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¿Cómo nacen y crecen las relaciones tóxicas?

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La Biblia nos dice que fuimos creados para vivir en comunidad y no en relaciones tóxicas. De hecho, nuestro creador vive en comunidad y nos hizo a su imagen, la imagen de un Dios relacional (Gén. 1:26,27). Un Dios manifestado en tres personas diferentes que son uno en mente y propósito.

Desde el principio, la intención de Dios fue tener una relación llena de amor con Adán y Eva, y ellos debían emular la misma relación de amor entre sí. Sin embargo, sabemos la triste historia de nuestros primeros padres. Ellos rompieron su relación con Dios y, como resultado, hoy experimentamos relaciones tóxicas en nuestras vidas.

Cuando hablamos de relaciones, tendemos a subestimar la influencia de nuestra naturaleza pecaminosa en el desarrollo de relaciones saludables con los demás. Nuestro estado pecaminoso afecta grandemente cada interacción que tenemos con nuestro prójimo.

Esto significa que muchas veces nos encontramos formando relaciones tóxicas inconscientemente. Como decía Pablo, lo bueno que queremos hacer no lo hacemos y lo malo que no queremos hacer, eso hacemos. ¿Cuándo nacen las relaciones tóxicas? Para poder responder esta pregunta difícil, debemos tener en cuenta la forma en la que desarrollamos nuestra personalidad y cómo esto afecta la manera en que nos relacionamos cuando llegamos a la edad adulta. Todo comienza cuando nacemos.

Según Erickson, esta es la etapa de la confianza/desconfianza. En esta etapa, podemos aprender sobre el mundo a través de los ojos de nuestros padres. Si los padres dan amor, afecto y atención al niño, este desarrollará un sentido de confianza y seguridad en los brazos de los padres. Sin embargo, si los padres están demasiado ocupados y tan desconectados del niño que no tienen el tiempo para apegarse a él, expresando amor y cuidado, el niño se confunde y entiende que él no puede confiar en aquellos que están a su alrededor y desarrolla un sentido de desconfianza e inseguridad. Más tarde, mediante un mecanismo psicológico de integración y diferenciación, el niño comienza a incorporar en su personalidad algunos rasgos de los padres y descarta otros mientras modela lo que ve en sus padres. En otras palabras, estos rasgos comienzan a ser parte de la personalidad del niño.

De hecho, del modo en que los niños tienen una habilidad innata para asimilar un idioma fácilmente, de esa misma forma tienen también un sistema para adaptarse a un entorno difícil y sobrevivir. Ellos asimilan lo que ven y construyen un mecanismo de defensa para sobrevivir a su medio ambiente. Entonces, estos entendimientos acerca de la vida y su medio ambiente llegan a formar parte de los esquemas mentales de los niños.¿Qué son estos esquemas mentales? Son compuestos de pensamientos, suposiciones y creencias aprendidas en la experiencia con nuestra familia de origen que nos ayudan cuando somos niños a mantener un sentido de identidad personal en medio de un mundo difícil, y además, nos permiten comprender el medio ambiente en el cual vivimos.En otras palabras, los conceptos fundamentales no son más que una estructura que contiene una representación de la realidad en la cual vive ese niño. Estos esquemas mentales tendrán una gran influencia en su vida cuando sea un adulto.

Estos esquemas mentales pueden ser adaptativos o desadaptativos. El problema con los esquemas cognitivos desadaptativos es que, así como un mapa, revelan aproximaciones en el mundo físico; los esquemas cognitivos también son un mapa que nos ayudan y nos orientan en nuestras relaciones con los demás. Estas creencias desadaptativas se convierten en la raíz de los problemas relacionales que presentamos mientras transitamos por la vida.

Los esquemas mentales son guardados en el subconsciente, y no son tan fáciles de identificar porque operan inconscientemente. Esta es la razón por la cual pudieras estar dando lo mejor de ti para tener una relación sana con alguien que amas y todavía no ves ningún progreso. Estos comportamientos tóxicos se llevan a cabo muchas veces inconscientemente. Esta es la razón por la cual pudieras estar atascado en una relación tóxica. Las personas que están atascadas en el pasado necesitan, muchas veces, la ayuda de un profesional capacitado para identificar los esquemas mentales tóxicos.

En general, hay cuatro tipos de experiencias en la vida temprana que hacen que un niño sea vulnerable al desarrollo de relaciones tóxicas. En primer lugar, las frustraciones tóxicas de las necesidades. Se producen cuando un niño no experimenta suficiente amor y seguridad para sentirse seguro en su medio ambiente. Este niño puede aprender a no confiar en los demás porque él cree que podría ser maltratado y herido nuevamente.

En segundo lugar, los traumas emocionales ocurren cuando un niño es maltratado o victimizado. Una persona joven en este ambiente puede aprender a tener una relación manipuladora y abusiva con los demás o puede convertirse simplemente en una víctima de un abusador. En tercer lugar, un niño puede ser mimado o consentido. Esta persona puede llegar a ser altamente dependiente de los demás o llegar a sentirse con derecho a privilegios especiales. Como resultado, cuando esta persona no recibe lo que espera de otros, puede desarrollar una mentalidad adicta a la aprobación. En cuarto lugar, el niño puede identificarse o interiorizar la perspectiva de un padre disfuncional. Por ejemplo, un niño que ha sido criado por un padre abusivo puede tener la misma respuesta emocional del padre cuando se relaciona con sus semejantes.

¿Qué se puede hacer con todos estos conceptos básicos desadaptativos que llevan a la formación de relaciones tóxicas? La verdad del asunto es que el daño producido por las relaciones tóxicas del pasado no se puede deshacer. Sin embargo, sí hay algo que podrías hacer al respecto.

Se pueden entender estas relaciones tóxicas formadas desde la niñez a la luz de tu nueva relación con Dios. No se pueden eliminar estos esquemas mentales, pero sí puedes encontrarle  sentido a estos esquemas mentales y permitirle al Espíritu Santo el renovar tu mente. No estás sólo en este viaje, ya que todos tenemos frustraciones y decepciones cuando nos relacionamos con los demás. Sin embargo, tengo buenas noticias para ti. La misión del Espíritu Santo es restaurar la imagen de Dios en tu vida (Romanos 8:29).

En primer lugar, Él te guiará para descubrir toda la verdad acerca de lo que eres como persona (Juan 16:13). En otras palabras, Él te mostrará lo que realmente eres en tu mente y cómo tus relaciones tóxicas están destruyendo tu vida. En segundo lugar, va a renovar tu mente (Romanos 12:2), llevando todo pensamiento (creencia, esquema mental) cautivo a la obediencia de Cristo (1 Cor. 10:5). En tercer lugar, el Espíritu Santo pondrá en ti la mente de Cristo (1 Cor. 2:16), y te convertirá en una nueva creación para que goces de relaciones saludables.

Proponte hoy pedirle al Espíritu Santo que transforme tu mente. Que esta sea hoy tu oración: Dame un nuevo corazón, Señor.

 

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