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El autoconocimiento y tu ministerio

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Hemos leído cómo llevar a cabo un ministerio se ha convertido en un desafío para el pastor de hoy en día. Las redes sociales, los conflictos, la crisis del COVID-19, los efectos que esta ha producido a nivel social, psicológico y emocional, entre otras cosas, han hecho que el pastor se enfrente a realidades sin precedentes, tanto en su mundo interior, como en el de las personas a las cuales él ministra. Surge entonces la pregunta, ¿Cómo ministrar con una identidad quebrantada? ¿Cómo ayudar a otros cuando tú mismo, como pastor, estás enfrentando tus propias luchas? ¿Cómo brindar a otros ese apoyo que necesitan y que tú sientes que no puedes dar? Te mostraré como te puede ayudar el autoconocimiento.

 

 

Practica el autoconocimiento

 

Esta es una disciplina indispensable. No puede haber un cambio en tu vida sin el autoconocimiento. Este consiste en vernos con claridad, ser conscientes de nuestros pensamientos, de nuestras emociones; Ser conscientes de cómo nuestro dolor nos lleva a vernos a nosotros mismos y a otros en formas disfuncionales, y cómo eso causa un impacto en nosotros.

 

San Agustín dijo: ¿Cómo puedes acercarte a Dios cuando estás tan lejos de ti mismo? Y oró: “Señor permíteme conocerme a mí mismo para que pueda conocerte a ti”.

 

Tu sanidad y liberación comienzan con el autoconocimiento.

 

Car Jung dijo lo siguiente: “cuando haces consciente lo inconsciente, puedes elegir”. No podemos cambiar algo de lo que no somos conscientes.

 

Lo explico: la mente tiene dos dimensiones. Tres, de acuerdo con Freud. Pero hablaré solo de las dos más importantes, el consciente y el inconsciente. El consciente es lo que tengo en mi mente en estos momentos, la memoria a corto plazo . En el inconsciente tengo las experiencias positivas y negativas todass, traumas, recuerdos dificiles, toda la memoria a largo plazo. Pero, el asunto es que esas cosas no están a nivel consciente.

 

Lo interesante de todo esto es que el 95% de mis decisiones diarias provienen de mi inconsciente. Quien dirige mi vida es mi inconsciente, no mi consciente. Yo estoy siendo dirigido por los esquemas mentales, guion de vida y creencias nucleares que he desarrollado a través de mi vida y están escondidos en este.

 

Es por eso por lo que terminamos haciendo lo que no queremos, porque muchas veces somos dirigidos por las interpretaciones que inconscientemente le hemos dado a las experiencias que hemos tenido en nuestras vidas. Si esas experiencias no han sido procesadas correctamente tienen el potencial de llevarnos a repetir patrones de pensamientos y comportamientos que influirán en nuestro futuro de forma positiva o negativa.

 

Pero esto no es todo. Necesitas practicar el autoconocimiento porque tu estabilidad emocional está a merced de tus antepasados, dijo Matta William. La dinámica emocional, los comportamientos mal adaptativos o positivos de tus antepasados ​​son trasmitidos de generación en generación, y, hoy, tú eres el resultado no simplemente de tus decisiones, sino de la influencia de tus generaciones anteriores. Tu final se escribió al principio. Si no quieres que tu futuro se determine por tus antepasados, necesitas reescribir tu historia. Solo así podrás escribir el último capítulo de tu vida.

 

Pero, junto con el autoconocimiento está la vulnerabilidad. No puedes lograr el autoconocimiento si no te haces vulnerable. Sentirse vulnerable hace referencia a un estado psicológico en el que somos conscientes de una herida emocional que pensamos que no podemos superar. La vulnerabilidad es ese paso que das de incertidumbre, riesgo, de exposición emocional.

