que el descontento temporal que pudieras experimentar. En vez de afligirte por tu ansiedad, enfócate en confiar en Dios y en depositar tu preocupación en oración ante Él.
Aún cuando no conozcas los disparadores emocionales que te llevan a experimentar ansiedad, el solo hecho de tratar de tolerar y manejar los síntomas de ansiedad te ayudará a procesar esa experiencia de una forma más efectiva. Pablo termina diciendo en Filipenses 4:7 “Así Dios os dará su paz, que es más grande que todo cuanto el hombre puede comprender; y esa paz guardará vuestro corazón y vuestros pensamientos, porque estáis unidos a Cristo Jesús”. (DHH)
Podemos comparar la ansiedad con tratar de tolerar el dolor crónico. Cuanto más tú exiges deshacerte del dolor crónico, más te frustrará, irritará y se intensificará. Sin embargo, cuando aceptas el dolor como irritante, pero no como algo de lo que debes deshacerte, su control tiende a reducirse e incluso la intensidad del dolor en sí puede reducirse o volverse menos notable.
Lo mismo ocurre con la ansiedad. Exigir deshacerse de la ansiedad solo la hace menos tolerable. Se convierte en una presencia más grande en tu vida y todo tu enfoque se vierte en tu ansiedad. Cuanto más te enfocas en ella, más poder le das en tu vida. Por eso, el consejo es “no os aflijáis por nada”. Continuaremos en el proximo blog.