Se estima que el 93% de todos los habitantes de Estados Unidos estarán celebrando la navidad. Tres billones de tarjetas navideñas se enviarán en esta navidad solo en los Estados Unidos. Para aquellos que estarán celebrando la navidad, la misma tiene muchos sonidos y colores. Tenemos la tendencia de solo fijarnos en sonidos de alegría, felicidad, paz y regalos. Cuando pensamos en la navidad lo primero que generalmente viene a nuestras mentes son los villancicos, sonrisas y comelatas. Pero, muy pocas veces nos detenemos para pensar en aquellos para quienes la navidad tiene otro color; Aquellos para quienes tal vez la navidad está envuelta en lágrimas y sufrimiento por los ramalazos de la vida.
Esa es la realidad que encontramos en Mateo 2:1-20. Mateo presenta los dos sonidos de la navidad. Presenta a unos reyes magos que vienen del Oriente buscando al niño Jesús para adorarlo, entregándole sus mejores presentes. Pero, la historia no está completa si no continuamos leyendo. Siempre nos quedamos allí, con los reyes magos. No hablamos del otro sonido de la navidad. No predicamos sobre las lágrimas de la navidad. Mateo describe la realidad de dos mundos de la navidad: uno de gozo y esperanza, de alegría y paz, de adoración y entrega; Pero, también un mundo de dolor, llanto, lágrimas para aquellos que tienen una navidad de otro color. En este blog te quiero invitar a ver no sólo las luces de alegría de la navidad, sino también las lagrimas y la respuesta de Dios a esas lágrimas.Nadie hubiera pensado que se terminaría la felicidad que había traído el nacimiento del Mesías en Belén. Si se les hubiera dicho a los reyes magos que la alegría de la navidad pronto iba a terminar, ellos no lo hubieran creído. Todo estaba tan lindo tan perfecto que no se podía concebir que se terminara la felicidad.
Los magos son advertidos del plan de no regresar a notificarle a Herodes sobre el nacimiento del niño Jesús. El ángel le avisa a José que tome el niño y huya a Egipto y, que estén allí hasta que se le avise. Herodes por el otro lado, se da cuenta de que se han burlado de él, se enfurece y ordena que maten a todos los niños menores de dos años en Belén. ¿Cómo es posible que un hombre sea capaz de cometer un acto tan criminal como ese?
Belén había sido marcada por la alegría del nacimiento del Mesías prometido, pero ahora, la vemos marcada por la muerte de los niños inocentes menores de dos años. Me puedo imaginar el momento de tormento cuando llegaron los soldados del rey Herodes a Belén y empezaron a registrar casa por casa en donde había un niño menor de dos años. Puedo ver la imagen de una madre que corre desesperada con su niño en sus brazos tratando de protegerlo del verdugo que lo perseguía. Puedo ver madres entregando sus vidas tratando de salvar a sus hijos; Madres que gritan desesperadas por que sus hijos han muerto.
Desde aquel momento de ignominia y sufrimiento, tenemos navidades de diferentes colores: Navidad de lágrimas y desconsuelo; Lágrimas que se desprenden de corazones marcados por el dolor y la tragedia; Lágrimas por la muerte de un ser querido; Lágrimas por la ruptura de un matrimonio; Lágrimas por la noticia triste del doctor que dice que tienes una enfermedad terminal; Lágrimas de personas que han sido abusadas sexual, física y emocionalmente. Lagrimas…estoy hablando de lágrimas en la navidad. Personas que se unen al llanto inconsolable de las madres de Belén y preguntan ¿por qué a mí me tuvo que pasar esto?
Mateo ve en estas lágrimas de navidad el cumplimiento profético de lo predicho por Jeremías en Jeremías 31:15 diciendo: Voz fue oída en Rama, grande llanto y lamentación. Raquel lloraba por sus hijos, y no quería ser consolada, porque perecieron.
Esa Raquel de la profecía fue la madre de José y Benonia, al cual su padre luego le cambió su nombre a Benjamín. Cuando ella estaba dando a luz, su parto se complicó y en llanto y dolor le puso por nombre a su hijo diciendo Benonia, porque había nacido en sufrimiento y luego murió. Raquel se presenta aquí como la madre de la nación judía, es tenida en gran estima en esa nación. Ella solo obtuvo una tumba y nunca pudo ver la tierra prometida. Murió en el camino (Gen. 35:19). Raquel dio su propia vida por la vida de su hijo y la convirtió en un ejemplo en la nación judía del gran amor de una madre por su hijo. Ella es la madre que no olvida a sus hijos (Isa. 49:15). Fue sepultada en Belén y se convirtió en un símbolo de aquellos que sufren por la pérdida de sus hijos. En este pasaje Raquel representa a esos que derraman lágrimas en Navidad, allí, en Belén por la perdida de su hijo. Figurativamente el profeta presenta a Raquel llorando por sus hijos sin querer ser consolada porque perecieron.
