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Cómo Jesús usó la soledad en su ministerio

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Hemos aprendido que existen beneficios al apartar tiempo para estar en soledad en el ministerio y reconectarnos con nosotros mismos, con Dios y los demás.

 

Todos los grandes personajes de la fe dedicaron tiempo para practicar la soledad en el ministerio, el aislamiento. Enoc caminaba con Dios; Abraham fue llamado a una vida de soledad; Moisés pasó parte de su vida en soledad; Jesús reconoció el poder de la soledad y se convirtió en nuestro ejemplo.

 

¿Te has preguntado alguna vez si Jesús también buscaba el silencio, la paz y la tranquilidad de la soledad? ¿Sabes si existen versículos en la Biblia que nos muestren si Jesús usaba tiempo a solas para reconectarse con Su Padre, consigo mismo y con los demás?

 

Veamos las prácticas que tenía Jesús con respecto al uso de su tiempo en soledad:

 

Jesús usó la soledad para prepararse para el ministerio.

En Mateo 4:1-11, Jesús ayuna durante 40 días en el desierto en preparación para la inauguración de su ministerio. Debemos buscar la soledad para prepararnos intencionalmente para planificar nuestras metas a corto y largo plazo en nuestras vidas.

 

Jesús usó la soledad para llorar cuando experimentó una pérdida.

En Mateo 14:13, Jesús recibe la mala noticia de la ejecución de Juan el Bautista y se aparta para estar solo y llorar. Debemos buscar la soledad para recuperarnos de las pérdidas y la desilusión inevitables.

 

Jesús usó la soledad para escuchar a Dios.

En Mateo 17:1-9, Jesús busca el silencio de una montaña solitaria y Dios habla a través de la transfiguración. Nosotros debemos buscar la soledad para escuchar intencionalmente el Espíritu de Dios.

 

Jesús usó la soledad antes de un gran desafío.

En Mateo 26:36-40, Jesús quiere orar solo en el jardín antes de enfrentar la cruz. Debemos buscar la soledad para que podamos encontrar nuestro centro de tranquilidad y orar como un enfoque de desafío inminente.

 

Jesús usó la soledad para renovarse.

En Lucas 5:16, aprendemos que Jesús a menudo se retiraba a lugares solitarios para orar. Lo hacía después de temporadas agotadoras en su vida. Debemos buscar la soledad para tener descanso, rejuvenecimiento y renovación.

 

¿Puedes imaginar si este año, en el que seguimos estando aislados debido a la pandemia, integramos la soledad como disciplina espiritual? ¿Te imaginas la transformación que experimentaríamos? ¿Qué pasará en nuestras familias si comenzamos a enseñarles cómo practicar la soledad? Yo creo que la soledad debería ser una de nuestras resoluciones más importantes en este año, ya que es el secreto para reconectarnos con Dios, nosotros mismos y otros

 

La soledad es el secreto para reconectarnos con Dios y escuchar Su voz.

La soledad es el secreto para reconectarnos con nuestros corazones y reflexionar sobre nuestra condición espiritual.

La soledad es el secreto para reconectarnos con nosotros mismos y limpiarnos de la mentalidad mundana.

La soledad es el secreto para reconectarnos y entender nuestra identidad.

La soledad es el secreto para reconectarnos y realinear nuestras prioridades y metas.

La soledad es el secreto para reconectarnos y tener compasión por los demás.

 

¿Te imaginas si el Departamento de Educación implementara en su currículum de enseñanza cómo desarrollar la disciplina de la soledad o aislamiento? Tendríamos menos problemas de identidad en nuestros estudiantes y jóvenes, menos problemas de autoestima, menos suicidios y depresión porque la soledad es el secreto para reconectarse con Dios, con ellos mismos y otros.

 

La gente muere sintiéndose sola. Es hora de transformar ese sentimiento en soledad (aislamiento) y reconectarse con Dios, con uno mismo y con los demás.

 

Esto es lo que yo quisiera que hicieras esta semana:

 

Consigue un lugar intencional.

Piensa en un lugar tranquilo y seguro en donde puedas escapar de las distracciones y el caos de tu vida. Un espacio sagrado, apartado para estar con Dios, al cual las otras voces no puedan acceder, en el que la tecnología no te pueda distraer, y en el que los sonidos invasivos no puedan interrumpir.

 

Aparta un tiempo intencional

Haz una cita sagrada. Anótala en tu calendario. Otras responsabilidades desplazarán fácilmente esta cita. Resiste el llamado a atender las actividades que tengan “más prioridad” o sean “urgentes”.

 

Escucha de forma intencional.

Al principio, podríamos sentirnos solos, incómodos, temerosos o fuera de control. Si esta práctica es nueva para ti, comienza poco a poco. Diez minutos es una buena cantidad de tiempo para comenzar. Experimenta con lo que funcione en tu realidad del día a día. Dios te bendiga


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