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La soledad, la epidemia de la cual no se habla.

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Hay una epidemia silenciosa que está carcomiendo nuestra existencia. Una epidemia que siempre ha estado presente desde la llegada del pecado, pero de la cual no se habla. Una epidemia que se ha acrecentado producto del Covid-19, y sus efectos continuarán por generaciones. Les estoy hablando de la epidemia de la soledad.

La soledad se define como ese sentimiento de estar solo o de falta de conexión social. Es un estado de profunda angustia. Los neurocientíficos identifican a la soledad como un estado de hipervigilancia conectado con nuestro sistema límbico. La soledad es la sensación subjetiva de tener menor afecto y cercanía de lo deseado en el ámbito íntimo o relacional

Un estudio reciente que hizo el seguro Cigna reveló que la mitad de los ciudadanos de este país siempre, o algunas veces, se sienten solos o abandonados. El 54 % dicen que siempre o algunas veces nadie los conoce. La verdad es que la soledad es un fenómeno epidémico en este país. Sorpresivamente este estudio descubrió que la Generación Z, esos que tienen entre 18 y 22 años son la generación más solitaria, con 79 por ciento de ellos reportando soledad. La generación Milenaria no está muy lejos, y, le seguía con un 71 porciento. La generación menos aislada fueron los Boomers. Estas estadísticas revelan que es tiempo de dar una respuesta a esta soleda

En Kansas City salió un anuncio publicitario que decía lo siguiente: «Te escucharé hablar durante 30 minutos sin comentarios por $5».

Te suena como un engaño ¿no? Pero, la persona que puso el anuncio hablaba en serio. ¿Alguien llamó? Por supuesto que sí. No pasó mucho tiempo antes de que esta persona recibiera de 10 a 20 llamadas por día. El dolor de la soledad era tan fuerte que algunos estaban dispuestos a intentar cualquier cosa durante media hora de compañía de un extraño.

La verdad es que la soledad es la epidemia de la cual no se habla y que en nuestros días ha tomado proporciones astronómicas producto del aislamiento obligatorio en el cual vivimos. Si antes que llegara la epidemia del Covid 19 las estadísticas reflejaban una realidad lóbrega, ¿te imaginas la situación que estamos experimentando en estos momentos cuando los hospitales y lugares de ancianos prohíben visitar a los familiares de las personas hospitalizadas? ¿Cuándo las personas que vivían solos tienen que mantener distanciamiento social? Parques y escuelas cerrados, sin deportes, sin eventos públicos. Todo cerrado. Esto es algo inaudito para los que ya normalmente vivían solos. El encontrarse solos en su aislamiento es percibido como una tortura.

Los científicos, por mucho tiempo, han demostrado que la soledad es emocionalmente dolorosa y puede producir desórdenes psiquiátricos como depresión, ansiedad y esquizofrenia, y aún delirios alucinatorios. Pero, estudios recientes hechos por UCLA han demostrado cuán destructiva es la soledad en el cuerpo humano. El estudio realizado por UCLA en el 2015 demostró que el aislamiento social dispara cambios celulares que resultan en inflamaciones crónicas, predisponiendo las condiciones físicas solitarias a graves, como enfermedades cardíacas, derrames cerebrales, cáncer y enfermedad de Alzheimer. El mismo estudio concluyó descubriendo que las personas solitarias tenían un 26% más de riesgo de morir. Esta cifra aumentó al 32% si esas personas vivían solas.

¿Qué dice la Biblia con relación a la soledad? En el proceso de creación de este mundo Dios dijo, “no es bueno que el hombre esté solo”. Adán había sido creado a la imagen relacional de Dios. Un Dios triuno que vive en una comunidad. Adán no habría podido reflejar la imagen relacional de Dios si hubiera permanecido solo. Este asunto de vivir en comunidad era tan importante para Dios que cuando Él creó a Adán, colocó un órgano llamado cerebro, el cual tiene muchas funciones, pero estudios recientes han demostrado que una de las funciones más importantes del cerebro humano es establecer conexiones emocionales con las personas que nos rodean. Es por esto por lo que la creación de Dios no fue terminada sino hasta que Adán recibió una compañera para que pudiera reflejar la imagen relacional de Dios.

