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Nada supera la influencia de una madre

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[vc_row][vc_column][vc_column_text]Nada supera la influencia de una madre. Cuando Kevin Durant ganó su primer MVP en baloncesto en el 2014, dedicó un tiempo a homenajear a quien había hecho posible que él llegara a ser MVP. Con lágrimas en los ojos dijo las siguientes palabras: «Cuando algo bueno me pasa, yo miro hacia atrás para recordar lo que me trajo hasta aquí”. Refiriéndose a su madre dijo: “Tenías 18 años cuando nos tuviste. Éramos 3 hermanos. Nos hiciste creer (a él y a sus otros dos hermanos), nos sacaste de las calles y nos llevaste comida a la mesa. Te sacrificaste por nosotros. Tú eres la verdadera MVP”.

Ninguna otra fuerza en la vida de un niño es tan fuerte como la influencia de una madre. Elena G de White dijo que, después de Dios, el poder de la madre en favor del bien es el más fuerte que se conozca en la tierra. Su influencia llega a través del tiempo hasta la eternidad (Good Health, marzo, 1980).

Hoy, las madres se pueden convertir en la influencia más poderosa que tendrán las futuras generaciones. Algunas madres tal vez han tenido éxito en su función y otras quizás consideran que han fracasado en su tarea. Nunca es tarde para influir en la vida de los hijos, porque no hay nada en la tierra que pueda superar la influencia de una madre.

La influencia de una madre

Cuando Satanás decide destruir una nación, una de las formas de hacerlo consiste en comenzar desde cero. Él comienza a destruir a los niños porque sabe que si los destruye estará eliminando las futuras generaciones de esa nación.

En el libro de Éxodo, vemos a Faraón siendo motivado por Satanás para destruir al pueblo de Dios. Satanás conocía la profecía que Dios le había dado a Abraham de que en él serían benditas todas las naciones de la Tierra (Génesis 22:18). Dios escogería a la nación judía para que fuera portavoz de la Buenas Nuevas de Salvación y al final el Mesías llegaría a través de esta Nación. Satanás decía: si yo no quiero que el Mesías llegue y cumpla con su misión tengo que destruir a los niños hebreos para que la nación no pueda cumplir con su misión. El Faraón, entonces, dio la orden primero a las parteras de Egipto para que mataran a los niños varones (Éxodo 1:15-16). Las parteras temieron a Dios y no siguieron la orden del Faraón y fue entonces cuando él dio la orden de que todos los niños recién nacidos fueran echados en el Río Nilo para que los cocodrilos se los comieran. El Faraón pensaba que cada niño que destruía era un hombre menos que mañana se levantaría para atacar a su reino.

En esas circunstancias, Dios llama a una mujer de nombre Jocabed para ser madre. En la economía de Dios, la madre siempre ha jugado un papel supremo. Todo comienza con una madre.  Todas las obras maravillosas que el ser humano ha podido hacer en la humanidad han comenzado con una madre utilizada por Dios para traer un hombre o una mujer al mundo a cumplir con una tarea importante. Las madres son instrumentos de Dios. Por ejemplo: se necesitó una Ana para que llegara un Samuel, una Elizabeth para que llegara un Juan el Bautista, una Raquel para que llegara José, una María para que llegara un Mesías.

En la concepción de Dios las madres tienen una misión que cumplir y no hay nadie que pueda sustituirlas. Satanás le teme a una madre que se aferra a Dios para cumplir con su misión porque él sabe el poder y la influencia que esa madre ejercerá en futuras generaciones. No hay sistema que pueda levantar Satanás que pueda destruir o minimizar la influencia de una madre eficaz; y esto se ve en la historia de Jocabed como madre en las manos de Dios.

Esta historia demuestra la influencia de una madre en hacer fracasar el plan malévolo del enemigo. Ella demostró su carácter, resiliencia y confianza en Dios, al colocar a su niño en sus manos. Cuando la hija del Faraón le dijo: “cuídamelo, que yo te lo pagaré”, ella entendió que esas palabras provenían de Dios. El niño en sí era prestado, pero ella solo lo necesitaba cierto tiempo para convertirlo en un Héroe de Dios. Nada supera la influencia de una madre cuando le enseña a su hijo a conocer a Dios, relacionarse con otras personas y ser resiliente.

