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logra tus suenos

Sin sacrificio, no hay victoria. Alcanza tus sueños.

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En la vida es necesario entender que sin sacrificio, no hay victoria.

¿Cuál es el secreto para alcanzar lo más importante en mi vida? ¿Cómo puedo lograr mis sueños y aspiraciones? ¿Te has hecho alguna vez esas preguntas? Cada uno de nosotros tiene sus prioridades en la vida, y con base en ellas tenemos sueños y aspiraciones. Por ejemplo: yo tengo tres cosas que deseo alcanzar. Dos de ellas son a largo plazo y una es a corto plazo. Una a largo plazo consiste en que deseo conocer más profundamente a Dios. La segunda, es que deseo ser un mejor esposo y padre. Y la tercera, que era algo más a corto plazo: estar certificado por el Estado de la Florida como Terapista Matrimonial y Familiar para estar más preparado y servir mejor a mi Iglesia.

Recuerdo cuando vivía en Filadelfia y New Jersey, cuando había grandes nevadas era muy fácil que los carros se deslizaran en el hielo. Si sientes que en tu vida estás patinando sobre hielo, si te sientes estancando en el mismo problema y no sabes cómo salir del hueco en el cual has caído, este mensaje es para ti.

Este mensaje es para la persona que quiere perder algunas libras de peso pero no puede dejar de comer comida dañina, para el que quiere vivir bien pero no quiere ahorrar dinero, para el deportista o músico que quiere desarrollar su talento pero no quiere pasar tiempo desarrollándolo, para el estudiante que quiere obtener mejores notas pero no quiere sacar el tiempo para estudiar, para los padres que quieren criar bien a sus hijos pero no quieren tomarse el tiempo para compartir con ellos y enseñarles, para el cristiano que quiere alcanzar la Vida Eterna pero no quiere dejar la vieja vida. Pregunto entonces, ¿cuál es la meta más grande que deseas alcanzar en tu vida?

Hace tres años me lesioné el tendón de Aquiles jugando softball con los jóvenes de la iglesia. Desde ese momento hasta la actualidad abandoné toda práctica de deportes y comencé a ganar peso. Hasta que un día dije, “hasta aquí, no más, voy a hacer ejercicio, voy a aprender un nuevo deporte”. Frank Bernar me dijo un día: “te voy a enseñar a jugar tenis”. Empecé a jugar a las 5:30am, de 3 a 4 veces por semana. Comencé a ver mi sueño hecho realidad cuando vi que perdía de 5 a 10 o 15 libras, e incluso más. No hay satisfacción mayor que lograr salir del hueco en donde uno se encuentra estancado y lograr la meta que uno se ha trazado. Yo tuve que sacrificar horas de sueño para levantarme temprano e ir a practicar deporte, sacrificar el dolor luego del juego porque he entendido que sin sacrificio, no hay victoria.

La sociedad y los medios de comunicación proclaman otro lema: la victoria se obtiene sin mucho esfuerzo, no te esfuerces mucho, si quieres hacerte millonario de un momento a otro, juega la lotería, si quieres tener una familia solo trae el dinero a la casa.

Las escuelas secundarias les dicen a los muchachos que no es necesaria la abstinencia. Nada va a pasarte si no te abstienes, se puede beber un sorbo de alcohol que nada malo va a pasar. Pero, la ley del sacrificio dice: para alcanzar algo importante, debes soltar lo que no es importante. Sin sacrificio, no hay victoria.

El libro de Hechos, capítulo 8, habla de dos tipos de miembros en la iglesia, los Simones y los discípulos.