 

Mientras Adán y Eva escondieron su vergüenza detrás de hojas de higueras, no experimentaron sanidad. El cambio en las vidas de nuestros primeros padres comenzó cuando reconocieron el dolor en sus historias y se hicieron vulnerables, saliendo fuera de su escondite para hacerse vulnerables y recibir ayuda. ¿Cómo se puede lograr esto? Sé valiente y pide lo que necesitas. Tienes que estar dispuesto a exponer tus sentimientos. Sé transparente contigo mismo y con los que te rodean. Acepta tal como eres. Acepta las cosas que te hacen ser humano. Si el problema que tienes no te permite funcionar en tu hogar o ministerio, tal vez es el momento de buscar ayuda profesional.

 

¿Cómo puedo practicar el autoconocimiento? Llevando un diario emocional. El diario emocional es una herramienta terapéutica que te permite conversar contigo mismo y descubrir esas áreas que necesitan ser procesadas en tu vida. Otra cosa que puedes hacer es sentarte con alguien de confianza y pedirle que te digas las cosas en las cuales consideras que debes crecer en tu vida. Y, le dirás que no te pondrás bravo con él o ella, sino que aceptarás todo lo que te diga. Las personas que están a tu lado conocen cosas de ti que tú no conoces y necesitas de su ayuda para descubrirlas.

 

Prepara un genograma de tu familia, esto también ayudará.

 

Todo lo mencionado anteriormente es para ayudarte a atender tus heridas emocionales y así poder restaurar tu identidad.

Practica el ministerio de la presencia

 

El mejor regalo que tú le puedes dar a aquellos que sufren a tu lado es tu presencia, dijo Thich Nhat Hanh. Ese fue el ministerio de Jesús. Él estaba con los que sufrían, con los pecadores, los abatidos, los enlutados. Su presencia fue más efectiva que cualquier milagro que Él pudiera haber hecho. La presencia de Jesús traía seguridad, esperanza y refugio.

 

Cuando le permites a los que sufren experimentar tu presencia, les estás diciendo estas tres cosas:

 

Te escucho activamente

 

El escuchar es un arte que se desarrolla. Hay personas que pagan por una terapia psicológica buscando a alguien que los escuche. Cuando practicas el ministerio de la presencia y escuchas al doliente, estás apartando un espacio en tu tiempo, mente y espacio físico para decir a esa persona “estoy presente ante tu dolor”.

 

Pero muchas veces esto es difícil porque estamos tan absortos en nuestro dolor y en las demandas de nuestro ministerio que pensamos que no tenemos tiempo para nada más, y, simplemente, nos dejamos llevar por las corrientes del desánimo y el agotamiento. De esta forma perdemos de vista nuestra identidad. Y como resultado, las personas que están a nuestro lado buscando una mano ayudadora, sufren en silencio, porque no quieren parecer intrusos e invadir nuestro espacio privado.

 

Cuando escuchamos activamente, nos retiramos y apartamos de lo que es importante para nosotros, para que otros reciban el regalo de nuestra presencia. Creamos el espacio para que los demás sean ellos mismos y vengan a nosotros en sus propios términos.

 

James Hillman, director de estudios del CG Jung Institute en Zurich, escribió esto sobre la consejería:

 

Para que la otra persona se abra y hable, es necesario que el consejero se acerque. Debo retirarme para dejar espacio para el otro. . .

 

Esta retirada, más que salir al encuentro del otro, es un acto intenso de autoconocimiento. El espacio que yo le brindo al doliente con mi presencia le permite crecer.

 

¿Piensas que son técnicas fácilmente aplicables? ¿Consideras que alguna de ellas es un desafío para ti? ¿Sientes que tu ministerio podría llevarse a cabo a pesar de tu identidad quebrantada si sigues estas recomendaciones? Comparte tu opinión en la sección de comentarios de este post, y así podremos enriquecer nuestra experiencia juntos. Dios te bendiga.

 

Si necesitas ayuda profesional puedes llamarnos o escribirnos a:

 

Teléfono: 407 618 0222

 

Correo electrónico: Efrain.duany@floridaconference.com

 


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