Todo tiene un comienzo, y no es una sorpresa que el mal comportamiento de un niño también lo tengan. Muchas veces disfrazados como “travesuras” o “berrinches”, el pequeño comienzan a presentar comportamientos o actuar de maneras poco deseables, haciendo alterar y frustrar a sus padres y cuidadores en general.
Continuamente los padres me hablan sobre las conductas agresivas de sus retoños en búsqueda de ayuda, desesperados por encontrar soluciones mágicas o respuestas simples para detener la bola de nieve que se ha ido formando. Pero, sinceramente, no existe un único consejo acerca de la paternidad, es un tema sobre el cual nunca podríamos parar de indagar.
Por eso, si te encuentras con que tu pequeña de dos años mete sus dedos en los enchufes eléctricos de la pared; tu pequeño de cinco años lanza sus juguetes al aire cuando no quiere ir al kínder; o te llaman del colegio porque tu hijo de diez años está intimidando a otros alumnos, este no será el final.
El mal comportamiento de un niño va apareciendo desde muy temprana edad, y no se detienen hasta que como padres seamos capaces de ponerles un alto. Lo que hoy te podrá parecer como algo pequeño y que pasará al crecer, probablemente no lo hará. Lo que hoy te da cansancio o flojera de corregir, probablemente seguirá repitiéndose, empeorando y afectando el desarrollo social de los niños, que pasarán a ser adolescentes y después adultos.
Es tiempo de actuar como padres. Sin embargo, para actuar es indispensable conocer la raíz del problema. Así que, espero poder ayudarte a entender cómo podrías estar desaprovechando tiempo vital para que tus hijos sean hombres y mujeres de bien en el futuro.
¿Por qué tu niño se comporta mal? ¿Cuál es la raíz del mal comportamiento de un niño?
Todo tiene una consecuencia en la vida, graba esto en tu mente por favor. Esa niña imprudente que tocaba donde no debía, en el futuro, podría ser alguien despistada u olvidadiza. Lo mismo ocurre con el niño que no quiere ir a clases o el que genera problemas en el colegio.
Entenderás que son conductas que deben ser detenidas antes de que escalen en gravedad, pero se vuelve al mismo dilema, ¿por qué los niños hacen todas estas acciones? ¿No son conscientes de ellas? ¿Lo hacen sin intención? ¿Cuál es la raíz del mal comportamiento de un niño? Quizás lo que te responderé te sorprenda, aun así, los niños son más inteligentes de lo que crees.
Para comprender a lo que me refiero, hace falta que profundicemos en el término Purposive behavior 1 o comportamiento intencional. Según el psiquiatra Alfred Adler, todo comportamiento social derivará en un propósito específico. Básicamente, el profesional creía que las personas no actúan al alzar, el comportamiento humano no existe sin una razón que le explique, sino que, por el contrario, se trata de una cadena de acciones que servirán para alcanzar determinados objetivos.
Si bien los individuos pueden no estar conscientes del vínculo que existe entre objetivos y comportamientos, el enlace sigue estando allí, sigue existiendo y teniendo el efecto con el cual se origina.
Teniendo en claro todo esto, sigue en el aire la pregunta inicial: ¿por qué los niños se comportan de esta manera? Esa intención detrás del comportamiento de un niño consiste en llamar nuestra atención. Si no crees que los niños usan nuestra atención como una especie de arma secreta, solo analiza el siguiente planteamiento: realizas una acción, la acción cumple un propósito, ¿no repetirías la acción? Por supuesto que lo harías, una y otra vez hasta que deje de generar resultados. Esta secuencia lógica es la misma que tienen los niños a muy tiernas edades.
¿Por qué nuestros niños buscan nuestra atención?
Cuando un niño o una niña sale del vientre de su madre, lo hará ansiando sentirse amado(a) y aceptado(a), y para ello necesitará atención. Pero, dicha atención, de acuerdo con el etólogo Konrad Lorenz, deriva de una necesidad biológica, la cual es demostrada con el principio de la impronta.
La impronta se refiere a un aprendizaje rápido ocurrido en una fase crítica de la vida, el mismo se explica con el famoso experimento de los patitos. Al nacer, un pato considerará como “madre” al animal u objeto que vea primero, puede que observe a su madre después, pero no la considerará como tal.
El apego a la figura maternal se explica a sí mismo como la necesidad de sobrevivir en este mundo. La primera fuente de amor, seguridad y enseñanza sobre cómo alimentarse. Patos y humanos, por más extraño que pueda sonarte, se parecen, porque los infantes son inseparables de sus madres durante la lactancia.
Cada pequeña parte de la atención es absorbida por los bebés en esos meses, se convierten prácticamente en esponjas. Y, posteriormente, irán copiando los comportamientos que esta demuestre. En esta etapa los niños son moldeables a los buenos ejemplos, al amor que se les dé y sobre todo a la atención positiva que se les dé, así como también a la educación. Esta es la razón por la que un niño podrá aprender con más facilidad un segundo idioma en sus primeros años de vida.
Asimismo, debemos comprender que estamos creados para experimentar conexiones sociales, por lo que cuando una madre o un padre no les prestan atención a sus hijos, estos la necesitarán y buscarán a toda costa debido a que están faltos de aceptación, comprensión y amor. Aunque estos actúen a primera vista con repelencia a muestras de cariño, o nuestra presencia, ellos siempre estarán agradecidos dentro de sí mismos por ello.
Recuerda que todo lo que ha sido creado por Dios está interconectado entre sí. Fuimos creados a su imagen y semejanza, y estamos diseñados para vivir en comunidad porque en ella es que somos capaces de crear lazos trascendentales para vivir una vida más estable y apacible. Una sociedad en la que sirvamos para dar y recibir amor con constancia.
Es de suma importancia conocer las bases emocionales y psicológicas que comprenden el fundamento de los individuos de nuestra sociedad. Las experiencias que vivimos en edades tempranas determinarán nuestra percepción de la realidad como adultos y por ende nuestro actuar ante cada situación o desafío que enfrentemos durante toda nuestra vida. Dios quiere que seamos adultos felices, siempre ha sido su plan, que vivamos en medio de relaciones interpersonales que nos llenen de felicidad y que tengamos una relación plena y feliz con Él.
Te pregunto entonces, ¿conocías estos conceptos sobre le mal comportamiento de un niño? ¿Consideras que las experiencias en tu infancia han determinado tu actuar hasta el presente? Comparte con nosotros tus respuestas y tu opinión en la sección de comentarios de este post. Dios te bendiga.