Podemos distinguir a los Miembros Simones por:

Ellos quieren obtener la salvación sin sacrificio, quieren comprar el poder y la unción del Espíritu de Dios pero sin pagar el precio, pero no entienden que sin sacrificio, no hay victoria; quieren lograr lo que otros tienen pero sin mucho sacrificio, piensan: es más, yo tengo dinero, si ustedes me lo venden yo lo compro; el corazón de los Simones no es recto delante de Dios, aparentan una cosa pero en su mente son otra, su apariencia muestra que son fieles devotos, pero en su mente hay otras prioridades y Dios está en un segundo lugar. Esas prioridades son sus ídolos; viven en amargura y tienen maldad en su corazón; viven en disonancia cognitiva y tienen una prioridad en su vida, pero hay otras cosas que ocupan el lugar de esa prioridad. Esto produce estrés, amargura y maldad porque sin sacrificio, no hay ganancia.

Los Simones de hoy día prefieren lo más fácil antes que el sacrificio; quieren la corona de la vida pero se conforman con las coronas terrenales porque son más baratas; quieren el poder de Dios pero se conforman con el poder que da el cargo eclesiástico o académico; quieren vencer malos hábitos y problemas de carácter, pero no quieren sacrificar el deleite que produce lo mismo que desean vencer; no entienden que sin sacrifico no, hay victoria; creen que se puede disfrutar de los placeres mientras se lucha por la victoria. No se pueden tener ambas cosas; no sacrifican nada para salvar a su familia; no sacrifican nada para mejorar su salud; no sacrifican nada para vencer la pornografía. Tenemos como ejemplos de estos casos a la mujer de Lot, a la de Saúl y también a la de Judas.

Con respecto a los discípulos, ellos dicen: sin sacrificio no hay victoria. Tal es el caso del joven rico, quien se fue porque no pudo sacrificar el amor que tenía por el dinero; los discípulos le preguntaron a Jesús, ¿qué obtendremos? (Mat. 19:27) 100 veces y la vida Eterna; los discípulos sacrifican tiempo; los discípulos sacrifican su orgullo; sacrifican deseos carnales; sacrifican sus vidas (Romanos 12:2); sacrifican su agenda personal; todo se sacrifica porque no hay nada mejor que la victoria que se obtendrá; son fieles hasta la muerte porque obtendrán la corona de la vida; tienen la convicción de que ningún sacrificio que puedan hacer podrá igualarse a la victoria que obtendrán; Dios tiene preparado para los fieles “cosas que ojo no vio ni oído oyó”.

Debemos tomar en cuenta que los discípulos sacrificaron todo. Veamos el caso de cada discípulo:

Mateo:

Sufrió el martirio en Etiopía, murió por una herida de espada.

Marcos

Murió en Alejandría, Egipto, después de haber sido arrastrado por caballos por las calles hasta morir.

Lucas

Fue ahorcado en Grecia como consecuencia de su tremenda  predicación a los perdidos.

Juan

Enfrentó el martirio cuando fue puesto en una enorme olla con aceite hirviendo, durante la ola de persecución en Roma. Sin embargo, fue librado milagrosamente de la muerte. Juan fue condenado a vivir en una isla de minas, en la Isla prisión de Patmos.

Pedro

Él fue crucificado de cabeza en una cruz en forma de X. Según la tradición de la iglesia, esto sucedió porque él les dijo a sus torturadores que se sentía indigno de morir de la misma manera que Jesucristo había muerto.

Santiago

El líder de la iglesia en Jerusalén, fue arrojado de más de cien metros de alto, desde el pináculo sureste del templo cuando se negó a renegar de su fe en Cristo. Cuando descubrieron que sobrevivió a la caída, sus enemigos lo golpearon hasta matarlo.

Este fue el mismo pináculo a donde Satanás había llevado a Jesús para tentarlo.

Santiago el Grande

Hijo de Zebedeo, era de oficio pescador cuando Jesús lo llamó a una vida de ministerio y predicación. Por ser un cristiano de influencia en la iglesia primitiva, Santiago fue decapitado en Jerusalén.

El oficial romano que vigilaba a Santiago, miraba asombrado cómo Santiago defendió su fe en Jesús durante su juicio. Más tarde, este oficial caminaba junto a Santiago al lugar de la ejecución. Impactado por la convicción de Santiago, este soldado romano declaró su nueva fe en Cristo ante el juez y se arrodilló junto a Santiago para aceptar la decapitación como castigo por ahora ser cristiano.