Una madre enseña a conocer a Dios

La primera tarea de Jocabed fue enseñar a Moisés a conocer a Dios. No hay un deber más grade y sublime para una madre que preparar a sus hijos para la eternidad. Los hijos son herencia de Jehová. No nos pertenecen

Jocabed enseñó a Moisés a orar porque ella era una madre de oración. De esta manera Moisés se convirtió en un hombre que hablaba cara a cara con Dios, porque lo vio en su madre, ayunó porque ella ayunaba y aprendió a reflexionar en la soledad. La influencia de una madre de oración, temerosa de Dios, durará por toda la eternidad. Ella puede ir a la tumba, pero su obra perdurará. (Testimonios para la iglesia, 4:500).

Una madre enseña a su hijo como relacionarse con los demás

Jocabed enseñó a Moisés a relacionarse con los demás. La Biblia dice que Moisés fue el hombre más manso que había en la Tierra en aquel tiempo. Este asunto de enseñar a los hijos a relacionarse en la vida con los demás, desarrollando inteligencia emocional, es de suma importancia en su futuro. Lo que los padres colocan en la mente de sus hijos influirá grandemente en lo que ese hijo será en el futuro. A través de la interacción del niño/la niña con su madre, este(a) desarrolla un plano, un mapa de lo que será su vida en el futuro. El tipo de apego que desarrolle con la madre o su cuidador primario será el tipo de apego que desarrollará cuando busque pareja para casarse.

El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño/la niña con sus padres (o cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño/una niña es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el vínculo).

El problema que tienen algunas madres, por lo cual no se les puede culpar, consiste en que, debido a que la dinámica emocional de una familia es trasmitida de generación en generación, las madres de hoy en día están trasmitiendo la misma dinámica emocional que ellas experimentaron en sus familias de origen. De la misma forma como ellas aprendieron a relacionarse cuando eran pequeñas,  ellas van a enseñar a sus hijos. A menos que, a través de la reflexión, consejos o terapias, estas madres encuentren métodos apropiados para relacionarse con sus hijos.

Las estadísticas dicen que el 20% de los niños han crecido distanciados emocionalmente de sus padres. Los padres de esos hijos no se conectaron emocionalmente con ellos, solo en la superficie. El foco de atención de esos padres estuvo en el comportamiento de sus hijos y no en sus emociones.

¿Qué pasa entonces? Las investigaciones comprueban que cuando los padres solo están preocupados por el comportamiento de sus hijos y no en las emociones, los hijos no reciben las herramientas imprescindibles para poder conectarse con los demás y desarrollar una inteligencia emocional apropiada para la edad.

En esa relación madre-hijo, los niños desarrollan un apego seguro o un apego inseguro. Si los niños sienten que sus madres están disponibles para ellos, siendo un refugio seguro y sintiéndose amados, ellos desarrollan estructuras mentales que les permitirán confiar en las personas que están a su lado y desarrollarán una autoestima positiva. Por otro lado, si los niños no sienten que cuando necesitan ayuda sus padres están disponibles, ellos llegarán a creer que no se les ama y que no pueden confiar en sus padres para sus necesidades.  Entonces comenzarán a desarrollar un estilo de apego inseguro con sus padres y otras personas, lo cual los llevará a experimentar baja autoestima.

Moisés se convirtió en el hombre más manso que ha tenido la Tierra, porque fue influenciado por una madre que desarrolló un apego seguro con su hijo. Ella le enseñó a conocer e identificar sus emociones desarrollando de esa forma su inteligencia emocional. Moisés aprendió desde muy temprana edad a relacionarse correctamente con aquellos que estaban a su lado y cuando llegó el momento de ser el líder de Dios, lo hizo con mucha sabiduría. Tú puedes hoy comenzar a ser esa madre de influencia que necesita esta generación. El desafío está en tus manos.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]


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