Aunque Joaquín era el hijo favorito de su padre, él nunca sintió el afecto, cariño y amor de su madre. A pesar de que ella siempre estuvo presente físicamente, le cocinaba todos los días y lavaba su ropa, nunca le dio un abrazo, ni le dijo que lo amaba. Su madre fue muy exigente con él, forzándolo a cumplir con rigurosas tareas hogareñas que nunca satisfacían sus altas expectativas; sino que creaban una insatisfacción en ella debido a las imperfecciones que Joaquín tenía en su vida.
Tristemente, su madre le exigía que tuviese un estilo de vida que ella misma no había podido alcanzar. Siendo que su padre estaba más tiempo fuera del hogar por asuntos de trabajo, Joaquín creció desarrollando un apego inseguro hacia sus padres, especialmente hacia su madre.
Joaquín ahora es una persona adulta; ha tenido serios problemas de depresión que le afectaron negativamente mientras estuvo casado y lo siguen afectando en el presente. Siente, por ejemplo, producto de la relación disfuncional que tuvo con su madre, que ni siquiera Dios lo ama, a pesar de todo el esfuerzo que hace ministrando en la iglesia para complacer a Dios y a los demás. Debido a que no desarrolló una relación saludable con sus padres, le es difícil relacionarse con las personas y por ende con Dios.
¿Qué tiene que ver la religión tóxica con la vida de Joaquín?
Joaquín usa mecanismos de defensa, tales como: la negación, proyección y la represión, para protegerse así mismo de los demás. Estos mecanismos de defensa se disfrazan detrás de una gran pasión en su liderazgo y servicio en la iglesia.
Joaquín es el típico personaje que se sienta en una iglesia, alaba a Dios, es devoto a su religión; pero sus experiencias traumáticas del pasado lo han llevado a experimentar una religión tóxica porque le es difícil entablar relaciones interpersonales y se siente ansioso-preocupado por ser aceptado.
A menos que Joaquín experimente sanidad emocional, los patrones cognitivos destructivos aprendidos en su familia nuclear lo llevarán a quedarse estancado en su crecimiento espiritual y emocional.
Definiendo la religión tóxica
De acuerdo con Stephen Artburn y Jack Felton en su libro Fe Tóxica, la religión tóxica es aquella en la que la persona tiene una relación peligrosa y destructiva con una religión en la que se permite que esta, y no su Dios, controle su vida.
Las distorsiones cognitivas creadas por las experiencias traumáticas llevan a la persona a tener una idea falsa de su Dios y una fe defectuosa. La persona que tiene una fe tóxica usa todo este mecanismo para evitar la realidad y su responsabilidad; lo que resulta en una vida dirigida por el legalismo y el perfeccionismo, en la que la persona tratará de complacer a Dios y a otras personas a cambio de sentirse aceptada.
La religión tóxica es una excusa; se convierte en un mecanismo de defensa para poder apaciguar los niveles de ansiedad y culpa producidos por la obsesión de agradar a los demás; es esa excusa que usa aquel que no quiere lidiar con un pecado oculto; es la excusa para tener comportamientos compulsivos de “eclesio-compulsividad.
Este tipo de religión tiene el poder de generar personalidades dependientes y sumisas, neuróticas y ansiosas, miedosas y pasivas; o bien personalidades agresivas, dominantes, vengativas, controladoras y codependientes.
Ritos de una religión tóxica
La religión tóxica te convierte en un legalista lleno de ritos vacíos que desembocan en actos obsesivos y compulsivos. Estos ritos funcionan como guardaespaldas afectivos, como una muleta emocional que te ayuda a enfrentar la ansiedad y la culpa por no ser lo suficiente bueno.
La fe tóxica te lleva a creer que para obtener salud y alcanzar la felicidad, debes llenar tu vida de ritos vacíos y sin sentido.
Freud definió la neurosis obsesiva como una estructura de personalidad dominada por fenómenos compulsivos; tales como ideas, sentimientos e impulsos, que aparecen automáticamente y de forma continua en la conciencia de una persona.
En alguien que lleva una religión tóxica, esto se puede manifestar en ritos obsesivos tan simples como en el acto de orar. Se ora de una forma obsesiva, repitiendo la misma petición, confesando el mismo pecado una y otra vez. Solo se piensa en qué hacer para ganar la aprobación de Dios y de los demás, y la persona no puede enfocarse en nada que se sale de sus responsabilidades eclesiásticas.
¿Qué es una religión saludable?
En una religión saludable tu fe está basada en una relación con Dios y no en rituales, ni obligaciones religiosas. Tu sentido de seguridad y significado están centrados en Dios y en quién eres en Cristo, no en otras personas, ni en tus logros. Tu servicio a otras personas nace de un amor genuino hacia ellos.
Eres capaz de dar y recibir confianza y, permitir que otros te vean en un estado de vulnerabilidad e imperfección; creces en una atmósfera de aprendizaje, en la que se fomenta el pensamiento libre; prefieres el equilibro antes que los extremos blancos y negros; tienes la posibilidad de relajarte y divertirte.
¿Qué hacer?
Primero, aceptar que se tiene un problema al llevar una religión tóxica que afecta la relación con Dios y con los demás. Segundo, entregarse a Dios. Entregarse es el proceso de dejar ir y confiar en que Dios puede y manejará los problemas admitidos.
Tercero, cambiar los pensamientos distorsionados, lo que implica confrontar pensamientos tóxicos y reemplazarlos con pensamientos basados en la realidad. Cuarto, si es posible, buscar ayuda profesional para superar esta condición emocional.
En conclusión, muchos en nuestras iglesias sufren una religión tóxica. Jesús vino para que tú tengas vida, vida en abundancia (Juan 10:10). Tal vez, tu condición sea tal que necesites buscar ayuda profesional para salir de tu religión toxica. Al final, Dios quiere renovar tu vida para que alcances la estatura perfecta en Cristo Jesús (Efe. 4:13). La verdad te hará libre (Juan 8:32).
Arterburn, Stephen. Fe tóxica(p. 19). El grupo editorial de la corona. Versión Kindle.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]