Para aquellos que derraman lágrimas en la navidad y necesitan creer que Jesús tornará las lagrimas en alegría, los invito a que vengan conmigo al huerto del Getsemaní y les mostraré a un Jesús cargando con sus heridas. Lo puedes ver allí, orándole al padre: ¡Padre, pasa de mi esta copa! Lo puedes ver entristeciéndose y sintiendo una gran angustia. Lo puedes escuchar diciendo “mi alma está abrumada hasta la muerte”. Esto quiere decir que Jesús experimentó los mismos sentimientos que tú experimentas. Esas lágrimas que derramamos cuando estamos confundidos y no sabemos qué hacer.
Te invito a que vengas conmigo al juicio en donde puedes escuchar el falso testimonio que levantaron contra Él. ¿Has llorado porque te han acusado falsamente alguna vez? ¿Sabes cuánto hiere esto? Le escupieron en el rostro, le dieron puñetazos y otros le abofetearon (Mateo. 26:67). No hay nada que destruya más la autoestima que le den una bofetada a uno en la cara. Si hoy lloras porque has sido abusado físicamente, te han dado bofeteadas en la cara, si sufres o estás herido, Jesús sabe lo que sientes y vino a este mundo para cambiar tu dolor por alegría.
Jesús sintió lo que nosotros sentimos cuando nuestras oraciones no son contestadas. Él dijo: “Padre, padre ¿por qué me has abandonado?”. Él sabe lo que es no recibir la contestación a una oración, lo que es sentirse abandonado por todo el mundo. Sentirse solo. Esa viuda, esa divorciada, esa madre abandonada por sus hijos, Jesús entiende lo que sientes porque sabe lo que es estar solo en el dolor.
Ven conmigo y te mostraré un Padre amante que ve a su hijo colgado de una horrenda cruz y entenderás que cuando pierdes un ser querido, Jesús entiende por lo que estás pasando. Entiende tus sufrimientos, tus lágrimas, porque Él también perdió a alguien que amaba mucho.
Hoy vengo a decirte que el único niño que sobrevivió a la masacre de Herodes fue el único que un día tornaría la angustia y la tristeza en gozo y alegría. Dios conoce tus lágrimas y ha descendido para secarlas, para convertirlas en alegría.
Hoy escucho el sonido del llanto, de las lágrimas de las Raqueles de hoy. Raqueles abusadas; Raqueles que han enviudado; Raqueles que sufren por la separación y el divorcio; Raqueles que tienen su corazón roto por falta de amor; Raqueles que sufren porque son despreciadas; Raqueles que lloran porque una enfermedad ha llegado a sus vidas; Raqueles que pasan por problemas imposibles y no saben qué hacer; Raqueles que no tienen sus hijos a su lado. El mensaje de Dios es el mismo: No llores…deja de llorar, yo voy a traer a tus hijos del país extraño.
El niño Jesús que nació en Belén y escapó de la masacre de Herodes fue el siervo sufriente profetizado que vendría a morir en nuestro lugar para que por sus llagas hoy seamos sanados. Ese mismo Jesús, muy pronto vendrá en las nubes de los cielos, ya no como un niño pobre e indefenso, sino como Rey de reyes y Señor de señores para poner fin a las lágrimas de navidad.
En aquel día será el cumplimiento final de la profecía de Jeremías 31:15: nuestros hijos regresarán de la tierra del enemigo. Hoy vivimos en la tierra del enemigo. Esta es la tierra del exilio, tierra donde caímos cuando nuestros primeros padres pecaron. Esta no es tu morada final. Vivimos como extranjeros y peregrinos en este mundo. Pero un día, Jesús regresará para llevarnos de regreso a nuestra tierra – tierra de eterna felicidad.
Un día se cumplirá la palabra profética de Isaías. 25:8 “enjugará Jehová el Señor las lágrimas de todos los rostros y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho”. Apocalipsis 21:4 dice que no habrá más muerte, ni habrá mas llanto, ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas pasaron. V.7 el vencedor heredará todas las cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo. Hoy levanta tu rostro porque tu navidad de lágrimas pronto será transformada en una navidad de alegría eterna. Solo espera pacientemente.