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El poder de la soledad

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La soledad es un arte perdido

 

Una de las mayores quejas que escucho es la programación y el compromiso excesivos, y el exceso de trabajo. Especialmente durante esta pandemia en la que trabajamos desde casa, no ha sido fácil establecer límites en casa y la respuesta típica que escuchamos es «estoy demasiado ocupado(a)», «es una locura», «estoy trabajando más desde la casa que desde la oficina”. Frases dichas a menudo con un tono mezclado entre desesperación y orgullo.

 

Incluso cuando tenemos algo de tiempo libre, estamos increíblemente ocupados ejercitándonos, enviando mensajes de texto, trabajando o viendo televisión. Y, cuando hay algunos minutos entre todas estas actividades, ¿qué hacemos? Estamos constantemente revisando nuestros teléfonos inteligentes, buscando algún correo de voz, llamadas perdidas, correo electrónico y nuestras redes sociales. Debo confesar que esta ha sido mi experiencia muchas veces.

 

Sherry Turkle, profesora de Estudios sociales de ciencia y tecnología en M.I.T., ha entrevistado a cientos de personas de todas las edades sobre sus fijaciones diarias en las redes sociales y las nuevas tecnologías como teléfonos inteligentes y tabletas. En una entrevista reciente con Scientific American, Turkle indicó que le preocupa que existe al menos un precio oculto de nuestra adicción a la tecnología: la pérdida de la soledad. Turkle dice:

 

“Hago algunas partes de mi trabajo de campo en las señales de alto en la vía, en las filas para pagar en las cajas de los supermercados. Dale a las personas aunque sea un segundo y estarán haciendo algo con sus teléfonos. En todas las porciones de investigaciones realizadas se indica que la capacidad de las personas de estar solas está desapareciendo”.

 

¿Recuerdas cuándo fue la última vez que estuviste solo(a) por más de 15 minutos sin tener alguna distracción o ruido? ¿Las personas tienen miedo de estar solas? En 2014, en la revista Science Magazine, se publicó un estudio desarrollado en la Universidad de Virginia en el que se colocaron varios participantes, una cuarta parte de las mujeres y dos tercios de los hombres, solos en una habitación por quince minutos y se les dijo que se sentaran allí con sus pensamientos y una máquina de descargas eléctricas.

 

Estos participantes habían declarado anteriormente que pagarían dinero para evitar recibir descargas eléctricas. A pesar de que ellos no querían recibirlas, se descubrió que la mayoría de los participantes colocados en esta sala se aplicaban la descarga eléctrica de esa máquina que les dieron, en lugar de simplemente tener 15 minutos de soledad. No pudieron resistir estar solos. Necesitaban hacer algo para sentirse vivos y la única cosa que tenían en sus manos era una máquina de descargas eléctricas, así que preferían darse descargas eléctricas a sí mismos que estar solos con sus pensamientos. Tenemos miedo de estar solos.

 

Las personas tienen miedo de estar solas porque no saben cómo hacerlo. Piensa en esto; desde que estábamos en preescolar o comenzando la escuela primaria, nos enseñaron a involucrarnos con los demás (lo cual es bueno, no hay nada de malo en involucrarnos con los demás). Pero ¿a cuántos de nosotros nos enseñaron cómo practicar la soledad en nuestra vida diaria? No sabemos cómo estar solos en soledad o aislamiento.

 

Los seres humanos por mucho tiempo hemos estigmatizado a la soledad. Se le ha llegado a considerar un inconveniente, algo que debemos evitar, un castigo, un reino de solitarios. Hoy quiero redescubrir el arte perdido de la soledad, y quiero desafiarte a empezar a poner en práctica esta disciplina en tu vida, ya que es el secreto para reconectarte con Dios, contigo mismo(a) y con otros.

 

La verdad sobre la soledad

 

No podemos confundir el sentirse solo(a) con la soledad o aislamiento porque en ellos hay dos experiencias completamente diferentes. De manera que, lo primero que quiero hacer es aclarar el contraste entre soledad y sentirse solo(a).

 

El sentirse solo(a) es la sensación de que no se cuenta con otras personas o la falta de conexión social. Es un estado de angustia profunda. Es el sentimiento subjetivo de tener menos afecto y cercanía de lo que desearíamos en las áreas íntima y relacional.

 

Por el contrario, la soledad es el estado de estar solo(a) sin experimentar el aislamiento de que se está solo sin contar con otras personas (Gotesky). Es un estado de compromiso positivo y constructivo con uno mismo. La soledad es algo deseable, un estado en el que se está solo(a) en el que te proporcionas a ti mismo(a) compañía maravillosa y suficiente.

 

Tradicionalmente, la práctica de la soledad se ha asociado con una disciplina espiritual. Sin embargo, a mediados del siglo XVII hubo un cambio perceptible reflejado en la literatura y los poemas de esa época que indican que la soledad se había enfocado más hacia el interior de la persona. Los individuos buscaban la soledad para concentrarse en sí mismos en lugar de en Dios. Cuando el campo de la psicología comenzó a ocupar un lugar más prominente en nuestra sociedad, la soledad se utilizó entonces como una práctica, no para acercarte más a Dios sino a ti mismo(a).

 

Pero, escudriñando las Sagradas escrituras, podemos aprender cómo grandes hombres de la Biblia encontraron refugio, renovación y una conexión más fuerte con Dios luego de haber aprendido a pasar tiempo en soledad, tiempo a solas con su Creador.

 

En la soledad encontramos ese lugar, tiempo e inspiración que nos aparta del agite del día a día y que nos permite reconectarnos con Dios.

 

¿Quisieras aprender más sobre cómo la soledad te puede ayudar a reconectarte con Dios? ¿Conoces la historia de algún personaje bíblico que en la soledad tuvo un encuentro con Dios? Comparte tus respuestas con nosotros en la sección de comentarios. Dios te bendiga.


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