Este es mi argumento: El ser humano no ha sido creado para vivir en soledad, en confinamiento. Entiendo que producto del Covid-19 esto es un asunto obligatorio, pero no deja de ser dañino, especialmente para aquellos que ya experimentaban los efectos de la epidemia llamada soledad.

soledad en la pandemia
soledad en la pandemia

El 26 de marzo, justo cuando la pandemia de COVID-19 se apoderó del mundo, los investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts publicaron un informe sobre la soledad. Es el primer estudio en humanos que muestra qué tanto la soledad, como el hambre, comparten señales profundas en una parte del cerebro que gobierna impulsos muy básicos de recompensa y motivación. Los resultados apuntan a una conclusión reveladora: nuestra necesidad de conectarnos es aparentemente tan fundamental como nuestra necesidad de comer.

John Cacioppo, quien fue considerado el doctor de la soledad por todo su aporte, dijo que estar solo o entre personas que son extrañas, que no te conocen o entienden, dispara una respuesta de lucha o huida en el cerebro humano. Cacioppo argumentó que el cuerpo entiende que estar solo o estar con extraños es una amenaza que experimenta por la necesidad de seguridad emocional innata en el ser humano. Es por esto que esta hipervigilancia en respuesta al aislamiento se ha incrustado en nuestro sistema nervioso para producir la ansiedad que asociamos con la soledad. La respuesta del sistema simpático ante esta amenaza es un aumento en la respiración, nuestro corazón se acelera, nuestra presión arterial aumenta, no dormimos.

Consejos prácticos para manejar la soledad.

Si tristemente eres del grupo que es perseguido por la epidemia de la soledad, te invito a que aproveches esta oportunidad y comiences a practicar el autoconocimiento y a crecer emocionalmente. Después de la compañía que te ofrece Dios, la mejor compañía que puedes tener en tu vida eres tú mismo. Es por esto que debes tener cuidado en mantener tu equilibrio físico y emocional para que seas una compañía agradable y grata.

Te presento 7 rutinas que debes tener todos los días.

  1. Empieza la mañana con Jesús. Aún antes de levantarte de la cama, invita a Jesús para que sea tu compañero en el día que está comenzando. Toma tiempo para meditar en su palabra y orar encontrando esa paz que solo Él puede dar.
  2. Agradece a Dios por el día que te ha dado. Párate frente a tu espejo y salúdate a ti mismo, deseándote un día feliz y agradece a Dios por cinco cosas que Él te ha dado en esa mañana.
  3. Antes del desayuno, hidrátate. Tómate un vaso de agua con un limón exprimido. Mientras te tomas el agua piensa en lo bien que te sientes contigo mismo reconociendo que tu cuerpo es templo del Espíritu Santo y debes cuidarlo.
  4. Practica la meditación usando respiración diafragmática. Colócate en una posición donde tengas la espalda derecha e inhala contando hasta 4 segundos. Luego, aguantas el aire contando 7 segundos, y al final lo exhalas contando hasta 8 segundos. Mientras haces este ejercicio puedes meditar en el sacrificio que Jesús hizo por ti en la cruz del Calvario.
  5. Haz ejercicios. Busca ejercicios en Instagram, en YouTube o en aplicaciones acordes con tu nivel deportivo, nunca de más intensidad, en tal caso, más suaves.
  6. Conéctate con familiares o amigos vía telefónica o por video conferencia. El vivir solo no quiere decir que tienes que estar aislado emocionalmente. Puedes conectarte con los que te aman y están a tu lado usando muchos medios. O simplemente, puedes acercarte a tus vecinos y ver si les puedes ayudar en algo.
  7. Proponte leer o practicar tu pasatiempo favorito o actividades hogareñas. Hay muy buenas lecturas o actividades que puedes hacer para aprovechar tu día y no dejar que tu mente esté ociosa.

Recuerda que tú no estás solo. Dios está contigo. Aunque tu padre y tu madre te dejaren, Jehová con todo te recogerá. Te presento a un Dios que en medio de tu soledad y aislamiento está a tu lado y cuida de ti. La epidemia de la soledad no debe llegar a tu vida. Tu actitud ante la vida que Dios te ha dado podrá definir los efectos de la epidemia que experimentas en tu vida. Conéctate con ese Dios amoroso que dio Su vida por ti. Conéctate con tus familiares y amigos. Conéctate con tu comunidad. No permitas que tu soledad defina tu destino. Tú puedes ir mas allá de las limitaciones que pudieras tener en estos momentos. Todo lo puedes en Cristo.


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