Bartolomé

También conocido como Natanael, fue misionero en Asia. Fue pregonero de nuestro Señor Jesucristo en la actual Turquía. Bartolomé fue martirizado por su predicación en Armenia, donde fue desollado a muerte por un látigo.

Andrés

Él fue crucificado en una cruz en forma de X en Patras, Grecia. Después de haber sido azotado severamente por siete soldados, que ataron su cuerpo a la cruz con cuerdas para prolongar su agonía. Sus seguidores informaron que, cuando fue llevado a la cruz, Andrés la saludó con estas palabras: “Durante mucho tiempo he deseado y esperado esta hora feliz”.

La cruz nos evoca inequívocamente el cuerpo de Cristo colgado en ella. Andrés continuó predicando a sus verdugos por dos días hasta que expiró.

Tomás

Fue atravesado por una lanza en la India durante uno de sus viajes misioneros para establecer la iglesia de Cristo en esa región.

Judas

Fue muerto a flechazos cuando se negó a renegar de su fe en Cristo.

Matías

El apóstol elegido para sustituir al traidor Judas Iscariote, fue apedreado y luego decapitado.

Pablo

Fue torturado y luego decapitado por el malvado emperador Nerón en Roma en el año 67.

Analicemos entonces, ¿Por qué los discípulos sacrificaron tanto por la victoria final? Simplemente porque el sueño que ellos tenían era superior a todas las distracciones y obstáculos que tuvieron que sacrificar. Estos discípulos transformaron el mundo conocido de aquel entonces, pues se propusieron vivir vidas extraordinarias, sacrificando todo por obtener la corona de la Vida Eterna. Sus nombres han quedado marcados en los historiales de la humanidad porque sin sacrificio, no hay victoria.

Cuenta la historia de Louis Zamperini que a los 15 años de edad comenzó a correr. Fue campeón dos veces de la NCAA. Representó a Estados Unidos en los juegos olímpicos de 1936. Dijo: “Todo lo que quiero decirte a ti, joven, es que no alcanzarás nada a menos que te comprometas a alcanzar una meta. Tienes que buscar dentro de ti mismo y ver si realmente quieres hacer ese sacrificio. Tus sueños no siempre se harán realidad, pero nunca lo sabrás si no lo intentas. Como quiera que sea, tú siempre descubrirás mucha valentía en tu camino porque encontrarás problemas, o como yo les llamo, desafíos. El primer gran desafío en mi vida fue cuando era un niño, hacer la transición entre un adolescente desperdiciado a un atleta consumado. El otro fue sobrevivir durante 47 días después de que mi avión se cayera, y luego sobrevivir en el campo de concentración japonés. La mejor forma de confrontar los desafíos es prepararse para ellos. Todos los atletas quieren ganar, pero en una balsa, en la guerra, tú tienes que ganar. Por suerte y sabiamente, yo estaba preparado, y gané”. Para Luis Zamperini sin sacrificio, no hay victoria.

¿Te imaginas lo extraordinaria que sería tu vida si decides vivir el lema: sin sacrificio, no hay victoria?

¿Te imaginas que ocurriría con tu vida, con tu hogar, con tu iglesia, si a partir de hoy comienzas a sacrificar todas las cosas que te impiden alcanzar la victoria sobre algo importante en tu vida porque entiendes que sin sacrificio, no hay victoria?

Te invito a intentar hacer tres cosas en esta semana: escribe la victoria que deseas obtener, las distracciones que te están impidiendo obtener dicha victoria y entonces sacrifica esas distracciones para que la puedas obtener. Sin sacrificio, no hay victoria.

Comparte conmigo las cosas que estas sacrificando para alcanzar tus sueños. Todos podemos aprender de tus experiencias.

 

 


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